Capítulo 2

Bella POV

En la salida estaban las parejitas, acaramelados a más no poder, ¿Era mi mente borracha o estaban de verdad tan cerca unos de otros? Ángela me sujetó del brazo y me solté de la mano de Edward.

—Pues menos mal que era un «ni lo sueñes»—Ángela trató de imitar mi indignación del principio de la noche, apartándonos un poco del grupo. Se mofaba de mí literalmente.

—Es que no ha pasado nada, así que sigue siendo así. Y no me toques las narices que ha sido un favor para ti. —Le señalé tratando de fingir seriedad.

—Quien lo diría, menudo baile, vosotros sí que teníais a la manada frenética, os tendríamos que haber grabado, eso gráficamente era echar un polvo bailando. —Me miró picara, elevando las cejas.

—Que exagerada Ang, no era para tanto, además era un juego. —Rodé los ojos.

—¡¡Chicas, los taxis!!—Caminamos hasta ellos, vi como Rose y Alice se metían con Jazz y Emmet en un taxi. Parpadeé confusa.

—¿Dónde van ellos?—Le pregunté a Ángela en un discreto tono mientras nosotros cuatro nos metíamos en el taxi. En la parte de atrás estaba rodeada de Edward y Ang, y   Jake delante.

—A mi casa. —Susurró Ángela.

—¡Pero estamos locos! ¿Dónde voy yo? —Abrió mucho los ojos indicando con una mueca que me callara, quizá había hablado muy alto.

Jacob dio una dirección al taxista. Miré a Edward que sonreía como un niño pequeño, inocentemente, le devolví la sonrisa no sé muy bien por qué,  pero lo hice, y como me correspondió me sentí bien, si, sentí calorcito en mi cuerpo.

—¿Es que nos vamos a seguir la noche?, porque yo que queréis que os diga, llevo una melopea que no sé si soy válida para mas cachondeo… —Una vez sentada en el coche me di cuenta que estaba cansada.

—Vamos a mi casa Bells. —Jake se volvió en el asiento.

Mentalmente hice el recuento de habitaciones en casa de Ángela, dos, más un pequeño sillón donde dormir no era opción. ¿Cuántas habitaciones tenía la casa de Jake?, por el bien de todos esperaba un  mínimo de dos con un gran sillón.

No dije nada, ni siquiera cuando entré en su casa, y conté cuatro puertas…mierda…

—Ang…—Se volvió en el pasillo mientras Edward y Jake entraban a lo que parecía el salón. — ¿Vais a dormir juntos?— Mi cara era cautelosa. Y mi pregunta era tan absurda como esperar contestación.

—Si…hemos…hemos vuelto…—Vaciló.

—¡¡Genial ¿no?!!— Tanto tiempo a que esto pasara, más el alcohol corriendo por mi organismo, hicieron que se me olvidara el temor de las habitaciones. ¡Ellos estaban hechos el uno para el otro!

—Sí pero… —Estaba preocupada.

—¿Qué?

—Tienes que dormir con Edward en el sofá cama. Lo siento.

—  Supongo que va dentro del servicio “ocupa su tiempo mientras rehago mi vida con mi ex…”—Me encogí de hombros, qué iba a hacer, tendría que dormir con ese dios terrenal en la misma cama, haría el esfuerzo…

Comencé a caminar hacia el salón, los chicos estaban hablando y estirando el sofá.

—Bueno amigo, no solo te tocó bailar con la más fea, sino que ¡¡también te toca compartir cama!!— Le hice un gesto con los pulgares. Estaba realmente mareada. En ese momento me lo noté demasiado.

—¡¡Pava!!—Ángela me dio en el brazo—Deja de decir chorradas.

—Venga ya…dejadnos las sábanas y piraros a recuperar el tiempo perdido. —Ángela tornó a roja, y Jake la abrazó desde atrás para acto seguido sacarla del salón.

—No estoy de acuerdo contigo. —Ambos estábamos boca arriba, yo recostada sobre una almohada, ligeramente incorporada, la cama me daba vueltas. No me encontraba muy bien. ¿Sería garrafón? ¿Me iba a poner a vomitar y hacer todo un espectáculo delante del chico precioso?

—¿Cómo dices? — No quise ni volverme ni mirarle por miedo a marearme más.

—No me ha tocado la más fea— Sentí el calor instaurándose en mis mejillas, gracias luces apagadas. Se me olvidó hasta el mareo por una décima de segundo, pero volvió.

—No reacciono bien a este tipo de cumplidos así que déjalo estar, además de que, hablo por mí, las copas me tienen en otro nivel ahora mismo, y no quiero debatir sobre la belleza de las ranas. — Empecé a reírme, mi padre a veces me llamaba así, y no sabía  por qué me vino en ese momento el recuerdo.

—Eres muy graciosa. —Se rió conmigo.

Paramos de reír y comenzaron unos ligeros golpes rítmicos en la pared.

—No me lo puedo creer…—Cogí un cojín y me tapé la cara, escuché de nuevo la risa de Edward. Esto era demasiado.

—Nos empatan, nos hacen el plan, nos eligen cama, y ahora…—Edward bufó.

—Sí, y ahora nos toca escuchar cómo se reconcilian. —Me entró la risa de nuevo. Y no estaba mal, porque eso me hacía salir de la espiral de vértigo de hacía un instante.

—Prefiero estos a Em…—Los golpes comenzaron a ser más fuertes, incluso se escuchaban jadeos de fondo.

—¡¡Mis oídos vírgenes!!— Grité contra el cojín.

Edward dio la luz.

—¡Apágala!—Casi grité.

—¿Por qué?

—Tendremos que intentar dormir ¿qué pretendes hacer si no?—Levantó las cejas de forma sugerente.

—¿Perdona? — Mi cara descompuesta le dijo todo.—Es broma. —Se levantó y salió del salón.

Al rato vino con un vaso de zumo.

—Ten, te sentará bien. —Me lo dio con una pastilla. —Mañana estarás mejor.

Se levantó y miró en la estantería del salón, había bastantes libros para ser un piso de la playa. Mientras le observaba me bebí el zumo a pequeños sorbos y me tome la pastilla. Era médico, esto no era como una automedicación ni nada de eso. Joder…Que bueno estaba…y no me refería al zumo.

—¿Algo potable? —Pregunté para desviar mi atención de su trasero.

—¿La Metamorfosis? —Sugirió agachado.

—Estoy más para escuchar Fábulas que a Kafka.

—Así que quieres que te lea… —Se volvió y me miró sonriendo con un libro en la mano.

—Me gusta que me lean para dormir. — Me acomodé sobre la montaña de cojines. Si, era algo que me sumía en una tranquilidad que me transportaba al sueño sin problema.

Hablamos un rato sobre libros. Edward no encontró Fábulas en la estantería, y otra opción era En busca del Tiempo Perdido. Demasiado denso.

El ruido cesó, y gracias al cielo que en la habitación de al lado no fueron a poruna segunda vuelta.

19 Agosto

Mañana .

Me desperté con el sol alumbrando de pleno la cama, apuntando sin piedad a mis ojos resacosos.

—¿Qué jodida orientación tiene esta casa?, ¿Es que la han plantado en el sol?, ¿Dónde cojones están las persianas?—Siseé tirando de la almohada para ponérmela sobre la cara. Me sentía completamente pegada a mi inconsciencia y no me podía creer que esa luz fulminante me estuviera sacando de mi sopor.

—¡¡Eh!! ¡¡Que yo también estoy aquí!!—Abrí los ojos como pude y encontré a Edward tumbado con la cabeza sobre el colchón y tratando de taparse la cara con el brazo. Era cierto, él también estaba conmigo en una cama.

—Joder, lo siento, no me acordaba que estabas aquí. — Mis cejas subieron a la raíz de mi pelo ubicándome

—¿Y dónde iba a estar?—Preguntó malhumorado.

—Vaya despertar, rubio… —Protesté.

—Habló la de los versos de Neruda…—No pude evitar soltar una carcajada sonora, era cierto, había despertado jurando en hebreo. Era la resaca…

—Lo siento…—Me avergoncé, pero no podía parar de reír, más que resacosa parecía que iba todavía algo bebida.

—Deja de sentirlo y baja las persianas si es que este jodido salón las tiene, o las cortinas, o la manta…por favor…apaga el sol…—Comenzó en un arranque de mala leche para terminar suplicando.

Cogió su parte de almohada y se la puso por encima de la cabeza. Volví a estallar en carcajadas. Ese tono lastimero me pareció hilarante en él.

—Y encima te ríes…—Su voz sonaba amortiguada por la almohada.

—Si es que no me queda otra, ya me dirás…no hay persianas…ni cortinas…y no encuentro el interruptor…— No podía parar de reír. Y mis convulsiones movían la cama.

—Esto…—se sentó sobre la cama, con el pelo revuelto y guiñando un ojo…era precioso…así levantado, paré de reír en seco —…nos lo tenemos que cobrar, Bells. Hemos terminado en el peor dormitorio, si es que a esto —señaló abarcando con los brazos el salón —se le puede llamar dormitorio.

Al ver lo perfecto que era recién levantado me pregunté a mi misma el aspecto que debía tener yo, menos mal que no éramos nada, si no saldría corriendo. ¿Nada? Después de verme así había machacado las posibilidades. ¿Posibilidades? Había que ver la de tonterías que se piensan de resaca.

—¿Qué pasa?—Me sacó de mis divagaciones mentales.

—Nada, estoy de acuerdo contigo, si la situación sigue así los dormitorios rotan. —Zanjé y me atusé el pelo, estaba demasiado enredado para lograr algo con los dedos.

—Claro que seguirá así, Jacob y Ángela han vuelto, y los otros cuatro están muy compaginados, no había más que verlos anoche esperando el taxi. — Estaba molesto por la situación, si, era complicada la verdad.

—Ya, bueno, anoche, las copas, ya sabes…hoy quizá sea diferente ¿no?—Dije pensando que quizá fueran líos nocturnos sin intención de nada más. Negó con la cabeza.

—Pero si apenas bebieron Bella. —Me estaba gustando que dijera mi nombre, sonaba tan especial en sus labios…¡¡corta con eso!!— Tú y yo nos bebíamos las copas mientras ellos se dedicaban…

—Ya, para, ya te he entendido. —Negué para mí misma—somos lo peor, y además hoy todos estarán, felices, contentos, sin resaca…

—Y bien follados…

—Bueno eso de bien follados…—Empecé a reír de nuevo, esto no tenía ni pies ni cabeza.—…lo dices tú…

Levantó una ceja y me miró con sorna

—¿Y qué sabemos nosotros como se lo montan?— Le devolví ante su mirada inquisidora. Seguimos riendo los dos. —Dios mío, creo que todavía voy borracha…

—Si solo fueron tres copas…

—Lo sé, no debería probar ni gota de alcohol. Tiene consecuencias rápidas y nefastas sobre mí.

Edward miró el reloj.

—Apenas son las siete de la mañana…hemos dormido dos horas. —Me dejé caer sobre la cama. Derrotada.

—¿Qué hacemos?

—¿Cómo que qué hacemos? Tratar de dormir. —Era obvio, no había otra opción.

—Si casi no se puede respirar aquí del calor que hace. Y eso que el sol todavía no está en su mejor posición para atacarnos de frente.

—Esto es una pesadilla, deberíamos despertarles con un petardo a todos estos desgraciados que han planeado por nosotros…—Volvió a reír.

—Lo dicho, eres muy divertida.

Nos quedamos un rato en silencio mirando al techo, y retiramos la sábana de encima, sobraba todo, él llevaba unos bóxers, pero a mí me cubría una enorme camiseta de algodón que él me había dejado, estaba empezando a sudar.

—¡¡Buff!!No puedo más de calor, esto es un horno. —Me incorporé.

—¿Y si nos vamos a la playa?—La piel se me erizó solo de pensar en meterme al agua en este momento, que gustazo…

—¿Sabes ir?¿Tienes coche?¿Llamamos un taxi?—Salté de la cama como alma que lleva el diablo.

—Sí, no, no. —Resolvió golpeándose el labio inferior con su índice.

—¿Eh?—Me quedé mirándole, sin entenderle, desde los pies de la cama, él seguía tumbado.

—Se ir a la playa, no tengo coche, y no llamaremos a un taxi, porque podemos ir en la moto.

En ese momento la cordura me llegó de golpe, no tenía bikini, pero mi ropa interior valdría. Miré a mí alrededor y alcancé la camiseta de la noche anterior, me la llevé a la nariz.

—Puag, que asco…—Le miré triste—¿Me dejas tu camiseta?, el pantalón me lo pongo, pero esto…—la cogí con dos dedos y la dejé caer al suelo. — Me niego.

—Sin problema.

 

Capítulo 3

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