#12#

—Me gustas. — Dijo Edward de forma automática, tanto que el corazón le palpitó notándoselo en el pecho. Bella sintió que sus  mejillas ardían. — Si, no sé por qué te extraña. —Trató de sonar seguro, con esa pose que le caracterizaba.

—No me extraña, solo que no pensaba que fueras a ser tan directo…—Ni él tampoco.

—Dime que yo a ti no te gusto. Si no he perdido mi intuición las señales que envías no dicen eso, quizá esté equivocado. —Trató de convertirlo en un juego de atracciones.

—No creo que te guste Edward…más bien creo que quieres pasar un buen rato. Yo no soy de esas. —Aunque no lo quiso sonó despectivo.

—¿De esas?, ¿tú crees que Rose es de esas?. —Preguntó interesado en la doble moral que escondía aquella afirmación.

—No…—Dudó. —No lo creo, me refiero…—Bella se sintió acorralada, pensaba diferente de Rose y de las chicas a las que Edward seguramente seducía, algo en su interior le dijo que eran celos lo que diferenciaba un pensamiento de otro, ocultó esa epifanía mental.

—Sí , te refieres a que no eres de las chicas que disfrutan del sexo sin más, ¿necesitas una relación seria siempre?

—Sí, bueno…no, no es eso…—Se quedó pensativa, James vino a su mente. — Salgo de una…relación un poco especial…James…

—Bien, te entiendo entonces, todavía  quieres al tal James, ¿sientes que le eres infiel si te dejaras llevar conmigo por ejemplo?— Llegaron a un mirador frente al mar y Edward se apoyó de espaldas a la tapia blanca mirándola a los ojos directamente, clavándole sus orbes esmeralda de una manera intensa.

—No…—Estaba confusa, no esperaba esa conversación con él, no después de sus juegos. — Fue horrible, el estaba casado…y me enteré porque  su mujer llegó al hotel un mes después de que estuviéramos juntos. —Sintió una punzada pequeña en el pecho al recordarlo—…el día que íbamos a…unirnos…

—¿Uniros? ¿Casaros?—Edward se quedó bloqueado con su declaración, y apreció una afirmación muda en un gesto de Bella. —Menudo cabronazo…

—¿Y quién me dice que tú no eres igual?—Se golpeó mentalmente por lo dicho, dejó sus cartas a la vista, la pobre y enamoradiza de Bella no puede tener sexo sin enamorarse perdidamente.

—¿Yo?—Le miró confuso, no estaba hablando más que de pasarlo bien, no se admitiría que esa chica le llamaba para más que un revolcón, eso estaba contra su código. —Yo no estoy casado, creo que soy claro en mis intenciones.

—Déjalo… son tonterías. —Bella le miró directamente a los ojos otra vez, perdiéndose en ese color y esa fuerza.

—Todavía estás dolida, entiendo, es un palo…—Edward reconoció algo similar en si mismo. — ¿Es reciente?—Preguntó con verdadero interés.

—Hace seis meses ya…—Bella sabía que era tiempo suficiente.

—Tienes que pasar página ¿no crees? Un tipo así o puede terminar contigo. Ten en cuenta que el tiempo en la vida no es ilimitado.

—Vaya…es como si Jasper te hubiera poseído. — Ella le miró a través de las pestañas y él sonrió, transparente. Bella tragó de golpe, ese nimio gesto arrasó con su cordura.

Edward comenzó a notar demasiada tensión en el ambiente y decidió ser un poco radical, no quería que fuese un día lacrimógeno, él no estaba preparado para ello.

—Entonces no te gusto…no me queda claro. —Bella le miró contrariada

—¿Cómo no me vas a gustar?, dime si ha habido alguna chica a la que no le gustaras. —El adoptó una pose de suficiencia, ella se había pronunciado.

—Hasta hace un momento pensaba que tú encabezarías la lista…—Bella negó para sí poniendo los ojos en blanco.

—Eres imposible…—Edward le abrazó atrayéndola hacia él y pegándola a su cuerpo. Su boca descendió a su oído.

—No para ti…—Le dijo de forma seductora. — Creo que si te dejaras llevar, si no lucharas contra ti misma, todo sería más sencillo, ese mamón saldría de tu mente. —Ella se estremeció con su contacto, “para que tú entres”, se dijo a sí misma.

Sintió cada parte de su anatomía contra ella y era agradable. Su aliento en su oído le envió corrientes directamente a su centro, sin querer gimió mientras cerraba sus ojos y se perdía en esa sensación.

—Esto no…—Bella susurró, Edward la escuchó y no cedió, sus manos comenzaron a acariciar la espalda de Bella, una voló a su nuca y entrelazó su pelo entre sus dedos para acceder a la piel de su cuello haciendo que Bella temblara. Estaba perdida, en cuanto ese hombre se acercó a ella, sus mil advertencias mentales le abandonaron.

—Déjate llevar Bella…. —Edward susurró en su oído. —Déjate disfrutar de tu cuerpo…simplemente  goza…—Bella, respirando con dificultad ahuecó su cuerpo y levantó la mirada para centrarse en Edward. —Solo hoy…olvida lo que tu mente te diga. —Apoyó sus labios sobre los de Bella, casi temblaba de anticipación, otra vez esa sensación de que el mundo a sus pies desaparecía solo con su contacto.

Edward lamió despacio su boca, mordisqueó con cariño sus labios, dejó un beso suave sobre ellos. Ella abrió la boca pero el recuerdo de James y la sensación más devastadora si cabe, de abandono ante Edward, le hicieron reaccionar.

—No…—Se tensó y Edward con los ojos cerrados apartó su boca de la de Bella. Quedaron unidos por las frentes. —No puedo…no es sencillo…no para mi…— El estaba saboreando sus dulces labios, no dejando salir ese pálpito que le indicaba que para él tampoco iba a ser fácil dejarla marchar.

La prueba era su empecinamiento con ella, en otra ocasión habría pasado de la chica y ya tendría otro objetivo, pero claro, eso no le había pasado nunca, ¿sería eso?, en ningún momento le habían rechazado por varias veces, era lo que lo hacía más irresistible, o eso quería pensar.

—No te entiendo…—Dijo Edward con los ojos cerrados.

—Sé que voy a sufrir. — Hablaban bajito, seguían unidos por sus frentes y la nariz que Edward le acariciaba de forma involuntaria de vez en cuando.

—¿Estás enamorada de mi?—Preguntó aturdido y extrañamente confortado. Sus frentes se separaron y se miraron directamente a los ojos.

—¡¡Ya te he dicho que no…!!—Exclamó susurrando, asustada de haber resultado obvia.

— ¿Entonces?…es por ese tío… ¿no te lo quitas de la cabeza?— Sin quererlo, odió a ese tipo.

—No…se parecía demasiado a ti…y…suelo pillarme sin conocimiento por los golfos. —Edward  trató de reprimir una carcajada sin conseguirlo. —No te rías. —Pero Bella pensando en sus palabras tan pegada a él, también comenzó a reír.

—No me compares con él, —Le dijo más serio. — De todas formas nunca me habían llamado  golfo así, a las claras. —Le dijo sonriendo sin soltarla.

—No te creo, eso es imposible, si lo más seguro es que salga tu foto junto a la definición en el diccionario. — Su voz sonó divertida

—Que mordaz, pero a pesar de mi apariencia, yo también tengo algo dentro del pecho. —Bella se separó un poco más de él, pero sus brazos seguían haciendo presa en su cintura.

—Algo a lo que te cuesta llamar corazón… —Edward rodó los ojos.

—Tengo corazón.

—Es cierto, solo me guío por tu físico y tu chulería en cuanto al trato. Pero no te conozco a fondo para poder decir si eso es un escudo porque te sentiste dañado alguna vez, una forma de ser defensiva ante alguna inseguridad…

—No estoy preparado para hablar de ello…— Se sintió incómodo, si hablara…tenían tantas cosas en común, y su actitud era tan diferente. Demasiado lejos para la conversación jocosa inicial.

—Perdona…—Ella sintió que invadía su intimidad. — Estamos muy pegados…—Trató de zafarse de su abrazo él lo impidió, se dio cuenta que la necesitaba cerca.

—¿Te importa si no te suelto?, me ha costado bastante tenerte así. — Con sus pulgares acarició su cintura de una manera sutil.

—No claro…—Inspiró para soltar el aire despacio. —Si yo estoy encantada, y me pregunto si ese es el problema, que me has encantado como a una cobra. —Le miró a los ojos, y el verde brillante le resultó similar a un tumarit.(Flauta con la que se encanta a las cobras)

—Entonces aprovechemos que estás bajo el influjo de mis encantos. —Su tono ronco hizo que Bella temblase. Y él se acercó a ella hasta quedar totalmente pegados.

Las manos de Edward comenzaron a acariciar su espalda, una de ellas aprisionó su cadera y con las yemas de sus dedos hizo el gesto de arañar su trasero sin hacerlo, solo calcó sus huellas en él. Para entonces Bella estaba sumida en una espiral sin retorno, sus ojos fijos en la boca entreabierta de él, y su respiración casi dificultosa. Tenía fijación por aquellos labios, Edward se mordió el inferior en un claro gesto de deseo ante ella, y  junto con las sensaciones que enviaban sus dedos catapultó a Bella a hacer algo que deseaba desde que le había visto salir del agua esa mañana en su hotel.

Al diablo con esa conversación de rasgos incoherentes de ambos, al diablo James y su relación…solo quería  abandonarse a ese hombre que tenía tanto poder sobre su excitación, luego ya se hablaría a sí misma para calmarse.

Bella se lanzo a por los labios de Edward, y a él no le pilló de sorpresa. Pero lo que sí que le sorprendió, fue la añoranza del sabor de su saliva en su boca de nuevo, y la forma en que su corazón se aceleró, no por el calentón que iba a ser saciado en unas horas, si no por el presentimiento extraño de que esto no era un simple revolcón.

Los brazos de Bella, ya sin ningún rasgo de cohibición, ascendieron hacia su cuello y con sus dedos peinó y estiró despacio de su pelo, eso hizo que Edward se acercara más a ella. El beso se convirtió en demandante, las lenguas de ambos jugaban entre ellas, deleitándose en cada caricia, sintiendo el uno los labios del otro, olvidando por completo donde se encontraban. Se saboreaban y gemidos de satisfacción, muy poco audibles, abandonaban sus gargantas.

Bella sintió cómo su sexo reaccionaba a cada movimiento de ese hombre, y cuando sintió su masculinidad presionando su abdomen no pudo reprimirse y se rozó sobre ella, haciendo que Edward rompiera el beso para jadear sobre su boca. Ella se sonrió y se mordió el labio de satisfacción.

—Deberíamos ir al hotel…—Susurró él. — Quizá este no sea un buen sitio, y  te estás empezando a portar peor de lo que pensaba.

—Si…—Dijo ella sonriendo y con la lujuria brillando en sus ojos. —Antes de que mi cordura vuelva o tu bocota lo fastidie. — Se separaron y Edward con una mano se ahuecó más la camisa sobre su pantalón. Espiró fuerte y ladeó la cabeza para después sonreír. Cogió a Bella por la cintura, la cual le miró con un gesto de picardía, le gustaba tener también ese poder sobre él, le había sentido realmente duro, y solo había sido con su cercanía y ese beso abrasador.

—¿Pretendes que no hable hasta el hotel?—Le dijo Edward jocoso.

—Si vas a estropearlo no…no quiero que se me baje la lívido. — Ella metió su mano en el pantalón de él y comprobó que no llevaba ropa interior, algo que le excitó, entonces apretó su trasero deleitándose en él.

—Estás haciendo trampas. —Le dijo él acercándose a su oído y mordiéndole el lóbulo acto seguido. Ella gimió y apretó sus piernas, él se carcajeó. —Yo también se jugar a esto.

—Lo sé. —Le miró a los ojos y se emocionó al verlos brillantes como esmeraldas.

—Creo que deberíamos coger un transporte o algo así. — Edward estaba ansioso por llegar y era consciente de que, caminando, habían llegado bastante lejos del hotel.

—Sí, creo que será lo mejor, aunque me gustaría decirte que en menos de diez minutos vamos a llegar…—Bella le miró con pena. —No va a ser así…estamos a más de una hora andando del hotel, y el tráfico es caótico…

—Vale…—Edward se paró. —Está claro que el tiempo no juega a nuestro favor…estamos muy calientes y no podemos llegar al hotel en el tiempo que nos gustaría. —Bella asintió . — Entonces…—Le miró y descendió para besarla, con la boca entreabierta rozando con su lengua sus labios, introduciéndola suavemente, dejando que ella respondiera con calma a ese suave beso, y ella lo hizo de forma tan armónica que ni siquiera le molestó que de repente el comenzara a hablar con esa cercanía tan íntima. — Podemos tomar el día con calma y esperar a la llegada al hotel…—habló contra su boca, y ella suspiró. Necesitaba que ese hombre la poseyera sin pensar. —¿Podrás callar a tu cabecita hasta entonces?, ¿o esto significará que ya ha pasado nuestro momento?. —Edward rogó internamente porque ella cediera al trato, único, que se podía hacer en esa situación.

—Me dejaré llevar, pero más me vale que en estas horas por aquí no me enamores, golfo. —Le dijo en tono de advertencia, no podría soportar un día de «pareja» ambos riéndose y contándose más confidencias entre besos cariñosos, su corazón era demasiado frágil para eso.

—Bien chica sensible y enamoradiza de chicos malos…. —rió. —Tengo varios planes y alternativas para lo que propones, creo que lo único que cumplirá tus expectativas es la que llevaré a cabo. —La abrazó y la pegó a él, Bella le miró con el ceño fruncido.

Volvió a atrapar sus labios y a besarla con ansia, cortó el beso y descendió por su mentón para llegar a su oído.

—No voy a dejar que tu excitación se pierda en todo el día, probablemente tendré que  aliviarte en algún momento, pero para cuando lleguemos al hotel, sea la hora que sea, vas a seguir intacta por dentro pero entregada a mí, pequeña. — Bella tembló de anticipación, si él supiera que después de esas palabras era imposible que su nivel de ardor bajara.

—Está bien. —Le tembló la voz y el sonrió triunfal. —Se trata de disfrutar de mi cuerpo, con el tuyo…espero que tu ardor tampoco descienda. — Osada bajó la mano hacia el bulto del pantalón de Edward y lo acarició provocando que él se tensara. — Si no, no nos va a servir de nada.

—Para un taxi Bella, cuanto antes mejor. —Le dijo tajante, a él le ya daba lo mismo si tardaban una hora en llegar, pero no iba a poder soportar una tarde entera con esa mujer rozándole continuamente.

Bella se retiró del cuerpo del que en unos minutos se había vuelto adicta y localizó uno de los coches que hacían de transporte público en la ciudad. Se sentía vibrar pero plena, sabía que Edward la observaba y eso la excitaba más. Habló con el dueño del coche y le indicó el trayecto.

—En media hora llegaremos. —Le dijo a Edward cuando este se acercó. Asintió y se metió en el coche sentándose detrás del conductor, para llevar a cabo su estrategia.

El señor llevaba la música a todo volumen y el tráfico era una locura. No iba a necesitar conversación, y eso a Edward le gustó, tenía un trabajo que hacer. Miró a Bella que estaba sentada pegada a la ventanilla con las piernas apretadas la una contra la otra, se sentía empapada, y el latido de su corazón estaba en su sien. Iba a pasar, y ella estaba más que dispuesta.

—Bella…—Edward se acercó a su oído para volver a bombardearle su centro con ese cálido aliento y esa voz ronca, a pesar del volumen de la música lo logró. —Acércate.

Ella lo hizo y en un movimiento ágil colocó a la pequeña mujer en sus brazos. Bella abrió sus ojos desmesuradamente y miró hacia el conductor que no se había percatado de nada.

—Shhh. —Edward se puso un dedo en sus labios, ella asintió y tragó saliva.

La colocó sobre sus piernas con la espalda de la chica pegada completamente a su pecho, era un coche grande, americano, y su parte trasera, aunque vieja, era amplia.

—Solo déjame retar a tu cuerpo un poquito, ¿de acuerdo?. —Ella, que sintió la erección de Edward en su trasero endurecerse, se dio cuenta que ambos estaban jugando con fuego. Asintió mordiéndose el labio y él se frotó contra ella sintiéndose muy excitado. — Eres tan sensual pequeña directora…no pensé que le gustara tanto esto…—La mano de Edward se metió en la vaporosa blusa de Bella y rozó su abdomen , ella se tensó y dejó caer la cabeza sobre su hombro. —Tiene que mantener cara de Póker señorita Isabella…—Arrastró sus palabras. — No queremos ser evidentes…—Ella sentía como su centro palpitaba y no pudo reprimir frotarse de nuevo con sus piernas, trató de poner una cara lo  más normal posible, entonces Edward subió su mano y rozó su pecho con sus dedos, pasando por encima de su pezón, ella respondió apretando su trasero contra él. —Le gusta…—gimió en su oído. —A mi también…me tiene muy caliente. — Que la llamara de usted, que utilizara los formalismos estaban haciendo que junto con sus caricias Bella perdiera el raciocinio.

—No sé si esto es buena idea. —Le dijo volviéndose intentando conservar la difícil calma para sonar entera.

—Sí, sí que lo es, incorpórate. — Y Bella quedó sentada sin apoyarse en el pecho de Edward.

Mientras una de sus manos acariciaba suavemente su pezón por encima del sujetador, la otra masajeaba su espalda.

—¿Hemos pasado por aquí?. —La voz de Edward se escuchó por encima de la música. —Ese edificio es precioso. —Dijo sin dejar de torturarla.

—Si…—Bella pensaba que se marearía con sus toques. — Es un…palacio…mezquita.

—¿Palacio o Mezquita?—Su voz sonó pícara, estaba disfrutando con ello. Abrió sus piernas y entonces las de Bella, que estaban sobre las suyas, también lo hicieron. La mano de su pecho bajó y desabrochó los botones del pantalón de lino que llevaba,  Bella sintió la caricia sutil de los dedos de él por encima de las húmedas bragas. La erección estaba resultando casi dolorosa, sentir que estaba tan mojada le había puesto a mil.

—Mez…Mezquita. —Dijo en un tono más alto de lo normal. Uno de sus dedos comenzó a hacer círculos sobre su protuberante clítoris, estaba más que presto para recibir esas caricias, Bella sentía que su hinchado sexo se inundaba con sus flujos, y en un movimiento casi automático se echó hacia delante abriendo más sus piernas y dándole espacio a Edward, este no se lo pensó y retiró la tela para explorar con un dedo sus pliegues empapados. Ella se apoyó en el sillón delantero y miró por la ventana mordiéndose el labio con tanta fuerza que pensó que se pondría a sangrar. Movió sus caderas en busca de más y Edward consideró que era suficiente de momento.

—Preciosa, ¿la visitaremos mañana?—Y paró de tocarle, vio como el cuerpo de la chica se tensaba en ese instante y ella se volvió para mirarle con unos colores adorables en la mejillas, los ojos brillantes y demandantes. Él le miró alzando las cejas en un gesto de inocencia.

—Si…—Dijo. —Mañana. Estaría bien. —Intentó serenarse a pesar de que sentía que la mano de Edward seguía dentro de sus bragas, no iba a ser ella la que tentara a romper en un orgasmo por sus deliberadas formas de no dejarla bajar del calentón.

Trató de tranquilizarse, algo difícil tras lo que acababa de pasar. Se apoyó sobre su pecho, toda su espalda estaba en contacto con ese hombre, y solo esa sensación le perturbaba.

—Es preciosa esta ciudad. —El hablaba como si no le afectara nada, a pesar de que su erección contra ella era enorme, y Bella se rozaba intencionadamente en un intento de estar a la par, pero era él quien manejaba el juego.

—Sí, puedes odiarla o adorarla. —Su voz sonó más sosegada y entonces él le rozó con su dedo húmedo de sus jugos la sensible e hinchada zona que le alteraba. Ella gimió y saltó ligeramente por no sentirlo llegar, lo disimuló con una risa. Le habló al oído. —No sé, esto no es bueno Edward .

Mientras atravesaban la ciudad con un endemoniado tráfico ambos reían y se miraban cómplices. Edward tocaba de vez en cuando a Bella haciéndola temblar.

—¡Déjalo por favor!, voy a montar un escándalo. —Le dijo azorada en un susurro, sin siquiera saber si de verdad quería que parara, o que terminara con aquello de una vez

—No pienses…estamos llegando…échate hacia delante y déjate ir…estarás más tranquila. —A Bella se le iban a salir los ojos de las órbitas, ¿le estaba insinuando que le iba a provocar un orgasmo?— Si preciosa…muero por sentirte temblar…—Le susurró—Nuestro chofer está a lo suyo, le tengo vigilado, y tú necesitas esta liberación, solo trata de ser discreta. —¿Discreta?, a Bella le iba a dar un pasmo.

Trató de zafarse de su abrazo, no era buena idea, pero él no se lo permitió y comenzó a martirizarle de aquella manera tan placentera, Bella se apoyó en el sillón delantero, escuchó a Edward hablar de algo pero ni siquiera le puso interés, sus dedos tocando su sexo, jugando con sus labios, en su entrada, una vez, un poquito, solo la  punta de un dedo, Bella comenzó a sudar,  un roce intencionado en su clítoris, una entrada rápida en su sexo, una vez dos veces, comenzó a bombear con sus fuertes dedos en su interior. Edward seguía hablando, él también estaba sufriendo lo suyo, pero disfrutaba a partes iguales. El trasero de Bella se había desplazado con el movimiento, justo encima de su excitación, y eso, junto con sus movimientos controlados, hacía que Edward se sintiera al borde. Sintió como las paredes de Bella se estrechaban y volvió a masajear con el pulgar su clítoris, hasta que sintió cómo ella tembló y los espasmos y sus líquidos mojaron todavía más la mano de él. Entonces Edward sintió que al igual que la chica que temblaba encima suyo, estaba teniendo un orgasmo, sus pantalones también estaban mojados, se había corrido sin más que el placer de ella, y unos roces, y lo había disfrutado tanto o más que con una sesión de cama. Bella sintió el orgasmo y hasta el pelo de la nuca se le erizó, intentó controlar los movimientos involuntarios de su cuerpo, y lentamente  atrapando la mano de ese hombre entre sus piernas se dejó caer sobre él. Sus cuerpos se estaban  recuperando de una sensación de placer brutal, Edward tenía la imperiosa necesidad de hacerla suya en ese mismo instante, ya que solo de pensarlo su miembro comenzó a prepararse para el segundo asalto.

—Si Bella, yo también estoy de acuerdo, tendremos que volver a esta ciudad. —Y en un movimiento que ella no percibió se encontró con los labios de él sobre los suyos devorándola en un beso hambriento.

—Llegamos al Hotel señores. —El chofer bajó la música y les habló ajeno a lo que se había vivido en esa parte trasera de su coche.

Ambos se incorporaron y le miraron, Bella saltó a su lado del asiento y juntó sus piernas provocándose otro escalofrío placentero por todo el cuerpo, Edward se deleitó en ese gesto y pensó en lo que vendría después.

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