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Era temprano y  Bella se dirigía con Kamala a la cabaña cinco, la chica del servicio le había dicho que había problemas en el baño, antes de llamar a la empresa de guardia de mantenimiento, decidió pasarse a ver los daños.

Edward a su vez salía de la cabaña siete, y Victoria le alcanzó antes de que se alejara de la puerta, Bella se ocultó tras los plataneros del camino en un acto reflejo, Kamala se le quedó mirando extrañada, ella le mandó entrar en la cabaña mediante gestos apresurados con las manos.

Bella no podía escucharlos, sólo veía a la pelirroja pasar sus manos por los brazos del  atractivo fotógrafo, y a este no sentirse nada incómodo.

—Si es que debería ser gigoló  y no fotógrafo. — Susurró, se sintió enfadada, rara, no le gustaba  la situación, y lo que menos le gustaba era verse a ella escondida allí, espiando. —¿Porqué estoy aquí mirando como una estúpida?— Entonces dejó de mirar, se sentó en el suelo pegando la espalda al árbol. Lo hacía para confirmarse que era un canalla en toda la regla, que no le importaba flirtear con todas, que solo estaba de caza, eso se decía a si misma de manera tajante.

Edward sonriendo por su descubrimiento se aproximó  al platanero. Y se la encontró afirmando con la cabeza, enfurruñada y haciendo unos gestos muy simpáticos.

—Buenos días señorita Swan. — Ella se levantó ruborizada.

—Buenos días señor Cullen. — Se puso a mirar las hojas del platanero evitando a toda costa su mirada.

—¿Algún problema con la palmerita?— Jugaba, la había visto esconderse por el rabillo del ojo, por ello había tonteado más de la cuenta con la modelo.

—Tengo que llamar al jardinero. —Miró la enorme hoja queriendo que la tierra se le tragara en ese mismo instante. —Creo que tienen plaga o…algo raro. —Salió al camino y se dirigió a  la cabaña cinco. — Tengo que irme, Kamala me espera…

Edward se puso a su lado. Quería ir un poco más allá.

—¿Sabe que se pone muy sexy cuando se ruboriza Señorita Swan? — Le susurró al oído, y Bella sintió cómo el vello se le erizaba, pero no lo dejó fluir.

—Señor Cullen por favor, deje esas estupideces para sus modelos. —No le miró, solo aceleró el paso para entrar en la cabaña.

Fuera Edward estalló en una estruendosa carcajada, estaba más pillada de lo que creía, incluso celosa…esos pensamientos le hicieron sonreír

Dentro, Kamala esperaba a su jefa sin saber qué hacer.

—No digas nada Kam. —Le rogó con la mirada, estaba muy avergonzada por su comportamiento.

Se preguntó si en el caso de que no le hubiera pillado, la sensación habría sido la misma. Lo descartó de la mente, no más pensamientos en esa dirección.

La sesión de fotos en la cabaña terminó.

—Bien, está quedando perfecto. —Alice miraba las fotografías en la cámara de Edward. — Esta tarde la tenemos libre. Mañana nos trasladaremos a otro lugar de la isla. —Miró a Edward.

—Lo tengo estudiado, hice averiguaciones para un cambio de paisaje. Madrugaremos bastante, para la luz de la mañana. — Metió los objetivos en sus fundas.

—Bien, a las cinco en la recepción, sin demora, saldremos en el pick up que el Hotel nos dejará. Si ya no me necesitáis chicos. — Todos negaron, tenían todo recogido. —Perfecto, pasad un buen día. — Y prácticamente saltando, salió de allí, seguida por el resto del grupo.

Edward continuó guardando los trípodes, se había quedado solo en la cabaña con las dos modelos

—Toda la tarde libre… ¿Qué haremos Vic?—Tanya habló en tono meloso, mirando a Edward y relamiéndose.

—Podríamos comer. — Victoria se aproximó al fotógrafo que trataba de aislarse de la conversación, pero le era imposible, eran muy atractivas, y estaba convencido de que se estaban proponiendo compartirle.

Victoria se le puso delante,  cuando  él se levantó se encontraron frente a frente, la modelo era alta, y a pesar de su metro ochenta su boca estaba a la altura de la atractiva chica. Sintió a Tanya detrás, casi rozándole

—Dime… ¿tienes hambre?— Su aliento le impactó en la cara, su cuerpo reaccionó positivamente al estímulo, era un hombre entre dos deidades, imposible no reaccionar así.

—Nosotras sí. —La rubia exhaló en su oído en un sugerente susurró.

Ante el nulo movimiento de Edward las chicas se pegaron a su cuerpo, Tanya comenzó a besar su cuello y Victoria alcanzó sus labios, rozando su abdomen con el sexo del chico.  Estaba muy excitado y comenzó a jugar con ellas, a perderse en sus caricias, a abrazar sus cuerpos. La boca de él bajó por el cuello de la pelirroja, y Tanya le subió la camiseta, palpando sus abdominales para introducir las manos en los abultados pantalones. Edward jadeó al sentir las frías manos de la modelo en su presto miembro.

—Mmmm estás listo vaquero…—Tanya miró a su hermana que disfrutaba de las caricias y besos del fotógrafo, la envidió,  ella quería recibir también. —A la cama con él.

Edward se vio catapultado  por ambas mujeres al colchón rebotando en él. Ellas comenzaron a desnudarse con movimientos sensuales, dándole un espectáculo digno de una bacanal. De repente, Edward pensó con mente fría, eran las modelos, todavía faltaban días para terminar, se iba a poner difícil, ya había pasado por ello, y… la imagen de una chica con el pelo castaño y los ojos chocolate  pasó fugaz.

Rápidamente se levantó de la cama, ante la mirada atónita de las chicas. Se abrochó el pantalón y bajó su camiseta.

—En serio…sois preciosas, no os ofendáis, cualquiera estaría encantado de esto…

—¿Perdona?—Tanya adoptó una pose y tono bastante agresivo, el calentón se le había cortado de repente y no era una mujer a la que acostumbraran a dejarla a medias.

—Que me voy chicas. —Edward les miró mientras recogía sus cosas. — Que disfrutéis de vuestra tarde libre. —Con una sonrisa y visiblemente acalorado abandonó la habitación.

En el interior de la cabaña se respiraba tensión, y no precisamente sexual. Y al otro lado de la puerta, la confusión en la cabeza de Edward reinaba de forma absoluta.

—¿¡Acabo de rechazar un menage!?  ¿Dos mujeres?—Comenzó a caminar hacia su habitación, sintiéndose raro, necesitaba una ducha fría. — Si lo cuentas no te creen tío. —Dijo para sí mismo. —Será mejor que Em no se entere de esto. —Y negando se alejó de la cabaña.

Bella se acercó al bar para tomar un té bien frío, venía de recibir a unos huéspedes, el día estaba siendo pegajoso.

—Hola Bells, se te ve acalorada cielo. —Rose se acercó a la barra. —Iba a pasear un poco, y a meterme al agua, menudo día ¿eh?

—Sí, hace calor, mucho. —La miró envidiando su situación. — Nunca pensé que diría esto pero…necesito vacaciones Rose.

—La semana que viene…no es eso de…

—Sí, pero eso no lo llamaría vacaciones del todo, al fin y al cabo es trabajo, aunque esté por ahí. Por cierto ¿me acompañarás?, eres tú la que lo conseguiste. — Bella le miró implorando un sí.

—Claro, a ver qué hago yo aquí sola con Alice y Jasper, queriéndose y lanzándose miradas  de esas que si estás en su recorrido queman.

—Si ¿no?, están como tórtolos. —Bebió un trago largo del ancho vaso colmado de té con hielos. — Gracias Jormá.

—Anoche se acostaron. — Le susurró al oído, Bella abrió los ojos como platos.

—Con razón Jazz se fue tan contento del despacho.

—Le preparó una cena en la playa, es muy romántico este Jazz. —La  rubia levantó las cejas un par de veces.

—No conocía esa faceta suya, pero la verdad, no me extraña, se le ve entregado en todo lo que hace. — Cogió el vaso y se levantó. —Tengo que dejarte, la cabaña cinco han tenido un percance y todavía no me he puesto en contacto con mantenimiento.

—Por cierto…no he visto al fotógrafo sexy en toda la mañana. —Bella sintió calor en las mejillas, se golpeó mentalmente por el encuentro matutino que tuvo con él. — ¿Y tú?—Como siempre las preguntas de Rose parecían desinteresadas, como si la respuesta fuera lo último que quisiera escuchar, pero Bella sabía que no era así.

—No…no. —Le dijo tratando de zafarse de su amiga.

—Es extraño, tienen el día libre, Alice me  lo ha dicho.

—Se habrá ido por ahí, no se va a quedar todo el santo día aquí encerrado. Me tengo que ir. —Le miró con cara de «tengo cosas que hacer y tú me estás entreteniendo con algo que a mí no me interesa».

Se dio la vuelta no sin darse cuenta de la enorme sonrisa que Rose puso en sus labios. Entonces se chocó con alguien y derramó todo el frío contenido de su vaso sobre el abdomen y partes bajas del susodicho.

—Ufff qué frío está eso…— Edward dio un paso atrás mientras sentía el frío liquido llegar a esa partes que hacía un rato estaban demasiado calientes. Contuvo el aliento.

Bella levantó la vista, pensó que la mala suerte había empezado desde temprano a trabajar y que no se había despegado de ella.

—Lo…siento…Déjeme la camisa…— Vio que los pantalones también estaba mojados. —…y…bueno, — señaló con el mentón de forma discreta el pantalón. —… mándelos a lavandería diré que se lo recojan inmediatamente, esta tarde lo tendrá listo. — Dejó el vaso vacío en la barra, y le miró disculpándose con los ojos.

—Tranquila Señorita Swan. —Remarcó. — No es necesario, es  té. Ya lo echaré a lavar con mi otra ropa. —Se ahuecó la camisa. — Además, necesitaba algo frío. —Le sonrió de lado. Ella trató de contenerse, pero no pudo evitar que los ojos se le entrecerraran ante el comentario salido de tono.

—Bueno, pues si no puedo hacer nada por usted, me retiro, tengo cosas que hacer. — Se dio la vuelta y antes de ponerse a andar, su voz le paró. Cerró los ojos y respiró profundo.

—¿Ha llamado al jardinero?, La plaga en las palmeras…—  Edward  disfrutó del momento, los encontronazos con ella estaban saliendo tan bien que ni a propósito. Bella volteó con una sonrisa en la cara. —…no estaría bien que se cargaran todo este entorno tan bonito.

—SI. Está controlado, gracias por su interés. — Y se volvió para irse a un paso ligero.

Las ganas de comprobar que tan canalla era con las mujeres le llevaron a esconderse detrás de la palmera, o eso era lo que quería pensar. Y esto lo iba a pagar caro, porque él estaba encargándose de recordarlo. Estaba claro que le había pillado mirándolo. Llegó al despacho maldiciendo internamente.

Victoria y Tanya salían de su cabaña, enfadadas era la palabra correcta, pero la una con la otra.

—Mira ¿eh?, que tu colocándote delante, le has besado, ¡¡joder!! Vaya con la tontita.

—Lo siento Tan, ha sido un impulso. Está condenadamente rico el fotógrafo, y parecía tan dispuesto…

—Y lo estaba, no sé que le ha pasado por la cabeza para dejarnos así.

—El caso es que los labios de Edward son deliciosos, creo que ya tengo algo para jugar en la  ducha ¿sabes?— La pelirroja rió con su ocurrencia y Tanya le  miró con asco.

En ese momento Bella se las cruzó  de camino a la cabaña cinco. Justo escuchó a Victoria, una punzada de furia comenzó a agrandarse en el centro de su pecho. Entró en la cabaña y respiró profundamente.

—¿Pero eres imbécil? ¿Qué esperabas?— Se dirigió al baño a ver la avería de nuevo y marcó rápidamente el teléfono para relatar los daños y lo que parecía haber pasado a la empresa de mantenimiento de guardia.

Encima el chico de mantenimiento del Hotel, estaba indispuesto.  Si el tiempo y las obligaciones se lo hubieran permitido se habría puesto a llorar metida debajo de las protectoras sábanas de su cama pero, ¿por qué?

—Faltan tres días para la fiesta, y ya está todo controlado. ¿Es por eso que estás así de nerviosa?— Estaban en la recepción mientras Jazz comprobaba las reservas que habían hecho para la semana que viene. — No sueles atacarte tanto. —Levantó la vista y vio cómo Bella estaba completamente ausente a sus palabras tamborileando con los dedos en el mostrador. Miraba a un lado y a otro, Jasper se sonrió y continuó  sin decir nada.

—Son las doce y media y ya no tengo nada que hacer. —Dijo exasperada.

—Si es que estás tan acelerada esta mañana que has batido un récord Bells. ¿Por qué no te relajas? Ve a la playa, o súbete al jacuzzi.

—Sí, algo haré. —Ausente, era la mejor palabra para definirla.

—¿Qué buscas?— Jazz apoyó los codos en el mostrador.

—Nada. —Volvió la vista al su amigo impresionada porque se sintió acorralada.

—Está en la playa. —Sonrió levantando las cejas. —Solo.

—Quien…—Bella lo sabía bien, resultaba obvio, y más para Jazz. —No estoy buscando a nadie…

—La verdad que es interesante hablar con él, no parece mal tío…claro, que yo estoy fuera de su jurisdicción, puede ser por eso que no me ponga nervioso hablando con  él ¿no?—Le miró jocoso. — Relájate Bells.

— Me voy al jacuzzi. —Dijo en un tono cansado.

Escuchó la risa suave de Jazz mientras se alejaba de la recepción. ¿Por qué no se podía quitar de la cabeza a ese botarate? ¿Cuánto faltaba para que terminaran el dichoso reportaje? ¿Por qué ese hombre no se iba al infierno de una vez y dejaba de colarse en sus escasas horas de sueño, y lo que no era sueño?

—¿Porqué cojones me estás despertando Edward?— La voz de Emmet además de adormilada sonaba enfadada.

—¿Tan temprano es?—Edward dejó escapar una sonrisilla, sabía de sobra que era demasiado, y más para su amigo Em.

—Son las siete de la mañana, claro tú debes de estar comiendo o algo así. Eres un tocapelotas Edward…desembucha, qué quieres.

—Algo así…A ver, se me ha roto un objetivo tío y lo necesito para ayer, aquí es imposible conseguirlo, imagino que lo sabrás. Te voy a mandar un fax a casa ahora mismo con los datos del que quiero, y por favor a primera hora lo mandas cagando leches aquí.

—¿No te puedes esperar a que yo llegue?— Emmet le habría golpeado de tenerlo de frente. — En tres días estoy, ¿no crees que llegaré yo antes? Siempre será más fácil que te lo mande desde mi hotel al tuyo. O te lo doy cuando te vea.

—No si me lo mandas de la manera que te indico en el fax Em. Créeme ya lo he hecho antes. Y quien sabe cuando nos veremos tu y yo, hasta que no termine aquí, no voy  a verte Em.

—De acuerdo…ya me levanto…joder tío, me debes una…ayer me acosté a las cinco, apenas he dormido dos horas…

La sorpresa de Edward al abrir el objetivo que tenía reservado para el último día del reportaje fue mayúscula, no entendía cómo había pasado, pero al agitarlo sonaba a cristal roto en su interior. Seguro que alguna de las lentes estaba cascada, y se olía que el vuelo y su manipulación por parte de los operarios tenían algo que ver, estaba harto de las nuevas restricciones en los aeropuertos.

Bajó a enviar el fax a Emmet, así se aseguraba que esa misma mañana salía hacia aquí, llegaría en dos días. Los días para el reportaje estaban pactados y no podía demorarse ni uno solo más.

En la recepción Fátima y Marian terminaban los carteles para la fiesta temática del sábado. Edward cogió uno de ellos.

—¿Fiesta hindú?—Les preguntó con una sonrisa en la cara.

—Si…—Fátima tragó saliva, era condenadamente atractivo. —El sábado, habrá baile, comida típica, bebidas…una fiesta. Cada semana se hace una temática, para que los huéspedes se integren con cada una de las culturas de la isla, la semana pasada fue suajili.

—Interesante…—Asintió y se alejó de la recepción.

En una fiesta era fácil acceder a la gente, pensó en que Bella se desinhibiría más, estaría más receptiva, quizá era buen momento para intentar algo. No la había vuelto a ver en toda la mañana, y extrañamente echaba de menos su presencia. Se sentó a comer en la terraza.

—Vamos que no vas a salir en todo el día de aquí. —Rose observó a Layla depositar una bandeja con comida suficiente para toda la tarde en el cenador de la terraza de la habitación.

—No me apetece, estoy cansada, a no ser que haya algo por lo que salir…—Cogió el teléfono inalámbrico y lo agitó con dos dedos.

—¿Solo porque estás cansada? No me lo creo Bella Swan…—Su mirada era reprobatoria.

Bella salió a la terraza, no quería hablar con nadie sobre  lo que tenía en su mente, tenía que seguir el consejo de Jazz, dejarlo pasar, que no le importunara en absoluto, él se iría en tres o cuatro días.

—¿Te quedas a comer conmigo?—Le preguntó a Rose.

—Claro, pero… ¿estás bien?…ya me estás empezando a preocupar con tu absentismo…—Se sentaron en la mesita.

—Sí, lo estoy. Supongo que acuso el cansancio de días atrás. — Se sirvió en su plato las verduras de la bandeja.

—Vale, sé que es por el fotógrafo Bella, nos conocemos desde hace mucho tiempo. —El tono de Rose era pausado, y eso a Bella le tranquilizó.

—Si te digo que si, dejamos el tema ¿vale?, no quiero agobiarme, y…cuando te pones guerrera para que cambie mi forma de ver las cosas, y sé que lo haces por mi bien…me estreso, me vuelvo gilipollas, pierdo mi personalidad, como me ha pasado estos días con él.

—Vale, no te digo nada…—le dijo condescendiente. —Bueno, solo una pregunta… ¿entonces tendría vía libre yo con él?— Le pregunto mientras se llevaba el vaso de agua a la boca, como sin darle importancia.

Bella sintió un calor abrasante desde los pies a la cabeza, ¿podría soportar ver a Rose con Edward Cullen? No había ninguna duda de que si ella se lo proponía lo conseguiría de una manera sencilla. Se sintió una egoísta al responderse mentalmente que no.

—Soy una mala amiga…el perro del Hortelano vamos…que ni como, ni dejo comer. —Le miró con un gesto compungido.

—Pues haz algo, o contigo, o con él, porque que yo te pida  “permiso” –Hizo el gesto con los dedos. — No significa que el resto por aquí lo haga, y si te vas a poner mal por verlo con otras…—Negó con gesto compungido. —Ay Bells… aclárate nena, porque me late que te gusta más de lo que piensas, y tranquila, que yo solo te estaba poniendo un poquito al filo, a ver como respondías.

—Yo solo quiero que pase esta semana Rose, es lo único que tengo claro.

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