Capítulo 33

31 Julio

Bella POV

Llevaba dos semanas trabajando en la clínica de Martin. Me sentía útil, empleaba mi tiempo en algo más que leer y pasear y eso me hacía sentir como una adulta más, alguien independiente. Tenía cosas nuevas que contar a la hora de la comida.

Tengo que admitir que la primera semana fue raro, la gente me miraba un poco asustada, me preguntaban continuamente qué tal estaba, haciéndome un escrutinio total, como cerciorándose que no me faltaba ninguna parte del cuerpo. La segunda semana todavía había gente que lo seguía haciendo, pero menos.

Alissa me contaba un montón de cosas de las que hacía antes en la consulta, y me maravillaba de todo ello. Decía que era de la mejores cirujanas equinas del condado. Yo no me veía capaz, de hecho no tenía conocimientos para ello, pero escucharle hablar de aquella época y de mi destreza era realmente satisfactorio.

Además de estar en ventas y atención al público me ocupaba de los animales en la transición al preoperatorio, incluso en los lavados ayudaba a Alissa y estaba más que encantada con ello. Me sentía de verdad útil, los animales se tranquilizaban conmigo, es más, había algo dentro de mi que me hacía conectar con ellos de un modo especial.

Era la hora de comer, entré en casa escuchando a mi madre hablar con alguien, con el tono de voz bastante más alto de lo normal, parecía que no me había escuchado entrar.

—¡¡No irá a Nueva York ,Edward!!, lo mejor sería que pusierais distancia entre vosotros.

Me quedé pasmada. Ese fin de semana lo estaba esperando con anhelo. Edward y yo nos volveríamos a ver.

—No tengo más que decir, no llames más por favor, deja de darle esperanzas, deja de hacerle creer lo que no es, deja de comportarte como un novio adolescente. Esto es más serio de lo que crees Edward. Adiós.

—¡¿Mamá?!—Recorrí el pasillo hasta donde estaba el teléfono.

—No te escuché llegar. —Me dijo tratando de poner un tono dulce y ocultar su acaloramiento.

Intentó besarme, pero me retiré y le miré confundida. Señalé el teléfono.

—Era Edward…—No lo pregunté. —Le has dicho que no voy a ir este fin de semana. —Le miré directamente.

—Bella cariño… —Me puso cara compungida.

—¡Déjame mamá!—Me fui directa a mi habitación.

—Tienes que comer Bella. —Le escuché detrás de mi.

—No tengo hambre.

Me tumbé en la cama, estaba cansada de que mamá se interpusiera en todo lo que yo quería hacer. Primero la Clínica ahora Edward, ¿es que acaso no quería que fuera feliz?, ¿y si perdía a Edward por su culpa?

—¿Ya te vas?—Mi padre estaba solo comiendo en la cocina—Si no has comido Bella.

—Me llevaré un plátano. —Le miré y cuando le iba a decir lo que había escuchado , mamá entró por la puerta.

—Come algo hija. —Intentó sujetarme por el brazo, me zafé y salí de la cocina.

Estaba en mi habitación, había pasado una tarde triste. El pensar que no iba a poder ir a Nueva York me carcomía. Ver a Edward… si estaba contando los días para que este día llegara.

Llamaron a la puerta, mi padre asomó la cabeza.

—Hola ranita.

—Pasa. —Le dije con mi sonrisa invertida.

—Tampoco has cenado. —Me dijo mientras se sentaba en la cama.

—No tengo hambre. —Era mentira, de vez en cuando mis tripas montaban una sonata y fuga por su cuenta, pero no quería cruzarme con mamá y en el cuarto era la única manera de librarme.

—Que ha pasado, dime.

—¿No te lo ha contado mamá?—Le pregunté confusa.

—Sólo me ha dicho que estabas enfadada, y que no irías a Nueva York, ¿problemas con Edward?—Acarició mi mejilla.

—Ella ha sido la que me lo ha prohibido papá. —Dije frustrada.

No me podía creer que se lo hubiera contado a medias. Charlie tragó, desconcertado.

—Bella…tu madre solo quiere protegerte.

—¿Protegerme?, ¿acaso Edward es malo?, ¿se porta mal conmigo?, ¿me está haciendo daño?… —Las lágrimas hicieron aparición en ese mismo instante.

—No nena, no es eso.

—No lo entiendo papá. Él me cuida…me trata bien…yo…

—Haremos una cosa, trataré de hablar con mamá, y si Edward puede el fin de semana que viene, que se venga aquí a estar con nosotros. —Acariciaba mi pelo una y otra vez.

—Sí pero…yo quería verlo este fin de semana…—Le miré suplicante. —Además iba a ir con las chicas a comprar el vestido para la boda de Ángela…papá no lo entiendo.

Me tape la cara, las lágrimas de impotencia caían sin cesar.

—Bella. —Mi madre asomó la cabeza por la puerta. —Alice al teléfono.

Me sequé la cara con las manos y me levanté de la cama, dejando a papá y mamá en mi cuarto.

—Hola Alice.

—Hola guapa ¿Qué tal?.¿Preparada para un fin de prenupcial?. —Me dejé caer al suelo arrastrándome por la pared.

Vi cómo Charlie y Reneé se metían al salón y cerraban la puerta.

—No me dejan ir Alice.

—¿Cómo?

—Mi madre no me deja ir a ver a Edward. —Susurré.

—Pero…no entiendo…

—Yo tampoco. —Le contesté con hastío.

—¿Y tu papá?, ¿qué dice?

—Que trataremos que el fin de semana que viene venga Edward aquí, no sé que pasa.

Hubo un silencio, yo pensaba en que era horrible que no me dejaran ir, y en llamar a Edward en cuanto colgar a con Alice, no quería que pensara que yo estaba de acuerdo con lo que mi madre le había dicho por teléfono.

—Mira…y… ¿si hacemos una cosa? —Alice interrumpió mis pensamientos.

—¿Qué cosa Alice?

—Tenemos que ir a comprar los vestidos de la boda…

—Ya pero…no va a poder ser, no me van a dejar.

—Pero te puedes venir a Boston.

—Bueno, seguro que allí sí que me lo permiten. —Dije resignada.

Tras un rato charlando con ella colgué y marqué el teléfono de Edward, pero no me cogió. Esperé bastantes tonos y finalmente resignada y sin escuchar su voz me fui a la cama.

1 Agosto

Bella POV

Martin me dijo que podía coger la tarde libre, que los viernes había menos movimiento. Cuando llegué a casa para coger la mochila esperaba que Edward hubiera llamado, pero mi madre no me dijo nada, y después de la discusión con ella y de que finalmente con ayuda de Charlie me dejaran ir a Boston, no quería provocar otra pelea.

Era la una del mediodía, estaba bajando del autobús en Boston y vi a Alice de lejos.

—¡Hola guapa!—Una Alice muy sonriente me saludó. —Vamos que llevamos algo de prisa.

—¿Prisa?—Le pregunté aturdida. — ¿Pero vamos a ir de compras ya?, yo estoy un poco cansada Alice.

—No, no vamos de compras, vamos al aeropuerto, el vuelo a Nueva York sale en 40 minutos, y vamos pilladas nena.

—¡¡ ¿A Nueva York?!!—No me lo podía creer, iba a verle, tenía ganas de ponerme a saltar como loca, pero Alice me lo impidió tirando de mi brazo para salir casi corriendo a coger un taxi.

Estábamos sentadas en el avión, una vez en el aeropuerto llamé a casa y le dije a Reneé que ya había llegado, y que estaba bien, Alice me contó que le dijera que ya le llamaría yo, que íbamos a estar muy ocupadas de tiendas. Yo no confiaba mucho en eso, mi madre fue bastante pesada con las llamadas a Edward cuando estuve fuera la otra vez.

—¿Y si llama mi madre Alice?—Le pregunté ajustándome el cinturón.

—Si justo lo hace cuando estés con Ed, yo no le cojo y te llamo para que tú lo hagas, no creo que note nada. Tu tranquila y a disfrutar del fin de semana.

No me podía creer que estuviera haciendo esto, eso de mentir así a mis padres no me gustaba nada, pero las ganas de ir a ver a Edward podían con todo.

—¿Estará Edward esperándome en el aeropuerto Alice?.

—Es una sorpresa también para él, se quedó un poco chafado sabiendo que no venías. Rose habló con él. —Alice abrió una bolsa de cacahuetes con miel y me ofreció, negué, se me había cerrado el estómago de los nervios.

—¿Te quedas con Jazz?

—No, en realidad este fin de semana Emmet y él han ido a una feria de esas de coches, ya sabes. —Rodó los ojos mientras se metía otro puñado. —Esto está delicioso, Bella, aunque sea hipercalórico. —Habló con la boca llena, y me hizo reír.

Alice era de esas personas en las que confías inmediatamente por la sencillez que le rodea en todo, y por esas pequeñas cosas que te alegran el momento. Me gustaba su compañía.

Estábamos las tres apretujadas en un taxi, ya que el taxista se había empeñado en que cabía todo en la parte de atrás con nosotras. Alice insinuó que igual tenía un cadáver oculto en el maletero, Rose rió, pero a mí me dio canguelo, el señor en si era bastante raro.

—Bueno pequeña. —Rose habló con voz grave. — ¿Preparada para un fin de mentirosa?, porque sabes que tienes que mentir a Reneé y Charlie cuando llegues el lunes. —Me miró levantando las cejas.

—AY no me digas eso, no sé cómo lo voy a hacer. —La angustia se me posó en la boca del estómago.

—No te estreses Bells. —Alice me dio una palmada en la pierna sorteando la mochila.

—No es la primera vez que mentimos en casa par a irnos por ahí de escapada, en la universidad lo hacíamos a menudo. —Apuntó Rose. Ambas se carcajearon al momento.

—Así que yo mentía…—me quedé pensativa.

—Buff nena ¡¡sin parar!!—Y sus risas se me contagiaron al instante.

Estábamos en la calle de la casa de Edward, las chicas se bajaron conmigo.

—Vale, nosotras esperamos aquí ¿sí?, por si no está. —Me dijo Rose—Se que ayer tuvieron la fiesta esa del aniversario de la Clínica o no sé qué historia, y me dijo que él libraba el viernes, así que, a no ser que se haya ido a correr y a pasar la resaca sudando tiene que estar en casa.

—¡Qué nervios! Como me gusta. —No pude evitar que lo que dije saliera en forma de gritito estúpido, provocando la risa de mis dos amigas.

—Si en diez minutos no bajas, nos vamos. Por cierto, mañana te llamaremos para la tarde de compras. —Alice lo dijo con soniquete haciendo un pequeño baile, que Rose acompañó chocando su trasero con el de Alice.

—Gracias chicas, si no hubiera sido por vosotras…—Les miré sonriendo.

Me besaron con efusividad.

—Para que están las amigas Bells.

El portero me reconoció en seguida.

—Hola señorita Bella. —Saludó desde el mostrador donde se encontraba.

—Hola Harry ¿ha salido Edward?

—No que yo sepa, he entrado a las nueve y no le he visto. —Me sonrió amable.

—Gracias Harry.

Me subí al ascensor, los nervios se atesoraban en mi estómago haciendo que me subieran en forma de tensión a la cabeza de vez en cuando. Tenía que inspirar profundo. Estaba llena de ganas de verle, rebosaba de ellas.

Me puse en frente de la puerta de su piso y toqué el timbre, casi temblando, la sonrisa no se me iba de la cara. ¿Me besaría en los labios cuando me viera?, mmm quizá esta noche hiciéramos el amor… un cosquilleo recorrió mi cuerpo al pensar lo poco que me separaba de él.

La puerta no se habría, volví a llamar de nuevo. Y al momento escuché las llaves abrir la cerradura, la inquietud en mi cuerpo era palpable, si me hubiera visto desde fuera seguro que temblaba.

Se abrió la puerta, y yo estaba preparada para dejarme caer entre sus brazos pero…

—¡¿Bella?!— Chloé vestida solo con una camisa oscura de Edward estaba plantada sujetando la puerta.

Mi boca se abrió súbito, el dolor se instaló perenne en mi pecho impidiendo que el aire entrara de forma normal en mis pulmones, el calor subió a mis ojos nublándome la vista por completo.

—¿Bella estás bien?—Podía escuchar su tono cínico en cada palabra. —Edward está durmiendo, ha sido una noche agotadora.

No podía moverme. Ladeé la cabeza un milímetro apenas, y las lágrimas cayeron raudas hasta el suelo.

Me di la vuelta y entré en el ascensor, sentí la puerta cerrarse detrás de mí. Por inercia presioné el botón de la planta baja.

La imagen que me devolvía el espejo era la de alguien destrozada. No podía ser real… Edward…no.

Sentí mi peso caer al suelo, y me dejé embargar por el sentimiento de desdicha que bañaba mi alma sin cesar. ¿Era de esto de lo que me quería proteger mi madre?

—¿Señorita Bella?—Escuché a Harry gritar cuando las puertas se abrieron.

—Quiero irme a casa…—apenas fue un susurro.

—¡¡Esto no se va a quedar así!! Este tío me va a oír. —Estaba en casa de Rose acurrucada en el sofá, bebiendo mi tercera tila.

Alice me tenía la mano cogida entre las suyas, y Rose caminaba de un lado a otro, bufando, como un potro desbocado.

—Por favor Rose. —Le rogué—No hagas nada, no quiero nada.

Ni siquiera sabía que sentía, solo quería dormir y dejar de pensar en él, al fin y al cabo Chloé armonizaba más con Edward. Las lágrimas volvieron a bajar raudas por mis mejillas, no quería esto, no quería estar así.

—Bueno, ya veremos. —Me miró apenada, y conteniendo la rabia a la vez.

Se acercó y me abrazó consolándome, Alice no soltaba mi mano.

—Quiero dormir chicas.

—Si cielo, demasiado día ya…—Alice tras una mirada a Rose me acompañó al cuarto de invitados.

Capítulo 34

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