#46#

Kate se había incorporado a su trabajo de manera normal tras las vacaciones de Navidad, y en el momento en que Edward bajaba de ayudar a Bella con la ducha antes de comer, su hermana entraba en casa, trayendo con ella una sensación de frío por la inmensa nevada que asolaba la ciudad.

—Esto es un infierno, tendrá que volver a pasar la quitanieves, si no, no sé si esta tarde vuelvo al trabajo. —Edward se acercó a ella y besó su mejilla helada y roja.

—¿Qué tal la mañana?

—Bien, sin novedad. ¿Qué tal Bella?

No había pasado a verla en ningún momento, no se sentía con fuerzas después de cómo había machacado mentalmente a esa mujer. Tampoco podía evitar pensar, que en parte ese estrés que Bella había pasado era por su culpa. Ni siquiera sabía como mirarla a la cara después de todo. Pero no olvidaba en ningún momento preguntar por su estado de salud.

—Se siente fatal por tener que estar supervisada constantemente y no poder hacer las cosas por sí misma. Pero bueno, entre una tontería y otra lo lleva bien.

Se dirigieron hacia el salón cuando Kate se quitó los zapatos de la calle. Y se sentaron frente a la chimenea que desprendía ese calor tan reconfortante en los días de frío.

—He solicitado el divorcio a James, ya he enviado los papeles. —Kate miró fijamente las llamas que salían por encima de los leños.

—¿Qué tal estás?—Edward respiró aliviado, sin querer que se le notara por no dañar a su hermana.

—Creo que es lo adecuado, y no quiero custodia compartida. —Lo soltó de corrido y mirando al suelo, como si fuera un deseo más que algo factible.

—Yo no te voy a persuadir de ello, pero…

—Muy bien chicos. —Esme entró al salón con su delantal florido y con las mejillas arreboladas. —La comida está lista. Edward ¿comes con Bella?—Este asintió y se levantó, un poco  molesto porque su madre cortara la conversación. —Hay caldo, Kate, te hará entrar en calor. ¡Vamos!—Apremió al ver que su hija seguía sentada.

—Seguiremos con esto en otro momento, si quieres. —Le susurró Edward.

—Esto es un rollo Alice. —Bella miró por la ventana como anochecía.

—Pero tienes que hacerlo así que…dedícate a algo que te entretenga sin menearte de la cama. —La voz de Alice al otro lado del teléfono era alegre.

—Estoy por pedirle a Edward que me deje pintarle las uñas. — Alice soltó una carcajada.

—Por favor, hazlo, no se va a negar porque está en plan “todo por mi Bella”, y saca una foto.

—En serio que eres perversa. Si se pasa el día aquí conmigo, tiene que estar aburrido no, lo siguiente. Y encima aguanta estoicamente todas mis tonterías.

—Eso es el amor Bella. —Dijo queda.

—¿Qué tal van las cosas por el paraíso?—Bella quería cambiar de tema, estaba cansada de su situación.

—Pues perfectas, la propia palabra lo dice: paraíso.

—Te noto pletórica Al.

—Lo estoy, pero todavía no puedo decir porque. —Bella se tapó la boca ante el aspaviento que hizo.

—Estás embarazada. —La acusó.

—No te lo puedo decir. —Rió con un gorgorito.

—Vale, vale, hasta que no sea oficial no te felicito entonces.

—No digas nada a Edward, con todo el tiempo que pasáis juntos no me extrañaría que se os terminaran los temas de conversación.

—¿Pero no que no me habías dicho nada?

—¡AY Bella! Estoy de dos meses, pero ya sabes, no puedo decirlo. Por cierto, cambiando de tema, Jacob y Vasu están teniendo una crisis.

—No.

—Sí, los celos, Jacob es extremadamente celoso, pero adivina de quien.

—¿Pero lo conozco?

—La, la, que es la…

—¿De una chica?— Se asombró Bella.

—Sí, es que eso de hacer poco que han salido del armario, crea dudas amiga.

—Dime quien por favor.

—Que floja eres, no me has dicho ni un nombre. Según Jasper desde hace tiempo a ella le gustaba.

—¿Pero es que se ha confirmado algo?

—No, y yo creo que son infundadas por parte de Jacob, yo también tendría que estar celosa por esa regla de tres, y parece ser que tú también.

—¿Pero qué dices?

—Vaaale, es Fátima.

—Ah…—Bella se quedó pensativa. —Es cierto que le ha gustado Vasu siempre, y bueno, que no se corta a la hora de mirar al resto…

—Ahí está la clave, que Jacob dice que Vasu le da demasiada bolilla.

—Este Jacob es tan territorial…

Edward entró con la bandeja de la cena en la habitación. Bella tapó el auricular y le susurró que era Alice mientras dejaba todo en la mesa auxiliar.

—¿Qué tal  te va con el terapeuta?

—El terapeuta…—Bella sonrió a Edward que le miró arrugando la nariz. —A mi me va bien, pero quizá esto tengas que preguntárselo a mi chico, el cual tiene unos atroces e infundados celos con el susodicho.

—Voy a tener que hablar con Jacob de algo más que de submarinismo y clases…—Edward lo dijo lo suficientemente alto para que Alice lo escuchara, la cual, estaba tronchándose de risa tumbada en una de las hamacas de la playa.

—Dile al fotógrafo que se deje de sandeces, que todavía nos acordamos de sus flirteos con las modelos y su levantar pasiones en la isla cuando lo conocimos.

—Es cierto…—Bella miró a Edward especulativamente. —Eras un pedazo de guarro flirteador. —Edward frunció el ceño sin entenderle. —Cuando llegaste   a mi hotel. —Le dijo resuelta.

—No estábamos juntos. —Le dijo por lo bajo mientras distribuía los dos servicios de la cena en la mesita.

—Pero ya me gustabas. —Le sacó la lengua y él se sonrió creído.

—Bueno, creo que os voy a dejar, que ya estáis con vuestras cosas y yo desde esta paradisiaca playa—lo remarcó con un retintín que a Bella la dejó añorando su isla— no me entero de nada. Os quiero chicos, dile a ese golfo celoso compulsivo que te cuide.

—Yo también te quiero pelotuda. —Alice rió como una demente y colgó.

—Lo que no veo justo es que tenga que salirme de la habitación cuando Eric está aquí contigo. —Se sentó en el borde de la cama y metió la mesa entre los dos mientras Bella se incorporaba, rodando los ojos ante la manida  conversación.

—Es algo personal, ya sabes. Esas charlas que me impiden caer al abismo. —Se burlo Bella. —No en serio, creo que eres un poco excesivamente celoso.

—Soy un poco, no excesivamente, no pongas las dos palabras juntas. —Le rebatió. —Pero es que te toca y te mira…

—Deja de decir estupideces, me toca porque me tiene que tocar para ayudarme, y me mira, como mira a todo el mundo. Creo que tienes la mirada sucia. —Concluyó cogiendo el tenedor y pinchando en el bol de la ensalada central.

—Tengo la mirada como la tengo. —Hizo un mohín. —Verde, para ser exactos. —Bella no pudo reprimir la carcajada, le parecía tan adorable que Edward estuviera celoso en su estado.

—Preciosa. Y caliente como el infierno— Le miró intensamente y se mordió el labio inferior haciendo que Edward se encendiera al instante. Ella odiaba no poder tener sexo con las horas eternas que se pasaba postrada en la cama.

—No juegues así conmigo pequeña, tengo agujetas en el brazo.

—¡Edward!—Dejó el tenedor con la ensalada en el bol de nuevo y comenzó a reírse.

—¿Qué quieres que haga?—Le miró perplejo.

—Eres como un adolescente. —Volvió a coger su tenedor y comió la ensalada sin querer mirarle. Había pasado un mes desde la última vez tras la exposición, y después del ritmo que llevaban en su rutina, eso era más que demasiado. — ¿Qué tal la venta de las fotografías de la exposición? La verdad es que ni siquiera se me ha ocurrido preguntarte antes. —Se sirvió el pescado a la plancha de la fuente.

—Pues tus fotos se vendieron esa misma noche, parece ser que incluso les costó mantenerlas los dos días que duraba la muestra, el comprador las quería inmediatamente.

—¿Qué bien, no?

—Sí,  es que tu cuerpo nena…—Su tono de voz cambió y se volvió ronco, y Bella tembló.

—Para, por favor. Yo tampoco soy de piedra y no me permiten tener agujetas en la mano ni nada que se le parezca.

—Lo siento. —Se disculpó.

—¿Y no te pone celoso que tengan mis desnudos por ahí?

—No se te ve la cara. —Bebió agua del vaso y le miró mientras lo hacía. Era algo que no le preocupaba en absoluto. Nadie sabría a ciencia cierta quién era la dueña del cuerpo, además, eran artísticas.

Bella se le quedó mirando sabiéndose pérdida por ese adorable hombre.

Sonaron dos leves toques en la puerta de la habitación.

—¿Se puede?—Esme venía con Sofía frotándose sus somnolientos ojos. —Esta pequeña quiere dar las buenas noches a sus tíos.

La niña se dejó caer en brazos de Edward,  el cual la acogió de buena gana besando sus mofletes calentitos.

—Tía Bella. —Se volvió en su abrazo tras devolverle el beso a Ed, y Bella abrió los ojos ante la sorpresa del apelativo por parte de Sofía.

—Dime cariño.

—¿Me vaz a dejar querer a tu bebé como a un hermanito?—Esperó paciente la respuesta, con una sonrisa anhelante.

—Claro cielo. —Respondió suavemente acariciándole la mejilla. —Será como una hermanita, porque seréis primas.

Por un momento le pareció increíble que aquella niña que vio en la playa y que junto con su madre truncaron su vida de pareja hacía unos meses, que parecían años, estuviera con ella pidiéndole semejante cosa.

—Ez que mi mamá me ha dicho que no me va a traer un hermanito tampoco para mi cumpleañoz, entoncez, como a ti tío Ed ya te lo ha puezto en la barriga, puedo quererlo como zi también fuera mi hermanita ¿verdad? Ez máz fácil  a que mamá lo traiga, porque papá no ze lo quiere poner a ella en la tripa.

Bella asintió tras la lógica de Sofía, y el resto de los adultos negaron con tristeza para si mismos.

—Si no  me despierto pronto por favor, levántame ¿sí?

La oscuridad en el cuarto era absoluta. Llevaban un rato tratando de dormir. Bella estaba acostada sobre su lado derecho con la almohada entre sus piernas y su espalda pegada al pecho desnudo de Edward. Era la única forma de estar en contacto sin que sus hormonas y deseos se volviesen contra ellos.

—Aha…—Edward adormilado le contestó con un suspiro y le pasó la mano por el brazo, igualmente desnudo.

—En serio te lo digo…—Volvió a susurrarle. —Quiero lavarme antes de que venga la Doctora Jackson.

Edward respiró con fuerza y comenzó a besar su espalda mientras sus dedos acariciaban la piel de su brazo con ternura.

—Que si…— Dejó un beso húmedo en el centro de su espalda y volvió a pegarse a ella. Sintiendo esta, su incipiente erección en su trasero.

—No creo que sea bueno que hagas esto, ni siquiera que durmamos desnudos…te empeñas te empeñas…y mira. —Movió su culo contra su erección y Edward gimió bajo. — ¿Ves?

—Yo lo controlo. —Susurró de vuelta. —Duérmete.

—Estoy nerviosa por la consulta de mañana.

—No te pongas nerviosa por eso por favor. —Ordenó en un susurro tajante.

Si de algo tenía miedo Edward, era que los nervios de Bella le jugaran otra mala pasada. No estaba dispuesto.

—Que no hombre, que no es en ese plan…solo espero que me dejen levantarme algo más. —Se sintió muy despierta.

—Bella.

—¿Si?

—Duérmete por favor, deja de moverte contra mí.

—¿Ves?—Se retiró en el acto despegándose unos centímetros de él.

—No, no veo, es hora de dormir, y déjame  a mi manejar esto, si en el fondo me gusta. —Sujetando su muslo con la mano le guió de nuevo a su posición inicial.

—Si a mí también, pero…

—Shhh…te amo. —Volvió a besar su espalda y ella quedó sonriendo en la oscuridad, hasta que el sueño se le echó encima

Bella se encontraba en el salón con Rose. Estaba realmente pletórica. Llevaba un mes en la cama y tras la visita de la Doctora Jackson durante la mañana, le habían comunicado que el reposo estricto había trabajado bien en su cuerpo y se podía permitir ciertas licencias, no así el sexo. Algo con lo que ambos papás decayeron en ánimo. Porque no era como si no lo desearan a cada instante.

Kate llegó a casa tras su jornada de la tarde y viendo que Bella se encontraba en el salón subió directamente a la habitación, encontrándose con Edward a punto de bajar las escaleras.

—¿Ha ido todo bien?—Ella le sonrió, aliviada porque la situación de Bella estuviera mejorando.

—Así es, puede levantarse y moverse por aquí, pero siempre cuidando de no hacer mucho esfuerzo. Y con mucho me refiero a que solo le dejan moverse por la casa. — Chascó la lengua. —Menos es nada. —Levantó las cejas. — ¿Has entrado a saludarla?— No sabía exactamente cómo abordar el tema, y lo hizo de la manera más natural.

—No creo que sea lo mejor para ella. —Dijo en tono de disculpa. —No se si se sentirá muy cómoda conmigo, y no quisiera interferir.

—Pues yo creo que se sentiría mejor si finalmente viera que todo está bien contigo. —Él se encogió de hombros. —No sé, siempre que esté bien contigo.

—Supongo que debería…—dudó de su siguiente paso.

Llevaba unos días queriendo hablar con su hermano. Sobre James y lo que había visto en su casa la tarde que le había ido a visitar. No sabía cómo afrontarlo, y le había costado mucho llegar a la conclusión, que quizá su futuro ex marido fuera un problema futuro para ellos.

Edward le sonrió de vuelta, poniendo una mano sobre su hombro y masajeando dándole su apoyo de una manera muda. Kate se aclaró la garganta sin necesitarlo, solo para armarse de valor.

—¿Tienes un rato? O…

—Si claro, Bella necesita un poco de tiempo de chicas.

—¿Me acompañas a mi habitación?, no quiero que nos molesten. — Edward se alarmó ante la cara de circunstancias de su hermana. Asintió y le siguió hasta su cuarto.

—Me estas asustando un poco Kate. —Le dijo sentándose en la cama.

—Esto es un poco complicado…—Comenzó dudando haciendo que Edward sintiera su ansiedad en la garganta. — El otro día te dije que iba a luchar porque James no pudiera acceder a Sofía. —Edward asintió. — El día que fui a verlo…me lo encontré…—Caminó nerviosa por la habitación sin mirar en ningún momento a su hermano, sabía lo visceral que era Edward y lo protector que era con lo suyo, sobre todo con Bella, y su reacción respecto a lo que le iba a contar era algo que le preocupaba.

—Kate por favor, me va a dar un colapso. —La sensación negativa que tenía respecto al tema y lo que Kate estaba vacilando le estaban sacando de sus casillas.

—Estaba…—¿cómo explicar lo que vio?— Mierda Ed, estaba tirado en el sofá, dormido y completamente borracho, a cuenta de las botellas vacías de la mesa y…tenía unas fotos de una mujer desnuda por la sala…varias. —Edward no entendía a donde quería llegar.

—¿Estaba solo?—Kate asintió.

—Las fotos eran de una mujer embarazada. —Edward dejó de respirar. —Él…él …se había…

—¡Qué!—No le cabía ninguna duda de que estaba visualizando a Bella en esas fotos.

—Masturbado…—Edward sintió su estómago retorcerse, creando una furia en su interior que crecía de manera exponencial a cada segundo que pasaba.

De repente un flash de Kevin indicando que sus fotos se habían vendido a la primera, y la urgencia de la entrega hicieron que la adrenalina corriera por su cuerpo como un tornado

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