Capítulo 25

29 Junio

Edward POV

—No puede ser tío, ¿no le dijiste nada?—Emmet me pasó una cerveza.

—¿Y hacerle sentir incómoda?, imagínate Em, el bochorno que habría sido para ella. —Le di un trago largo.

El día era perfecto para una barbacoa, y la terraza del piso con vistas a central Park, idónea.

Miré a Bella, estaba con Rose en los sillones hablando sin parar y tomando unos zumos. Estaba preciosa, llevaba un pañuelo en el pelo y unas gafas de sol, unos shorts blancos que le regaló Rose esa misma mañana, y que no dudó en estrenar en el mismo momento cuando su amiga le dijo que estaba realmente sexy, una camiseta de tirantes azul eléctrico remataba el espectáculo, verdaderamente sexy, sin ninguna duda.

Aparté la mirada rápido.

—Entonces no se dio cuenta.

—No, no se dio cuenta, pero yo sí. Y soy un hombre, ella es Bella. Dios Emmet, me metí a la cama sintiéndome culpable por todo lo que me pasó por la cabeza.

—Joder Ed, es normal ¿no?, hacía tiempo que no la veías así…

Alice, Ángela, Jacob y Jazz aparecieron por la puerta.

—¡Buenos días chicos!—Alice nos besó. — Mmmm huele que alimenta toda esa carnaza llena de colesterol que nos vamos a agenciar a nuestro esculpido cuerpo.

—Yaaa Alice, va a la parrilla, desgrasada. —Emmet le sujetó por los hombros. —Además hoy nos la prescribe el Doctor.

—Sí, si, esta tarde partidito de futbol…hay que quemar como sea estas grasas—Le miró desde abajo.

—Sin problema pequeñaja, ¡mi equipo contra el tuyo!.

—¿Qué equipo? Suelta a mi chica Em…—Jazz había saludado a las chicas y se nos unió. Em subió los brazos extendiendo las manos en un gesto de» toda tuya.»

—Esta tarde, futbol…—Alice besó a Jazz en los labios y se volvió hacia las chicas—¡Uau Bella estás realmente sexy hoy!

—Lo está, lo está, sé que lo está… demonios. — La miré de nuevo—está jodidamente sexy.

—¿Qué le pasa?—Jazz se abrió una cerveza y miró a Emmet. Jake se unió a nosotros.

—Que ayer vio a Bella en braguitas. — Em subió y bajó las cejas en un gesto sugerente.

—Jo—der—Jake y Jazz susurraron a la vez.

—¿Por qué?—Jake me preguntó—me refiero a…vosotros no…

—No Jake, nosotros no. —Suspiré al decirlo. —Se levantó a beber agua y como hacía tanto calor supongo que no se dio cuenta. Antes…lo hacía constantemente, imagino, que lo hizo de forma natural, como otras cosas que hace desde que está en casa.

—¿Bella desnuda por tu casa?

—Em, tío—le miré negando. — Éramos…somos…joder… ¡ pareja!, ¿Acaso Rose no lo hace contigo en casa?— le pregunté exasperado. —Porque si no es así no sabes lo que te pierdes…—Me tranquilicé un poco, viendo la cara que se le quedó, asintió disculpándose con la mirada.

—Y no se lo dijiste. — Jazz afirmó.

—No. No quería hacerle sentir mal…—Me pasé la mano por el pelo, en un gesto de nerviosismo.

—¿Qué fallo hay?, no pasa nada ¿no?—Jazz no entendía mi actitud

—Que se empalmó.

—¡Em!—le miré con los ojos muy abiertos. —Solo que creo que no voy a poder ser todo lo que Bella necesita…

—¿Porque te atraiga?—Jake me miró confundido.

—Sí,…no…, Bella necesita ir despacio, tengo que darle su tiempo, y anoche estuve tentado de ir a su cama…

Jasper abrió los ojos en un gesto de sorpresa.

—¿A qué Ed?

—¡Joder!, a dormir con ella, a sentir su cuerpo, no pretendo acostarme con ella, bueno…¡y yo que sé! pero verla de nuevo desnuda ante mí y ni siquiera poder sentirla…Estos días han sido perfectos, a veces, cuando ella saca su espontaneidad, cuando se ríe, cuando nos miramos, parece que todo siguiera igual…

—Hola bombones—Ángela interrumpió entrando en el círculo que habíamos creado. —¿Qué tanto misterio?—Nos besó a Em y a mí.

—Cosas de chicos morenita…—Jake la besó y la desvió hacia la barbacoa donde le dio la vuelta la carne.

Bajábamos a Central Park con la pelota para jugar al tan esperado partido de fútbol, del cual se hicieron los equipos durante la comida.

Después de una larga sobremesa, y de la comida reposada, los piques comenzaron y fue imposible evitar el comienzo del partido.

Alice y Emmet eran los capitanes, también los más competitivos del grupo.

—¡Os vamos a barrer grandullón!—Alice se recochineaba de Emmet.

—Oh vamos…mira como tiemblo. —Respondía el grandote, haciendo teatro con sus manos.

—Deberías…—le advirtió Alice.

—¿Con Edward y Jazz en el equipo?…¡¡qué miedo teeeengo!!—Bromeó.

—Ey!—Chilló Rose—¡Que yo también estoy aquí!—Le reprendió a Em. —Esta noche te reconciliarás con el baño y tus revistitas de soltero…

Todos reímos ante el comentario mordaz de Rose.

—Perdona conejita…—Em comenzó la disculpa desafortunada.

—¡¡Conejita!!—Respondió una colérica Rose—¡¡Em…

—Está bien, haya paz. —Jazz medió, el resto no podíamos dejar de reír. Ver cómo el mismo Emmet cavaba su propia tumba era para desternillarse— Rose, patéale las espinillas durante el partido, y quedáis a pre ¿sí?—Jazz intentó contener una carcajada.

—Claro…—Rosé miró a Em amenazante. —No tenemos árbitro…—Sonrió de lado visualizando el momento.

—Bien—Alice nos mandó hacer un círculo al equipo, como si nos jugáramos la liga. —Jacob y Emmet van a ser la barrera, Ángela parece que no, pero es bastante escurridiza y no se maneja mal. Bella quedará de portera, es decir que en cuanto lleguemos a la portería lo de meter gol está chupado.

—¡Alice!—le reprendí.

—Es así Ed, es así. —Reanudó. —Así que Rose, tú de portera, Edward tú a por Jacob, Jazz cielito, tu cubrirás a Ang, y al gigante verde me lo dejáis a mí.

—Si me dejas de portera no podré darle una patada a Emmet. —Rose protestó.

—Ya se la doy yo…

—¡No!, a ti no te ha llamado conejita. —Jazz y yo conteníamos la risa ante el recuerdo de hacía unos instantes.

—Está bien, a mitad de partido, yo me pongo de portera y tu cubres a Em, pero en cuanto le pegues la patada nos cambiamos de nuevo. —Chocaron las manos como si tuvieran un plan perfecto.

Ganamos por goleada, tenía que decir que la pequeña Alice era toda una gran estratega, tenía la radiografía del equipo contrario al completo.

Yo me disculpé con la mirada cada vez que me acercaba a la portería a meter gol. Bella me sonreía de una forma adorable, y encogía los hombros, resignada ante la situación, se apartaba. Era cautivadora, seguía enamorado de Bella, era imposible no estarlo.

Rose le pegó la patada a Emmet, después de que este, al ver que ella era la que le cubriría en un momento dado, intentó abrazarla para pedirle disculpas de nuevo.

Emmet era bueno jugando, pero Alice cubriéndole parecía una ardilla, era mucho más chiquita y más ágil ante los movimientos más lentos de Emmet.

—No pasa nada…—Em dijo mientras volvíamos a casa. —No nos hemos jugado nada.

—La honra Emmet, ¿te parece poco?—Alice contestó.

Disminuí el paso para acercarme a Bella que venía con Ángela charlando animadamente.

En todo el día apenas habíamos estado solos, y la notaba un poco extraña desde la mañana, claro, contando con que yo también lo estaba, no sé si era del todo objetivo.

—Hey cancerbera. —Le saludé abrazándola por los hombros. — ¿Qué tal estás?—Ángela se adelantó disimuladamente abrazando a Jake por la espalda.

—Ha sido verdaderamente entretenido. —Bella reía. — No me imaginé que pudiera disfrutar tanto de un partido de futbol.

—Cansada no estás, claro.

—Bueno no mucho, pero algo…yo también he corrido para celebrar los tres goles que mi equipo ha metido. — Me sonrió orgullosa.

—Es cierto, que en esos momentos has salido de la portería. —Recordé como cuando Jacob metió el primero Bella salió disparada de la portería para ir a abrazarlo, como si fuera un partido de verdad, y así con los otros dos goles.

—No te cachondees Edward. —Quería parecer enfadada pero una pequeña sonrisa la delató. —Por cierto…—Se mordió el labio. —Esta noche quiero hablar contigo.

—¿Está todo bien?—Inquirí.

—Si…creo…

—¡¡Doctor…Doctor…!! , ¡¡Las llaves!!—Em gritaba en la puerta.

Después de una cena de sobras y ensaladas en la terraza, y de recoger entre todos, los chicos se marcharon. Eran las once y media.

Bella salió de la habitación, con el pelo mojado de la ducha y un camisón, muy atractiva. No pude evitar mirarla de nuevo, me atraía sexualmente, me sentí un ser despreciable de nuevo. Aparté la mirada, me dirigí a la cocina. Y saqué una botella de la nevera, cogí un vaso.

—Será mejor que esta noche lo pongamos en la habitación. —Le dije sin volverme.

—Si…—dijo en un murmullo.

Me di la vuelta, y la encontré sentada en el taburete, mirándome de frente.

—Dime Bella, ¿de qué querías hablar?—Me acerqué a la encimera, quedando en frente de ella.

—Anoche…—ups anoche…—…anoche…cuando me…metí en la cama…—me puse nervioso, no sabía lo que iba a decir, pero todo lo que tenía que ver con la noche anterior me tensaba. —…me di cuenta…—Bajó la mirada. —…que estaba desnuda…casi… — mi mandíbula se descolgó casi hasta el suelo.

—Y… ¿Qué sentiste…? ¿Te dio vergüenza…?— pregunté precavido, no tenía ni idea de cómo lidiar con esto, se lo tenía que haber hecho saber anoche…me reprendí mentalmente.

—No…—levantó la cabeza y fijó sus ojos en los míos. —Si…—hizo un gesto de confusión. —Edward…—Asentí para que continuara. — ¿No te gustó verme desnuda?— Cogí aire, creo que eso no me lo esperaba.

—Bella…yo…

—A mi me gustó verte anoche…así…—Me interrumpió.

—Verás Bella…—cerré los ojos ante lo que iba a decir, yo no quería acelerar nada, las cosas estaban acelerándose solas. —…a mí también me gustó…mucho verte así…—Cuando abrí los ojos me la encontré mirándome sorprendida y con un delicioso rubor cubriéndole las mejillas. —…yo…yo no quiero que te sientas violenta con esto…

—¿Violenta?—Preguntó perpleja.

—A ver— me dirigí al sofá y le hice un gesto para que viniera conmigo, nos sentamos. — Me gustas Bella, me gustas cómo a Rose le gusta Emmet, o a Jake le gusta Ángela…

—Pero no me has vuelto a besar, desde el día del árbol. —Recriminó.

—Lo sé,—asentí. — Creo que lo mejor es ir despacio, que tú me vayas conociendo, y que te des cuenta si en realidad yo a ti te gusto de esa manera o no. No quiero presionarte. Entiendo que estás en mi casa, y conmigo continuamente, que tampoco te hemos dado más opciones, no quiero que te sientas obligada por ello.

—Tú quieres…

—A mí me encantaría Bella pero…

La sentí sobre mí, con su cara casi pegada a la mía, mirándome a los ojos fijamente, se mordía el labio y fruncía el ceño, como si se estuviera reprimiendo.

—¿Me quieres besar?—Preguntó en un susurro.

Su aliento me llegó, provocándome sensaciones de hace tiempo, el corazón se sacudió en el pecho. Acorté la poca distancia y posé mis labios en los suyos, acariciándolos, moviendo mi cabeza lentamente de un lado a otro haciendo que nuestros labios se presentaran con un roce, y tomé aire, dejando que mis pulmones se llenaran de su aroma .Sentí como ella movió sus labios sobre los míos, pensé que ella lo sentiría como el primero de sus besos, que sería inexperta en ello, pero me equivoqué. Sus labios siguieron rozando los míos, presionando de vez en cuando, yo respondí de la misma manera, en un beso suave. Sin esperarlo lamió despacio mi labio superior, llevándome al cielo, con mi boca atrapé su lengua, y reanudé el beso explorándole con la mía, entregándole con él todo el amor que había guardado estos meses atrás.

Nos separamos buscando aire, y ella sonreía, me miraba arrebolada, hermosa.

—Bella…—Suspiré, besó mis labios de nuevo, en un corto beso, y me abrazó quedando su cara escondida en mi cuello.

De repente mis pulmones tenían más capacidad que antes, mi cuerpo liberaba sensaciones de plenitud. Se incorporó para ponerse frente mí.

—Entonces…podemos dormir juntos…—no era una pregunta. Asentí jubiloso ante el giro de la situación. Volvió a meter su carita en el hueco de mi cuello. —A mi me gustas más que a Rose Emmet. —Su aliento en mi cuello estaba haciendo estragos, y tener todo su cuerpo pegado al mío como hacía meses, me lo complicaba todo bastante más.

—Por…qué dices eso… —hasta me costaba hablar.

—Yo no te pegaría una patada. —Volvió a susurrarme mientras con su mano acariciaba la parte libre de mi cuello. Sabía que para ella sólo era cercanía, unos mimos sin mayor fin, pero para mí se estaban convirtiendo en una tortura, la peor. Noté como mi entrepierna no se hizo de rogar.

—¿Ni… siquiera si te llamara conejita?— Y en un movimiento la aparté de mi cuello, poniéndola enfrente de mí. Evitando que se diera cuenta de la inminente erección que estaba provocándome.

—A mí me gustan un montón los conejos, y las conejitas también. Tú me lo puedes llamar y yo no te pegaría por ello. —Era adorable.

Le besé en los labios, un beso rápido.

—¿Nos vamos a dormir?—Asintió, se levantó y respiré.

Quizá era un pervertido por la situación de Bella, pero deseaba a esa mujer como nunca lo había hecho. Estaba tan sexy así sin más que su ropa para dormir, su inocente expresión contándome todo aquello de los conejos…Si se enterara por lo que mi cuerpo clamaba, probablemente se asustaría.

En la cama se acurrucó a mi lado y yo comencé a visualizar uno por uno a todos los jugadores de los Pistons…para continuar por los Nicks, los Celtics, incluso llegué a la conferencia oeste…hasta que mi compañero, el impertinente, se durmió.

Entonces simplemente disfruté de su calor, cercanía, de la forma más pura, la suave cadencia de su respiración fue mi tranquilidad, mi somnífero.

Capítulo 26

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