Epílogo

20 Agosto

 

Narrador.

 

El día estaba siendo caluroso, Miami era así, ese clima tropical y pegajoso no había impedido que Edward y Bella eligieran esa ciudad para hacer una ceremonia civil en la playa.

 

—Hija mía de verdad, que esto que nos has hecho…—Reneé en la habitación que Bella tenía para vestirse no hacía más que rezongar e ir de un lado para otro. —…no tiene nombre, menudo calor, y esta tela del vestido, que se me pega.

 

Bella suspiró cansada mirando el reloj de pulsera que llevaba, el cual se quitaría en cuanto se enfundara su vestido. Quería estar con Edward, era el único que la calmaba, no le gustaba esto de que el novio no viera a la novia hasta la ceremonia. Ellos no hacían esto por las costumbres, lo hacían porque simplemente se amaban, y querían ser un matrimonio a ojos de la gente que les apreciaba, pero de ahí a todo lo que se había montado alrededor del momento del si…

 

—¿Dónde demonios habré metido el móvil?—Decía para sí misma, mientras su madre continuaba con su parloteo incesante. Necesitaba hablar con Edward para tranquilizarse un poco, sólo escuchar su voz y era bálsamo para su alma tensa. Incluso dormir, necesitaba dormir, se encontraba cansada, estaba convencida de que esto de la boda le estaba pasando factura.

 

—Lo normal es casarse en la ciudad donde la novia nace, y así los padres haríamos la recepción…¡¡pero aquí!! Al otro lado del país prácticamente, normal que tus primos no hayan venido…

 

—Quizá lo tenga en la habitación, aunque hace días que no sé nada de él…—Bella miró en su bolso de la playa por tercera vez. —Le preguntaré a Edward…él sabrá dónde está—Lo dijo en alto para que su madre lo escuchara y así tuviera coartada para echarse en sus brazos.

 

Hizo un amago de salir de la habitación y de repente la puerta se abrió, dando paso a un torbellino blanco, encabezado por Alice a la que le seguía una embarazadísima Rose y Ángela.

 

—¿Dónde te crees que vas?— Alice la empujó despacio hasta llevarla encima de la cama.

 

—Tengo que hablar con Edward.

 

—Mira bonita, que te hayas saltado todas las normas a la torera no significa que esta también te la pasases por…ya me entiendes. —Rose le habló mirando a Reneé, la cual ya vestida miraba a Bella con una extraña mueca.

 

—Esa es otra ¿Qué es eso de dormir con el novio?, esto ya es el colmo…—Reneé le lanzó una mirada de exasperación.

 

—Llévatela por favor. —Bella le susurró a Alice.

 

—Reneé, estás guapísima. —Alice se dirigió a la histérica mamá de Bella para encandilarla y sacarla de la habitación, cosa que logro misteriosamente en menos de un minuto.

 

—¿Qué le has dicho?—Preguntó Bella mientras se quitaba la bata para ponerse la ropa interior.

 

—Que Charlie estaba atacado y no sabía hacerse el nudo de la corbata de los nervios, ha sido fácil.

 

—Pobre Charlie…—Dijo Ángela.

 

—Es su marido, tiene que ser él el que apechugue ¿no?— Alice comenzó a extender una capa de crema por la cara de Bella.

 

—En serio chicas, tengo que hablar con Edward, necesito verle un minuto, antes de vestirme… —Esperaba que con ellas colase.

 

—Cariño…si queda una hora para la ceremonia, no te da tiempo, no te pongas nerviosa, que está todo hecho. —Le dijo Ángela tratando de tranquilizarla.

 

—Ya pero…—Bella les miró alarmada, quería verle un segundo solo…— Mi móvil…—consiguió decir. —Lo debe de tener él en la habitación…—Inspiró profundamente esperando que fuera una excusa válida.

 

—No lo necesitas, no tienes que estar pendiente de nadie, es tu día, punto. —Ante el comentario tajante de la delicada Ángela, Bella cerró la boca y se dejó hacer, a pesar de que los nervios de ser el centro de atención le consumían, y tenía una necesidad imperiosa de ver a Edward, al igual que una sensación extraña que no sabía identificar bien.

 

 

 

 

En la habitación donde Edward se vestía no había tensión, Edward estaba vestido, desde hacía un rato y los chicos le habían servido la, ya mítica, copa de whisky para brindar por otro soltero perdido.

 

—Se te ve…sereno…—Le dijo Em mientras le tendía el vaso.

 

—Voy a casarme con Bella, aquí, donde empezó todo. Va a ser mi mujer, para siempre. —Edward levantó las cejas dando a ver lo orgulloso que se sentía de la situación. —Solo estoy deseando que pase la hora que queda para verla y convertirla en mi esposa.

 

El móvil de Edward empezó a sonar en la mesilla.

 

—Deberías apagarlo tío, que no te moleste nadie. —Jake miró el aparato vibrar.

 

Edward lo alcanzó y se lo llevó a la oreja.

 

—Sí, soy su…marido. —Una sonrisa taimada escapó de su boca. — Ahá. Pues supongo que no está prestando atención a su móvil, si, yo le informaré, dígame.

 

La cara de Edward quedó lívida, solo asentía lentamente, sin decir nada.

 

—De…acuerdo…gracias…si, en cuanto podamos acudiremos. —Colgó.

 

—¿Está todo bien?—Jasper se levantó de la cama y se acercó, la mirada de los otros dos amigos era de preocupación igualmente.

 

—Desde luego…—Edward miraba al frente con una extraña sonrisa en la cara.

 

 

El Crepúsculo estaba a punto de comenzar, solo una pequeña porción de sol quedaba sobre el mar, y los colores del cielo iban pasando desde los naranjas a rojizos para llegar a los violetas más azules.

Bella tocó la arena con sus pies descalzos, de la mano de Charlie, también descalzo. Comenzaron a caminar hasta el improvisado altar de telas blancas que estaba cerca de la orilla del mar.

Edward, al final del trayecto, esperaba mirándola con devoción absoluta, la mujer que caminaba con una enorme sonrisa y se dirigía a él, era la mujer de su vida. Se miraron a los ojos y Bella se dejó llevar por la energía que los verdes orbes de su futuro marido le transmitían, su paz, su hogar.

Ambos perdidos en sus miradas, sin escuchar nada más que las olas rompiendo en el malecón cercano, se cogieron de la mano en el mismo instante en que el último rayo de sol desaparecía tragado por el mar.

 

—Eres preciosa mi vida. —Edward le susurró a la vez que depositaba un tierno beso en su mejilla.

 

—Te amo…—Susurró Bella. Era lo único que podía decirle, era algo que implicaba todo aquello que su corazón gritaba.

 

 

Cuando el encargado de oficiar la ceremonia breve terminó, Edward sujetó a su esposa con más delicadeza de la habitual, abrazándola por la cintura, y protegiéndola incluso de su propio ímpetu, dada la situación de gozo extremo que vivía. La besó tiernamente, acariciando sus labios con los propios, deleitándose en su mirada feliz.

 

—No me voy a romper cielo…—Susurró Bella contra su boca. —Dame un buen meneo o tendré que ser yo… —Edward sonrió sobre su boca para acto seguido besarla con pasión. Las manos de Bella soltaron la única flor que llevaba como ramo dejándola caer sobre la arena, y entrelazó las manos en su nuca, regodeándose en el sabor de su marido, en la sensación de besarlo, tocarlo, tenerlo pegado a ella. Ni siquiera escucharon los gritos y silbidos de los invitados ante tal despliegue de amor.

 

Edward se encontraba pletórico, desde luego que después de pasar por todo lo que la vida les había puesto como trabas, llegar a ese momento, ese lugar, y sentir que Bella recordaba absolutamente todo de su relación anterior al accidente, le hacía ser la persona más dichosa del mundo. Claro, que Bella por su parte, se sentía como la mujer más afortunada y envidiada de la tierra, se había dado cuenta que su, ya marido, despertaba envidias, celos y miradas de otras mujeres, las cuales solo le recordaban, que era suyo y de nadie más. Era solo ella la que contaba con su exclusividad, y el amor que sus ojos destilaban cada vez que la miraba.

 

—Vamos, vamos…dejad algo para los demás…que esta noche es para vosotros solos. — La voz socarrona de Emmet los sacó del trance en el que se encontraban tan a gusto.

 

—Enhorabuena Ed, te llevas una joya, aunque eso ya lo sabíamos desde hace tiempo. —Jake abrazó a su amigo.

 

—Desde luego, ¡¡y es mía!!— La sonrisa de satisfacción era perenne en la cara de Edward, al igual que la felicidad que irradiaban los ojos de Bella, la cual le miró desde los brazos de su padre.

 

—Soy tan feliz de verte así hija…estas guapísima. — Charlie le abrazaba y Bella se dejaba, importándole muy poco el peinado, el maquillaje, el vestido…

 

—Déjame un poco de niña para mí…—Bella se separó de su padre para ir a parar a los brazos de su madre, negando y riendo, mientras pensaba en que Reneé era así, y punto, era su madre.

 

—Soy tan feliz mamá.

 

—Y yo me alegro mucho cariño, de verdad que me alegro. —Al separarse de ella se dio cuenta que los ojos de Reneé tenían el brillo que se ponía en los ojos llorosos. — Edward es un buen muchacho, perdóname por lo pesada que soy dulce…es que eres mi única niña y…—Sorbió unas lágrimas.

 

—Mamá por favor. —Bella con una enorme sonrisa, la besó. —No te disculpes, sabemos cómo eres, no lo haces por mal, te quiero. — Volvieron a estrujarse en un abrazo sentido.

 

Cuando se dio la vuelta vio a su marido con Laura, su sobrina entre sus brazos, la imagen era muy tierna y aunque su intención fue acercarse a él, ya que sus miradas se unieron al instante, la novia fue interceptada por sus tías.

 

—¡Dulce que bonita estás!—Hilary la besó repetidas veces en la cara. —Pero esto de la arena Bells…—Miró sus zapatos hundidos, Bella se rió internamente.

 

—Os dije, que a la ceremonia era mejor venir descalzas.

 

—Capaz de haber venido descalza tú. — Tía Hilary convirtió su cara en sorpresa mirando al bajo del vestido de novia, por donde asomaban los dedos en movimiento de su sobrina.

 

—Igualmente, aunque estemos enterradas hasta los tobillos ha sido una ceremonia preciosa,—Tía Jackie la abrazó. —No le hagas ni caso a tu tía cielo, todo esto lleva vuestra marca, y es perfecto. —Le susurró al oído.

 

—Y ahora ya le estás diciendo a tu marido el sexy que venga a saludarnos, que nosotras estamos presas de esta arena. Por cierto que tu suegro está como el dulce de leche… —Hilary rodó los ojos y se relamió los labios. Tratando de sacar los zapatos de tacón de la arena miró en dirección a Edward, que había dejado a Laura en brazos de Rosalie, la cual se veía identificada con Sofía y no podía dejar de hacerle preguntas continuamente.

 

Bella se dirigió hacia Edward, el cual la miraba intensamente, casi sin creerse que esa mujer le perteneciera en cuerpo y alma. La línea de tensión que creaban a través de sus miradas era difícil de romper, se sentían a salvo de todo en cuanto conectaban de esa manera. Edward se aproximó a ella y antes de que le pudiera decir una palabra, Hilary tiró de su brazo.

 

—Yo no he visto novio más guapo que el de mi sobrina, créeme, Edward, lo tuyo es para que lo estudie la ciencia. — Le besó con la misma intensidad.

 

Bella fue hacia donde se encontraban su familia política y sus amigas, mientras le guiñaba un ojo a Ed, el cual le correspondía con un gesto de agobio, ante la forma que la tía Hilary estrujaba su cara.

 

—Vamos Hil, deja al chico, que lo agobias. — Jackie como siempre más contenida le besó y alabó su porte sin pasarse, era consciente que su hermana ya lo hacía lo suficiente por las dos.

 

Emmet miraba a su novia con la pequeña Laura en sus brazos.

 

—En breve será la tuya Em. —Bella le sacó de su ensimismamiento.

 

—No me lo creo Bells, y ahora que veo a Rose así, es como más…real.

 

 

Sin salir de la arena, llegaron las copas de champan, para brindar por el enlace. Edward le tendió una a Bella, brindaron, y después dieron un pequeño sorbo al líquido burbujeante, Edward estuvo pendiente de que solo fuera pequeño, en seguida, y sin que nadie notara nada le quitó la copa a su mujer, para depositarla junto con la suya en una bandeja.

 

 

—Ven…. —Edward se la llevó hacia la playa, aprovechando que todos les habían felicitado y que quedaban hablando entre ellos.

 

—¿A dónde vamos?—Bella le miró sonriente.

 

—¿Desconfías de mí?… —Edward le devolvió la sonrisa.

 

—¿Cómo voy a desconfiar de mi caballero de brillante armadura y alucinante moto?— Ambos se rieron reconociéndose dos años atrás diciendo esas mismas palabras en la misma playa.

 

Abrazados llegaron a la orilla, las olas mojaban el bajo del vestido de Bella, no le importaba. Edward le abrazó mirando hacia el horizonte.

 

—¿Cómo te encuentras pequeña?—Besó su frente, sintió cómo Bella apretaba más su abrazo para sentirle más cerca si eso era posible.

 

—Cansada, será estos días. Pero feliz. —Alzó su cara, sus ojos brillaban. — Estoy casada con el mejor hombre que hay en el universo. —Edward bajó sus labios y besó a su mujer, de forma pasional, completando ese beso que les habían cortado. Continuó descendiendo hasta quedar de rodillas abrazado a su abdomen. Las olas mojaban el blanco pantalón de Edward, y le daba igual.

 

—¿Qué haces?—Bella pasaba sus dedos por el pelo broncíneo de su hombre. — Vamos rubio…te vas a empapar entero.

 

Edward comenzó a depositar besos en su barriga, y a mirarla de vez en cuando con una gran sonrisa.

 

—¿Sabes que somos tres?— Bella inspiró con fuerza. Abrió la boca pero nada salió de esta, solo miraba a Edward besar su abdomen y en seguida relacionó todo, el cansancio que tenía desde semanas atrás, la gran necesidad de dormir a todas horas, el hambre repentina, el mal estar algunas mañanas…

 

—Edward…—Este subió para acogerla entre sus brazos.

 

—Dime mami…—Le dijo en un tono mimoso.

 

—¿Vamos a ser papás?— A Bella le salía la felicidad por los poros.

 

—Estamos de seis semanas pequeña. —Edward le daba pequeños besos, no podía evitarlo.

 

—Claro…esto de la boda me ha trastornado tanto… Que ni siquiera había pensado que no me había llegado el periodo…por cierto. — Le miró directamente a los ojos, con una mueca divertida. — ¿Por qué lo sabes tú?, ¿Por qué el papá se ha enterado antes que la mamá?

 

—Pues porque cierta cabecita loca—besó la frente de Bella con cariño,— que estaba esperando el resultado de unos análisis desde hace semanas— Su tono de repente se volvió de reproche mientras sonreía—, que no te voy a reñir por ello pero eres de lo que no hay…, se dejó el móvil a saber donde, y como no te habían localizado, y llevaban una semana intentándolo, ya que a ti se te olvidó pasar a por ellos…—Rodó los ojos divertido bajo la atenta mirada de su esposa,— pues me han llamado a mí, que saben que soy tu marido para informarme. Que eres una loca de la vida, que pasas de todo mi amor…—Bella empezó a reír como poseída.

 

—Dios mío Edward, esto es ¡¡genial!!—Gritó. De repente le miró fijamente. —Tú qué opinas…

 

—¿Tú qué crees? Te amo vida, no hay mejor regalo de bodas que este. — Se fundieron en un beso, apasionado, profundo, ansioso.

 

—¡¡Oh Dios Mío!! ¡¡Somos tres!!—Bella gritó de nuevo.

 

Edward la tumbó sobre la arena, no importaba nada que el cálido  agua les mojara por completo, se volvieron a sumergir en su amor, como si nada ni nadie más excepto ellos existieran.

 

 

 

FIN.

 

5 comentarios en “Epílogo

  1. Me acabas de hacer llorar, porque a pesar de ser primer fic, ya sabes que es especial por muchas cosas, y una de ellas por traerte a mi, por los inbox detallados, porque te abrí mi vida…
    Gracias a ti.
    Te quiero tata. ❤ ❤ ❤ ❤ ❤

    PD: Me han dado ganas de ponerme a corregirlo y sacar la chuleta de los narradores!!!

    Me gusta

  2. Loca de la vida releyendo a altas horas de la madrugada. Llorando a moco tendido como la primera vez.

    Esta historia para mí tiene muchos más significados que el relato en sí, con ella te conocí, con ella empecé a quererte, con ella empezó una parte nueva y mejor de mi vida.

    Creo que nunca te agradecí que te volcaras por completo en este fick y así conseguir llegar a tus brazos, a tu casa, a tu familia… en definitiva a TI.

    Gracias infinitas por seguir siempre hacia delante, por regalarnos tu tiempo, tu esfuerzo y tu corazón.

    Sigo pensando que es el mejor fick que he leído nunca, pese a los años que han pasado, pese a la calidad que has ganado escribiendo, pese a que después de este leí miles de ficks más, simplemente el mejor.

    TQM*

    Le gusta a 1 persona

  3. oooooooooOOOOOOOOOOOOOOooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!! ains!!!!! bss y gracias. qué finde tan estupendo me has vuelto a hacer pasar!!!!!!

    Me gusta

Deja un comentario