#10#

Habían decidido explorar primero la isla de Pemba, para terminar en Zanzíbar, así ellos podrían irse desde allí sin tener que volver desde el hotel.

A las seis de la mañana  las dos amigas estaban listas en la recepción del hotel.

—Me muero de sueño, encima de que no voy a bucear…—Rose hablaba con voz somnolienta.

—Si volviéramos aquí no habría pasado nada por quedarte, pero ya sabes que continuamos viaje después del submarinismo. —Bella le miró apenada, sabía que su amiga odiaba madrugar, y empezó a pensar que este viaje le iba a costar un esfuerzo, ya que para evitar las aglomeraciones y poder captar las mejores luces del día iban a tener que madrugar bastante y en ocasiones no iba a ser una estancia cómoda, como esa misma noche.

—¿Listas señoritas?—Emmet hizo un movimiento con la cabeza.  Ambas asintieron.

Edward estaba en la furgoneta que les iba a servir para moverse por la isla esos dos días. Bella y él no se habían encontrado ni siquiera en el desayuno.

—Bella pasa al lado de Edward para guiarle, yo me pondré  con esta preciosa chica para dejarle mi hombro y que descanse un rato más. — Emmet ayudó a Rose a subir por la cintura.

—No sé si con el camino de ripio va a poder quedarse sobre tu hombro Em. — Edward le habló desdeñoso desde el asiento del piloto mientras Bella se sentó en el asiento del copiloto.

—¿Has dormido mal Ed?—Pregunto Emmet frunciendo el ceño.

—Me duele la cabeza, he soñado que me golpeaban….Buenos días Bella. — Ni le miró, solo continuó estudiando el mapa de caminos  que tenía la isla.

—Buenos días. —Ella frunció el ceño ligeramente ante la actitud del piloto. — Bien, rumbo norte, tenemos tiempo de sobra para llegar y empezar el curso los primeros. —Bella se volvió hacia Emmet ya que Edward parecía que no le prestaba mucha atención. — Seremos solo los tres, Adam me dijo que no metía a nadie más, por las fotos y eso, los turistas suelen ser un poco impertinentes, así saldrán mejor.

—Bueno, he pensado que yo quizá no entre al agua…—Emmet le miró dudoso. —Me quedaré con Rose. —Ella le miró agradecida, sabía que había una playa impresionante.

—Emmet tío eres tú el que tiene que redactar el reportaje. —Edward se volvió súbito hacia atrás.

—Creo que podré  hacerlo a través de las fotos, ya he hecho submarinismo, y si tu trabajas bien no es necesario que yo entre. —El fotógrafo bufó.

—Claro…—Sonrió de forma cínica. — Estás…raro. — Dijo por lo bajo mientras arrancaba. —Y si tu quieres Bella no es necesario tampoco, entraré y fotografiaré, después os las paso y ya está…

—Yo voy a entrar. —Bella se molestó por el tono empleado. —Me apetece hacer submarinismo, es un espectáculo el lugar, y no quiero perdérmelo. —Se pusieron rumbo al norte.

—Ya…—Se sonrió para sí y a Bella no le paso desapercibida. Le irritó.

—Ya. Qué. —Le dijo tajante en voz baja.

—Ya nada…ya está. —Edward le miró sonriendo.

—Por favor…—Suspiró alzando las manos y dejándolas caer sobre los muslos en una sonora palmada.

—¿Por favor ?…Qué. —Edward le miró sin entender.

—Estás jugando de nuevo…—Le dijo mirándole inquisitivamente.

—No lo estoy haciendo. —Le devolvió en el mismo tono bajo levantando las cejas.

—Oh…si…— Se cuadró y miró al frente.

—Quizá quieras que lo haga…a mi no me supone un problema…lo hago por ti…caerás de las dos formas…—Y mirando al frente manejando con destreza se sonrió.

—Esto es el colmo…—Bella se arrepintió de lo que había pensado la noche anterior, ¿de qué le había servido hablarse a sí misma como una loca?, de nada, era difícil estar con él. Le exasperaba.

Bella y Edward iban en la barca hacia el arrecife con Adam. Emmet y Rose se habían quedado en la playa, no hubo forma humana de que Em entrara al agua, Bella incluso se preguntó si no sería miedo, pero Edward confirmo que ya lo habían hecho otras veces.

Ataviados del neopreno y las bombonas de oxígeno, Edward llevaba consigo la cámara acuática y la normal. En ese momento hacía fotos de las vistas, eran increíbles. Bella por su parte disfrutaba del aire fresco que la velocidad de la barca le otorgaba, sumida en absoluto silencio cerró los ojos y respiró profundo, al abrirlos se encontró el objetivo de Edward apuntándole y no pudo evitar la sorpresa, grata en su fuero más interno, de sentirse observada por él. Edward le sonrió por encima de la cámara y echó un vistazo al resultado de la foto, perfecta, había captado a la Bella sin coraza, y su belleza cándida le transmitió calor.

—Muy bien, todo listo, ambos habéis hecho esto más veces, podríamos decir que os valéis solitos, de todas maneras si hay problemas hacerme los gestos que hemos estado hablando mientras nos equipábamos ¿de acuerdo?—Ambos levantaron el pulgar en señal de aprobado. —Bella recuerda, avisa si sientes demasiado frío. —Ella asintió.

La hora se pasó volando, perdieron la noción del tiempo entre los arrecifes de coral, los peces de colores y el impresionante azul turquesa del agua. Adam indicó que era el momento de subir y en un acto reflejo  Bella sujetó la mano de Edward para ascender juntos, él  al sentirle cerca admitió que le gustó ese gesto despreocupado, ella reconoció una sensación que erizó su piel aún en el mar. Cuando ambos estaban con las cabezas fuera se retiraron las gafas. Bella tenía la piel demasiado pálida, y los labios de un color casi azul.

—¿Te encuentras bien?

—Tengo algo de frío. —Respondió ella sin poder evitar castañetear los dientes.

Edward levanto su mano y observó cómo los dedos tenían un color blanco, y para él alarmante.

—Vamos, sube a la barca. —Le apresuró ayudándole a quitar la bombona de oxígeno. Bella asintió sin rechistar, y con la ayuda de Adam desde la barca,subió.

—Estaba bastante fría, y eso de mantener el tipo para esto no está bien Bella. —Adam rió— Deberías engordar un poco para estas actividades. — Bella intentó sonreírle pero le salió una mueca extraña por el frío mientras se secaba con la toalla. —Ponte al sol, y tápate, te abrazaría  pero tengo que llevar la barca. — Se conocían de hace tiempo, no era la primera vez que Bella subía al norte para realizar la misma actividad y era algo que pasaba a menudo. Ella perdía calor rápidamente. — ¿Trajiste agua caliente?—Bella negó mientras le temblaban las manos.

—Bien, yo te abrazaré. —Edward se secó  y se quitó el neopreno con gestos hábiles. Se colocó detrás de ella  y la abrazó encerrándola entre sus enormes brazos y piernas. Con sus manos sujetó las de la chica, estaban heladas y arrugadas. Comenzó a acariciarlas con fuerza haciendo que poco a poco adquirieran su tono. — ¿Mejor?—Edward le habló a su oído y ella se sintió demasiado bien. Asintió. Su espalda descansaba en el  pecho del fornido chico y el calor que le transmitía le hacía hundirse en él sin miramientos.

—Gracias. —Susurró. — Me suele pasar, he olvidado el agua caliente que me ayuda a llegar a mi temperatura.

—¿Por qué no has dicho que saliéramos?—Edward le recriminó suavemente.

—No…no era necesario, una hora aguanto bien…

—A costa de un mal rato después.

—No…estoy mal…—Tiritó. Odiaba sentirse tan vulnerable en aquel instante pero se encontraba realmente bien entre los brazos de Edward.

—¿Qué sea yo el que te abraza tiene algo que ver?—Dijo taimado.

—Tenías que joder el momento ¿verdad?—Ella se envaró y su cuerpo se separó rápidamente.

—Tranquila…—Con su abrazo la regresó a la posición de antes. Y sujetó la toalla que les enrollaba a ambos—Tienes que pegarte bien a mi…no puedes perder calor…—Se quedó quieta, y callada, no tenía nada que hacer, y si decía algo seguro que empeoraría la situación. Su prioridad era recuperar la temperatura, y no darle importancia a quien se la transmitía, aunque era inevitable no sentirle más allá del favor que le estaba haciendo.

Edward se quedó con la palabra «momento», ella disfrutaba de su cercanía, lo que no quería era admitirlo. Sonrió y se movió suavemente contra Bella sintiendo más su cuerpo, tenía que aceptar que era más que agradable tenerla en esa tesitura.

Llegaron a la playa, Emmet y Rose estaban descansando en las toallas. De una manera ágil Edward bajó de la barca y cogió a Bella en brazos.

—Sé bajar yo sola, no es la primera vez…Ya estoy bien. — Le dijo con un tono quisquilloso.

—Eres un poco irritante ¿eh?— Edward soltó sus piernas y la dejó caer al agua sujetándola todavía por su espalda. — No te tiro directamente porque sales de una hipotermia…

—¡¡Que amable!!— le miró arrugando la nariz.

—Es lo que trataba, pero tu…

—¡Yo qué!. —Edward negó y la dejó de pies en la orilla. Bella bufó, era imposible tener diez minutos seguidos de calma, reconocía que se molestaba con facilidad ante las palabras de ese hombre, y que podía resultar impertinente, pero no más que él, eso seguro.

Se despidieron de Adam, y se dispusieron a montar  las tiendas de campaña en la playa, justo donde empezaba el bosque. Era la mejor forma de conocer la isla, los hoteles estaban atestados y algo lejos de la zona paradisiaca. Al tener la furgoneta pudieron cargarla con el material para acampar, iba a ser diferente cuando fueran a la isla de Zanzíbar.

—Podríais haber montado las tiendas mientras estábamos en el agua. —Edward reclamó mientras sacaba las lonas.

—Estaba inspirado tío, este lugar y esa mujer sacan lo mejor de mi literatura. Va a ser el mejor artículo de la historia. —  Emmet cogió el suelo de la tienda y comenzó a estirarlo.

Bella sacaba otra tienda con la escasa ayuda de Rose.

—Sujeta de ahí Rose.

—¿Así?

—Sí, extiéndela. —Bella se movía con destreza para montar la tienda.

—¿Estas de mal humor?—Rose reconoció el tono hastiado de su amiga.

—No…perdona…

—No sé, apenas has dicho nada desde que llegasteis.

—No es nada…—Le sonrió. —Vamos Girl Scout ayúdame antes de que esos hombres se tengan que ofrecer porque somos damiselas en apuros.

Tardaron unos minutos más que ellos en montarla. A pesar de que Emmet quería ir a echar una mano, Edward le disuadió de ello. No quería volver a despertar a la insoportable Bella haciéndose  la dura, prefería verla desenvolverse ella misma.

Recorrieron la enorme playa, paseando a lo largo de toda la bahía. Las fotos que Edward estaba tomando eran impresionantes, y Emmet no paraba de decir que la revista iba a alucinar con aquello.

Se bañaron varias veces, hacía bastante calor, y para comer se acercaron a su campamento. Era una ventaja ir con la directora de un Hotel, los picnics no eran los acostumbrados y pobres que solían dar en otras ocasiones.

La tarde la pasaron recorriendo con la furgoneta los alrededores, dejaron peinada la zona norte de la isla. Todos disfrutaron, y finalmente terminaron en una de las playas  del oeste más espectaculares de la Isla viendo el atardecer.

—¿Qué tal lo llevas?, no se te ve muy incómoda. —Rose aprovechó un rato en el cual Emmet  escribía en su libreta y Edward fotografiaba el atardecer.

—Bien, creo que compartir tantas horas le quita hierro al asunto. No es tan malo, un poco jodido, pero no malo. —Jugó dejando escapar la arena entre los dedos.

—Tú también le picas, no creas que no me he dado cuenta.

—A pero… ¿estás a más cosas que a Emmet?—Rose le sacó la lengua en un gesto infantil.

—Me doy cuenta de muchas otras lista…sobre todo de cómo le miras cuando crees que nadie te ve…— Bella empujó suavemente a Rose con el hombro.

—No es cierto.

—Lo es, admítelo. Es normal, está muy bueno, aunque a veces sea un poco raro y críptico. Por como habla Em de él, no es mal tío.

—Bien por él, en la vida a los buenos se les quiere más. —Dijo de forma despreocupada.

—Te da igual…

—Claro. —Se encogió de hombros.

—Yo que estaba segura de que te gustaba.

—Y me gusta, por lo que tú has dicho, está bueno, a nadie le amarga un dulce.

—Por fin que lo admites. — Extendió las palmas de las manos hacia arriba.

—Sí, es tontería no hacerlo, pero esto no quiere decir nada. Sigue siendo impertinente y tan soberanamente chulo que a veces pierde su encanto.

—A veces.

—Si, a veces, cuando calla, o simplemente enfoca con su cámara, centrado en su trabajo es realmente atractivo.

—¿Sabes que hay más formas de mantenerlo con la boca cerrada?—Rose empezó a reír.

—¿Te has acostado con Emmet?, ¿para cuándo planeas hacerlo?—Bella le cambió de tema a propósito, la rubia se quedó perpleja. —Yo también se jugar sucio amiga. —Levantó las cejas con gesto de suficiencia.

—Esta noche es el momento, tendrás que compartir tienda y colchón con Edward, quizá sería buen momento para que os acostarais juntos de una buena vez, para relajar el ambiente y la tensión sexual que vivís, digo , y bueno…para aplacar los gritos que Em y yo daremos mientras gozamos…—Le sonrió con  una expresión altiva.

—Que mala eres…—Bella entrecerró los ojos.

—No más que tú amiga…

—¿Por qué eres mala Rose?, ¿es algo que tenga que saber?—Emmet apareció detrás de ellas y Rose se puso colorada, sabía que Bella podría hablar, no era bueno tentarla con esas bromas.

—Si es bueno que lo sepas Emmet…—Bella comenzó a hablar y Rose le miró suplicando. — Bueno, quizá sea mejor que te lo cuente ella cuando proceda… ¿era una broma Rose?

—Lo era Bells. Nada Em, piques tontos. —LA rubia sonrió al chico grande y este le devolvió la sonrisa con unos marcados hoyuelos.

—Piques…—Edward se había acercado a donde estaban. —Con Bella es algo fácil y rápido ¿verdad?— Dijo despreocupadamente mientras revisaba las fotos en su cámara. Bella se tensó.

—Pero… ¿se puede saber que te he hecho yo ahora?, si llevamos horas sin dirigirnos la palabra. —Dijo molesta.

—Por eso mismo…te picas…entras al trapo en seguida. —Edward levantó la mirada y le guiñó un ojo de forma seductora.

—Estás muchísimo más guapo callado, ¿lo sabías?, a veces concentrado llegas a ser adorable. —Se levantó de la arena.

—Cállame. —Le dijo en tono monocorde sin desviar su mirada, intensa, de los ojos chocolates de la chica.

Bella se quedó en el sitio, era imposible evitar sus ojos, le quemaban. Rose abrió la boca en el acto, y Emmet miró a su amigo con una sonrisa pícara en la cara. No esperaba que esa guerra comenzara de una forma tan directa, y con ellos delante.

—Deberías callarle…—Susurró la rubia.

—¡¡Rose!!—Bella salió del trance y miró a su amiga de manera rápida para luego volver a posar sus ojos sobre los del hombre que no dejaba de escrutarla. — ¿De qué vas?, ¿qué es lo que quieres?—Dijo tratando de controlar sus nervios.

—Dices…que te parezco más guapo callado…me alegra saber que soy adorable a tus ojos…

Emmet instó a Rose a levantarse de la arena y a salir de esa zona peligrosa de forma sigilosa.

—¿Acaso no dijiste ayer que dejabas de hacer esto?

—Te dije que dejaba de jugar, no lo estoy haciendo.

—¿Retarme a «callarte» no es un juego?—Dijo haciendo las comillas.

Edward llevaba todo el día conteniendo sus ganas por lanzarse encima de esa chica, le atraía, era algo que no podía evitar, incluso cuando se ponía impertinente le encantaba, porque era él quien le provocaba. Varias de las fotos tenían como protagonista sus labios o sus ojos, captadas de manera que ella no se enteraba, era alguien alegre, y divertida, sonreía a menudo, pero en cuanto él estaba cerca ella se irritaba, sacando la bestia que llevaba dentro.

—Está bien…Bésame. —Él entreabrió la boca y se lamió los labios despacio terminando con sus dientes sobre su labio inferior, observó cómo ella aguantaba la respiración. Bella no podía dejar de mirar  sus labios en el mismo instante que pronunció sus palabras y sintió que hervía.

—Eres imposible…—Quería salir de aquel atolladero indemne, y según pasaban los segundos el magnetismo de ese hombre le imposibilitaba hacerlo.

—Dijiste que afrontabas las cosas reales, bésame. —Le recordó sus palabras.

—Y si no quiero…—Dijo en un susurro. —Es…otra manera de afrontarlo.

—No lo deseas…—Edward había caminado lentamente hacia ella, y esta se sentía clavada al suelo.

—No…—Mintió. Sus pupilas se dilataron ipso facto. Edward se encontraba casi pegado a ella, y vio el signo en sus ojos. Descendió su cara para ponerla a su altura, Bella cerró los ojos cuando le sintió tan cerca. Tragó saliva audiblemente y Edward sonrió a escasos milímetros de su boca, se quedó ahí.

—No quieres besarme. —Le susurró haciendo que su aliento chocara contra su boca. Bella luchaba internamente, el deseo irrefrenable contra su mente. La parte racional perdía por goleada con la esencia  de Edward colonizando su ser.

Soltó el aire de manera audible sin abrir los ojos, si lo hacía caería perdida en ellos. Edward  le rozó sus labios  sutilmente y se apartó justo en el momento en que ella había dado por perdida la batalla para su cerebro.

—Deja de mentirte, lo pasarás mejor. — Bella abrió los ojos para encontrarse con la sonrisa de suficiencia del hombre que le había hecho caer. Porque ya había caído, y encima él se había dado cuenta.

La ira comenzó a correr por todos los vasos de su cuerpo como la pólvora, y ver a Edward volverse caminando hacia donde la furgoneta estaba, acrecentó su furia.

—Eres bien estúpida Bella, —Se recriminó en voz baja. —No solo no le has besado sino que encima el tío ya sabe con certeza que quieres hacerlo. —Dio un pisotón contra la arena. — ¡¡Y solo es el primer día!!. —Lo último se escapó de su boca como un grito. Edward sonreía en su camino.

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