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—No tenía ni idea de que Bella estuviera embarazada. —Adam y Edward, apoyados en una de las lanchas para las actividades de submarinismo charlaban amigablemente.

—Pues ya ves como cambian las cosas en cuestión de unos meses. —Edward sonrió, no podía hacer otra cosa al hablar de la situación que estaba viviendo.

—Yo ya dije en su día que tenía ganas de traspasar esto. Tener a la familia en Zanzíbar y trabajar en Pemba, termina con mi energía. En temporadas de mucha actividad solo duermo con mi mujer y mis niños una noche a la semana, y hace tiempo que tenemos pensado habilitar una casa que heredó Aaminah en el puerto para hacer un hostal con encanto.

—Pues a mí me viene de lujo que tengas esa disposición. Tengo los cursos pertinentes para hacer las actividades de submarinismo, y es algo que disfruto.

—Yo te aconsejo tener alguien de confianza para que te eche una mano. —Edward se quedó pensativo.

—Si, supongo que debería planteármelo. Tengo que hablar con Bella pero la idea es adjuntarlo al hotel, ya sabes, una actividad que se oferta desde allí.

—Es una buena idea.

—¿Entonces estás seguro de quedarte en la isla a vivir?

—Mi vida está con Bella, y el que no tiene vivienda fija era yo, así que creo que soy el que debe asentarse.

Edward entraba muy contento en el complejo, dispuesto a hablar con Bella del plan que  tenía respecto a su futuro en la isla. Sabía que ella, aunque no se lo dijera, estaba preocupada por lo que iba a hacer allí, y mas, ahora que le había dicho que iba a seleccionar los reportajes en los cuales tenía que ausentarse.

Atravesó la recepción saludando a Fátima con la mano, mientras sacaba el móvil del bolsillo del pantalón.

—¿Si?

—Edward.

—El mismo. —No reconoció al que le hablaba.

—Soy Kevin.

—Hey tío, ¿cómo te va?

—Pues no me va mal. ¿ Por donde andas?

—Estoy en Zanzibar, en Isla Pemba. ¿Sigues en Bolivia?

—No, estoy en la Gran Manzana. Perdona que sea directo pero…

—Claro, dime.

— El motivo de mi llamada es respecto un proyecto de fotografía. Verás, Estamos reuniendo a fotógrafos importantes para hacer una exposición de desnudos en una de las salas del Soho. El fin de esto es que las ganancias van destinadas al proyecto escolar de Khora Khora, lo han revivido, y después de estar allí esta temporada atrás, hemos decidido que queríamos aportar un granito al proyecto.

—Me parece genial. — Recordó sus momentos vividos allí y sonrió con ternura.

—La exposición sería para Navidades y de momento tenemos confirmado a Terry Richardson y Michael Martin.

—¿Terry?, pensé que tenía problemas.

—Ya, de momento lo tenemos confirmado, pero al ser desnudos quizá se complique un poco la cosa.

—Estoy presuponiendo artístico ¿verdad?

—Sí, eso es. Nada de calendarios Pirelli ni nada de eso.

—Navidades… ¿no es un poco precipitado?, es en dos meses.

—Lo sé, pero… es cuando la gente más abre el corazón para este tipo de proyectos.

—Te lo confirmo esta semana. —Edward pensó inmediatamente en el desnudo de su chica, embarazada, era la imagen perfecta, pero necesitaba su consentimiento.

—De acuerdo Edward. Gracias, hablamos.

—Hablamos. — Colgó y miró hacia la playa, con la charla había llegado hasta la terraza del restaurante.

Bajo una sombrilla estaban Alice y Bella. Su chica llevaba un caftán blanco ligero pero largo y con mangas, para resguardarse del sol. Se acercó hasta allí.

Se sentó al lado de la hamaca de Bella y sin que ella se diera cuenta se acercó a su mejilla para besarle.

—Me has asustado. —Se incorporó.

—No pretendía. — Ella se volvió para enfrentarle y sujetó su cuello con las manos para atraerle a su boca. Edward  se puso sobre las rodillas y abrazándola por la cintura, profundizó el beso. —Estás tan rica. —Le susurró contra su boca.

—Y los dos sois taaaan pesados y empalagosos. —Alice graznó desde su tumbona.

La pareja se separó y le miraron por encima de las gafas de sol.

—¿Qué le pasa?. —Le preguntó Edward a Bella.

—JAsper se ha ido esta mañana y hasta dentro de tres días no viene. Pero solo hace cuatro horas que no está. —La última frase se la dijo reprendiéndola.

—Pero ya le echo de menos. —Puso pucheros.

—¿Significa que Edward y yo no nos podemos hacer carantoñas?

—Entiende eso de no comer al lado del hambriento.

—Que exagerada Alice…— Bella se tumbó en la hamaca y Edward se sentó en la arena a su lado. —Tienes que respetar que una embarazada necesite mimos continuos.

—Lo siento…—Dijo enfurruñada. —Es la primera vez que vamos a dormir separados desde que empezamos…

—Esta vez te lo paso. –Le respondió en un tono comprensivo.

Se quedaron en silencio y Edward acariciaba la mano de Bella, pasaba su pulgar por los nudillos de esta, y se la llevó a la boca para besarla.

—Tengo que hablar contigo de algo importante Bells. —LE susurró al oído. — ¿Crees que podrás dejar a Alice sola un rato?—Bella se levantó las gafas y asintió.

—Alice nena, nos vamos a la cabaña. —Se levantó.

—¡¿a follar no?!, no paráis tíos…

—No Alice, además de follar hablamos también. —Le reprendió. —Estás mal…ve con Jacob a  meditar o a estirar…tómate una tila…

Alice asintió de manera imperceptible y con la mano les despidió. Estaba rara, había discutido con Jasper por una tontería y él se había ido para pasar tres días fuera sin que hubieran hecho las paces.

Bella  temblaba de anticipación al entrar en la cabaña. Se excitaba a la mínima con Edward. Le tocaba y accionaba algo en su cuerpo que no daba marcha atrás.

Cuando él cerró la puerta Bella se abalanzó sobre él y le besó sin conocimiento. Edward se sorprendió y tardó en reaccionar, pero finalmente respondió, para pasados los segundos, ralentizar el beso que ella desesperada había comenzado. Las manos de Bella pasaron de su trasero a su miembro, para comenzar a rozarlo.

—Pequeña…—Jadeó contra su boca. —Era cierto lo de hablar.

Bella dejó su incursión sobre su cuerpo y abrió los ojos para encontrárselo mirándola directamente.

—Ahh…ya…—Se rió de manera inocente y se apartó mirándolo de arriba abajo, viendo que había logrado el efecto deseado en su entrepierna. —Como estabas reaccionando…—Se mordió el labio y cerró los ojos despacio.

—Es imposible no hacerlo. —Le dedicó una sonrisa torcida y altamente sensual. Bella bufó de frustración, ella se notaba excitada y su vértice entre las piernas, se había revelado también.

—Hablemos. —Le dijo reticente.

Se sentaron en la terraza de la cabaña.

—HE hablado con Adam. — Edward se sentó en frente de ella sujetando sus manos, le encantaba tocarla. Bella elevó las cejas. —Sabes que quería traspasar el negocio de submarinismo…—Ella asintió. — Con todas las licencias y las concesiones para practicarlo en las zonas en las que lo está haciendo él, además del material. —Bella seguía asintiendo y la sonrisa, aunque intentaba ocultarla, comenzó a estirar su cara. — He pensado que me lo voy a quedar, y…trabajar desde el hotel. —Le miró con cara interrogante. —Si estás de acuerdo…

Bella cerró los ojos y ahora si la sonrisa le hizo incluso enseñar su dentadura.

—¿En serio quieres trabajar en la isla?… ¿en el hotel?… —Abrió los ojos y se encontró con los suyos verdes brillantes de la emoción.

—Quiero estar donde estés tú. —le susurró.

—¿Y tu pasión por la fotografía?, no puedes dejarlo.

—Como te dije, seleccionaré los proyectos y reportajes, no quiero pasar mucho tiempo fuera, ni hacerlo a menudo. En Australia me di cuenta que no es bueno para ninguno de los dos.

—Por mi perfecto. —Se acercó y le besó castamente en los labios. — Me parece increíble, pero prométeme que no dejarás la fotografía.

—Respecto a eso…me ha salido un proyecto que me hace verdadera ilusión, y me gustaría pedirte tu colaboración.

Bella achicó los ojos mientras sonreía. No sabía que pensar de la mirada inocente que su novio le estaba poniendo en ese momento.

—Dispara.

—Van a hacer una exposición con un fin benéfico para los niños con los que estuve en Bolivia. Es un reportaje de desnudos, artístico—aclaró—y he pensado en ti, creo que ahora no hay  escultura más tierna que tu desnudo. Obviamente no se vería la cara.

Bella procesó la información, posar desnuda…no tenía ningún problema con mostrar su desnudez, mas de una vez había pensado pedirle a Edward que le hiciera unas fotografías mostrando su precioso vientre hinchado, el cual albergaba una vida que ella amaba locamente. Exposición, eso sí que le chocaba algo más, pero bueno, no se le vería la cara, al  menos eso decía el fotógrafo, y puesto que era parte de esto, le creía.

—De acuerdo. —Le dijo sin más.

Edward parpadeó varias veces.

—¿De acuerdo?—Preguntó con la sorpresa en la cara.

—Si, me encantará posar para ti…—Él sonrió pensando que no se esperaba la reacción de Bella—y…a todo esto… ¿Cómo me vas a pagar?— Devolvió mordiéndose de nuevo el labio mientras le miraba hambrienta de él.

—¿Quiere sacar provecho de algo que es benéfico?…qué vergüenza señorita Swan.

—Esto será algo entre el fotógrafo y yo…no trascenderá se lo aseguro. ¿Y bien? ¿Cómo piensa remunerar mis posados?

—¿En especias Isabella Swan?—LE respondió con la lujuria brillando en sus ojos.

—Hecho Señor Cullen. — Extendió la mano y cuando él se la cogió tiró de ella haciéndola caer sobre  su regazo.

Edward comenzó un beso lento sobre su boca, ella le dio cabida en sus labios y las manos expertas del fotógrafo se colaron bajo su caftán acariciando su piel, y sintiendo cómo esta se erizaba a su paso. Su miembro protesto de igual manera que siempre, y se topó contra el trasero de ella.

Despacio abandonó sus labios para perderse sinuosamente por su mandíbula y llegar a su cuello, aspirando su olor y llenándose de vida, como cada vez que estaba con ella.

—¿Alguna preferencia con el pago?—Ronroneó en su oído.

—Solo quiero que entres en mí. Ahora. —Le dijo firmemente. —No quiero preliminares Ed…quiero que me folles.

Bella se levantó del regazo de Edward y se fue hacia la cama quitándose el vestido por encima de su cabeza y sacando su bikini según caminaba. Edward a su espalda se iba desnudando torpemente y completamente excitado. Cerró la puerta que daba a la terraza y caminó hasta alcanzar a Bella por la espalda.

—¿Sin preliminares entonces?—Arrastró sus palabras en su oído, y su gemido fue directo a su masculinidad. — Ponte de rodillas y apóyate sobre tus brazos. —Ordenó.

Bella obedeció y sintió como su entrepierna ya estaba resbaladiza con el tonteo anterior y su anticipación, además de las órdenes de Edward, que tenía que reconocer, le ponían a tono en seguida.

Edward se arrodilló detrás de ella y acarició su espalda, siguiendo la línea de la columna vertebral para terminar pasando entre sus glúteos, acariciando  la entrada de su ano…Bella se contrajo con su toque, y tembló cuando su dedo acarició su sexo deliberadamente.

—Ya suponía que estabas preparada. — Acarició su clítoris una vez más.

—Vamos…—Siseó Bella pensando que iba a durar  muy poco si seguía así.

—Shhh…Soy el pagador. — Se puso detrás de sus nalgas y con una mano sujetó la punta de su miembro contra la entrada de su sexo. Despacio se deslizó en él, aguantando la respiración.

—Oh…Edward…me encantas…—Gimoteó contra la almohada que había atrapado con las manos.

—Va a ser muy lento. — Le devolvió sintiendo como se hundía en ella con un ritmo pausado. — Me encanta sentirte gatita… ¿estás bien?

—Aha…—Bella gemía y notaba como el nudo de su bajo vientre comenzaba a apretarse mandando sensaciones que rozaban lo celestial.

Continuó con la tortura lenta y despiadada, en la que Bella sentía que se estaba quemando de una manera dulce y lánguida. Su orgasmo estaba llamando a la puerta y Bella se lo hizo saber mientras Edward aguantaba con toda su fuerza no dejarse llevar por su estrecha cavidad.

—Yo me voy…—Y sin dejar más tiempo desde su exclamación, explotó alrededor de su miembro llevándoselo consigo.

Edward descansaba su cabeza sobre el interior de uno de  los muslos dé Bella, acariciando su barriga y arrastrando sus dedos por la zona púbica.

—Eres muy caliente Bella. —Deslizó despacio la punta del  dedo índice por encima de su hinchado sexo y ella hizo un ligero movimiento de conformidad con su toque. Edward besó su muslo.

—Contigo prendiendo la mecha es imposible no serlo. —Le dijo apoyándose sobre sus codos y mirando cómo él se divertía en su zona baja.

—No te he dicho que la exposición sería en Navidades, en Nueva York.

Bella se tumbó de nuevo en los almohadones. Edward dejó su juego con los dedos y reptó hasta ponerse a su lado acogiéndola entre sus brazos.

—Ya…—Susurró ella pensando en lo que vendría después.

—Me gustaría que te vinieras conmigo y pasar Noche Buena con mis padres. —Habló bajito y de manera dulce a su oído.

Bella se acomodó de lado contra su pecho y respiró profundamente. Sabía que llegaría el momento de hacerlo. De repente se planteó que debería acompañarle, pensó en su embarazo, llevaría más o menos treinta semanas de gestación, podría viajar, depende de cómo se encontrara, pero de momento todo estaba saliendo perfecto.

—Me encontraré con tu hermana…—Susurró.

—No creo…—Edward pensó que quizá era el momento de contarle todo lo que había pasado estos meses atrás, y sin poder evitarlo se despegó ligeramente de ella tensándose n el movimiento.

—¿Qué pasa?. —Bella se dio la vuelta y se sentó contra las almohadas del cabecero.

—Kate ha vuelto con…él. —Dijo Edward mirando al techo y tamborileando los dedos en su esternón.

—¿En serio?…pensé que se estaban divorciando. —Bella miraba hacia la puerta, su cara se había expandido en una mueca de sorpresa para nada grata.

Edward se sentó y la miró directamente a la cara.

—Ese…—reprimió la ira—él…le contó un montón de mentiras sobre ti, —Bella frunció el ceño— le dijo que le habías estado molestando desde que se había ido de la isla y que le decías que estabas embarazada…que él volvió porque le chantajeabas, y que después de verme a mí le garantizaste que o se divorciaba o; como yo sabía la historia, conseguiría que le quitaran la custodia de Sofía.

—¿Cómo? Pero eso no tiene ni pies ni cabeza…—Bella se horrorizó ante la sarta de mentiras que estaba contando. —Tu hermana me debe de odiar. —Edward respiró profundo.

—Eso da igual. Cuando alguien miente y se le cree fielmente, lo que esa persona piense…cae en saco roto.

—Ya pero…

—Ella se ha ido a vivir con él. Mi padre ha descubierto que ha tenido  otras amantes, y que su empresa de construcción está en quiebra, parece ser que volvió con Kate por el dinero.

—Que hijo de puta…— Bella balbució negando para sí. —Tu familia debe odiarme.

—Mis padres no. En serio Bells, están deseando conocerte. Kate ya no va por casa.

—Maldigo la hora que ese cerdo se cruzó en mi vida. —Apretó los dientes.

—Cálmate ¿sí?— Se acercó a ella y depositó un casto beso en su boca.

Bella se calmaría, por su bien, y porque era absurdo darle vueltas al asunto, ella poco podía hacer al respecto más que seguir con su vida a delante y por lo tanto con su verdad.

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