Capítulo 10

22 Agosto

Edward POV

El móvil vibraba en mi mesilla, abrí un ojo, y me moví sintiendo la piel de Bella sobre la mía. Estábamos literalmente pegados el uno al otro, me sonreí, quería despertar así todos los días.

Muy a mi pesar me separé para mirar quien llamaba, Bella se revolvió en mi abrazo.

—¿Quién es?—Preguntó con voz somnolienta.

—Emmet. —Me quedé mirando la pantalla.

—Supongo que es el único que se atreve a llamar después de no dar señales de vida en un día entero— Rió contra mi cuello, y me hizo reír a mí.

El día de ayer fue, sin duda, una maratón de sexo. Me había convertido en un púber con las hormonas revolucionadas, incansable de Bella, de sus besos, de su tacto, del sexo con ella. Era ciertamente una chica muy sexual.

Desde que empecé desayunándomela literalmente había sido un no parar.

Pedimos comida al servicio de habitaciones a deshora, hablábamos durante la comida, y estrenamos todo el mobiliario de la habitación, ¿alguna vez había pensado en la fabulosa altura que tiene un lavabo?

—Dime, Em. — Bella acariciaba mi pecho con las yemas de sus dedos.

—Vaya, vaya…¡¡No están muertos!!—Emmet gritó. — O por lo menos tú no, dime que queda algo de Bella, que no está licuada por alguna parte de la habitación.

—Em… ¿desde cuándo trabajas en el CSI?, al grano por favor.

—No me digas que os he interrumpido…—bufé, haciéndole sentir a Em que ya bastaba — ya, ya. A ver, me ha llamado Jake, estamos pensando en que como es el último día, ir a comer todos juntos. El Monty´s ¿Qué os parece?, un poquito de marisquito, pescado…—Emmet empezó a enumerar como si fuera un relaciones públicas del restaurante.

—Lo hablo con Bella y os llamamos ¿vale?

—OK tío, todavía es temprano. —Miré la hora en la pantalla.

—¿Son las nueve de la mañana Em?, ¿es posible que estés despierto a estas horas?

—Tío, nos vamos a ver caimanes, estoy flipando con Rose…—escuché como bajaba el tono de voz— es mi medio limón.

—Em, que tierno, en serio, ¿medio limón?—Ahogué mi risa, escuchar a Em así era algo inaudito.

—Sí tío, estoy tonto perdido, lo sé. —Soltó una gran carcajada. —Hablamos, Ed.

Bella salió de la ducha, completamente desnuda, y a pesar de que el día anterior no nos vestimos en ningún momento, yo no me acostumbraría a su imagen así.

Comenzó a sacar ropa del armario.

—No te vistas. —Le rogué.

Se dio la vuelta y me miró ladeando la cabeza. Yo ya llevaba mis vaqueros puestos.

—Bien, tú vas así…—se mordió el labio mirándome lascivamente—… y yo me pongo unas braguitas, ya sabes, para que la moto no me roce… total si salimos con los cascos puestos nadie nos verá la cara ¿trato?— tendió su mano.

En dos zancadas la alcancé y la besé fieramente, no podía creer que la vida hubiera puesto  a semejante mujer en mi camino. Me respondió con pasión llenándome de su aliento, provocándome con el roce de su cuerpo.

Yo no quería salir de la habitación, así que traté de hacérselo notar rozándole con la inminente erección que me había provocado con sus palabras, y ahora con su cercanía.

De repente se separó. Gemí.

—Vamos Ed…—acarició mi cara—Yo quiero ir a ver las mariposas…—me hizo pucheros como una niña pequeña.

—Yo estaba casi listo…—le dije en un fingido tono airado, me alejé como pude, mi entrepierna tampoco estaba de acuerdo—…Me provocas saliendo así de la ducha, y te imagino encima de la moto en solo braguitas…entiéndeme.

Soltó una carcajada.

—Prometo compensarte por mandarte esas imágenes…—Me besó rápido y se volvió.

—¿En la moto?— Pregunté juguetón.

Se volvió a mí de nuevo.

—¿¡Edward!?—Fingió escandalizarse.

—Vale, vale, es que como aquí está todo probado…—Levanté las manos en señal de disculpa y me volví a poner la camiseta. Tratando de quitar su imagen reciente de mi calenturienta cabeza.

Llegamos al restaurante donde habíamos quedado con los chicos tras pasar la mañana en Butterfly World. Bella disfrutó como una niña, me mostró su faceta amante de las mariposas, contándome historias que pasaban por su cabeza mientras encontraba una u otra.

Fue una mañana perfecta, regada de miradas, besos, confidencias, la sensación que me causaba estar a su lado era como si estuviera con una persona a la que conociera de toda la vida, me daba mucha confianza, no había dobleces en ella.

—¡¡Bells!!—Alice se lanzó a Bella en cuanto la vio. Quité mi brazo de su hombro.

—Alice cielo…hace un día que nos vimos. —Bella le abrazó.

—Sí, pero pensamos que este, —Rose me señaló con desprecio fingido— te había absorbido. Que no habéis dado señales de vida, chicos. —Nos reprendió como una madre. Vi cómo Bella le ponía pucheros.

Saludé a los chicos.

—¿Ocho?—Preguntó un camarero, Jasper que estaba el primero asintió.

—¿Y bien Edward?, ¿Acaso podéis andar?—Em soltó una risotada y chocó una mano con Jake, que le siguió la broma.

Bella carraspeó, le noté un poco ruborizada.

—Em…¿Preguntamos Edward y yo algo acerca de vuestra primera noche cuando de madrugada salisteis disparados a casa?,—Bella miró a Jake directamente. — ¿Es que Edward y yo os interrogamos acerca de los golpes contra la pared aquella noche? —Bella levantó la ceja y Jake tragó seco.

Los dejó de una pieza. Sonreí a Bella orgulloso de su defensa

—Em, cariño, tienes que saber que con Bella es mejor no meterse, no suele tener pelos en la lengua, creo que te lo dejó claro en el restaurante la otra noche. —Rose apuntilló aun ya derrotado Emmet.

—Sí, tío, te las buscas solo. — Añadí.

Estábamos con el café. Bella hablaba sin parar de las mariposas de la mañana y Emmet luchaba por quitarle protagonismo con los caimanes, era simpático verlos pelear en broma.

—Desde luego Bella, si uno de mis caimanes se presenta en el mariposario ese, se las ventila, y sería la atracción seguro…maripositas…maripositas—Dijo burlón sin parar de reír. —Teníais que haber visto a esos bichos tíos, enormes como rocas, sin moverse, tan cerca, los hemos tenido a esto. —Dijo creando con sus manos un pequeño espacio.

—Supongo que estarás al tanto de que últimamente ha habido más ataques, de caimanes a humanos, de lo normal…ha salido en todos los medios, la falta de agua les hace buscar alimento fuera de su hábitat. —Bella le dejó caer.

Un escalofrío recorrió a Emmet haciendo que se sacudiera ligeramente. Vi cómo una relajada sonrisa triunfante cruzaba el rostro de Bella.

—Venga Bells, no asustes a mi gran caimán. —Rose besó a Em que miró a Bella de nuevo con horror.

Yo reía y sobre todo miraba a Bella, simplemente Bella, tan resuelta.

—Se te ve bien amigo, sonríes más de la cuenta. —Jake a mi lado me habló bajito.

—Es…increíble Jacob—le dije sin dejar de mirar a Bella. —Todavía no se si esto que me pasa es real, desde fuera se me verá como un auténtico imbécil, pero tío, no me importa.

—Te lo dije, Bella es especial.

—Lo es. Oye, ¿Qué tal con Ángela?, estoy a lo mío y me olvido de todo. —Le miré, de repente me sentí un pésimo amigo.

—Se viene a nueva York. —Una gran sonrisa abarcó su cara.

—Os merecéis vivir lo vuestro en condiciones tío, estáis hechos el uno para el otro.

Tras la comida los chicos se fueron a casa, Bella y yo nos fuimos al Cayo Vizcaíno. Un año atrás había estado con los chicos haciendo submarinismo, quería repetir la experiencia con Bella.

—¡¡Uau!! Esto ha sido bárbaro Ed. —Estábamos en la lancha que nos llevaba al muelle. Bella estaba visiblemente emocionada, una sonrisa enorme no se borraba de su cara, y sus ojos estaban abiertos y sonrientes.

—Sabía que te iba a gustar. — Era algo adictivo verla sonreír y disfrutar.

—Esos colores Ed…esos azules…—relataba soñadora, como si todavía estuviera debajo del agua. —Ha sido… ¡¡mágico!!

Con su euforia y mi disfrute ante ello, la llevé a la playa, el sol tardaría una hora en ponerse, y el espectáculo desde allí era sublime.

La gente estaba abandonando la playa.

Me senté apoyando la espalda contra una palmera, y Bella se acurrucó entre mis piernas, la abracé contra mi pecho.

—Edward…—suspiró.

—Ahá…

—Mañana…—Mañana, ni quería pensar en mañana, terminarían nuestras vacaciones…plantearlo me ponía mal.

—Sí, mañana. — Notaba que a ella tampoco le gustaba el tema.

—¿Qué vamos a hacer con…esto?

—¿Tú quieres hacer algo?— yo sabía lo que quería, pero las dudas sobre la posición de Bella me ponían nervioso. En ningún momento planteamos nada durante los días de atrás, simplemente disfrutamos del momento.

—Yo si, Edward. —Se dio la vuelta y me miró a los ojos, como si quisiera evaluar mi reacción. La cual no se hizo esperar.

—Quiero tener esto contigo, darle continuidad, probarnos. —Le sonreí pletórico. Ella me correspondió con la sonrisa.

—La distancia…suele ser dura…—de repente por sus ojos pasó una sombra de duda.

—¿Boston- New York?, eso no son distancias en pleno siglo veintiuno. —Le dije sin dudar en absoluto. Volvió a aparecer su sonrisa y mi corazón se llenó de júbilo. La atraje hacia mi pecho. — ¿Malas experiencias con la distancia?

—Supongo que es eso, pero claro, quizá el problema era que él no quería venir sin más. Porque para mí no suponía un dilema.

—Él era un estúpido si no quería ir a verte…pero me alegro que lo fuera, así YO si que iré, y no te dejaré escapar pequeña mariposa. —Dicho esto comencé a mordisquearle el cuello.

Ella comenzó a revolverse ante las cosquillas que le provocaba. Comenzamos un divertido forcejeo.

—¡Para Ed!—La tenía tumbada contra la arena.

Me puse sobre ella manteniendo mi peso en los codos y antebrazos. Con mis manos le sujetaba las suyas. Mi cara estaba a milímetros de ella.

—Entonces… ¿lo intentamos?… —le pregunté en susurro, besándole levemente los labios.

—SSSSSiii…—lo arrastró a la vez que me soplaba haciéndome cerrar los ojos. Y de forma desprevenida me dio la vuelta y se sentó sobre mi abdomen.

—¿De dónde sacas esa fuerza?—Le pregunté riendo.

—A ver quién crees que me ayuda con los caballos…—Rió mientras marcaba sus bíceps subiendo los brazos.

Volví a rodar sobre ella, una vez que la tuve debajo me apoderé de sus labios, rozándolos suavemente con los míos, sin dejar de mirarla, ella cerró los ojos en un gesto de abandono, me volvía loco.

Comenzó a moverlos sobre los míos, sacando la punta de su lengua, dándome pequeños toques con ella. Se la atrapé juguetonamente, abrió los ojos de nuevo, como sorprendida. Mi corazón botaba pidiéndome la palabra, demasiado pronto, pensé.

Succioné ligeramente su lengua para comenzar un beso profundo, sosegado, transmitiéndonos en cada caricia la inminente pertenencia que habíamos creado el uno en el otro. Yo lo sentía, quizá era precipitado, pero era, y eso bastaba.

Tras un rato de besos tiernos y caricias, sentimos cómo el sol llegaba al horizonte.

Con Bella entre mis brazos contemplamos el crepúsculo, yo pensaba en todo lo que nos quedaba por delante, el separarme de ella al día siguiente, ya no dolía.

Capítulo 11

2 comentarios en “Capítulo 10

Deja un comentario