#23#

Edward se encontraba en Khora—Khora, un poblado paupérrimo cerca de Sucre, el equipo médico de la ONG estaba desempeñando las labores pertinentes, en ese caso vacunando con enormes y dolorosas dosis de penicilina a todos aquellos que presentaban síntomas.

El primer día que había ido apenas pudo salir del coche que les había llevado hasta allí, en el momento en el que puso un pie en el suelo una veintena de niños le habían rodeado, el frío del altiplano era cruel y despiadado en aquella zona alta y venteada, y aquellas criaturas con enormes sonrisas en las caras sucias, llevaban ropa de verano sobrepuesta, zapatos pequeños con la punteras rotas para sacar los deditos de esos pies crecidos, y sin embargo no temblaban, algo que Edward si hacía a pesar de llevar un grueso jersey de lana bajo una cazadora de cuero un tanto raída, pero caliente al fin y al cabo, que era más de lo que ellos tenían.

Estaba haciéndoles fotos en una pequeña escuela que otro proyecto humanitario había creado para ellos hacía años, pero el material ya era viejo y ya no acudía personal a la escuela por falta de financiación del proyecto. Finalmente dejó la cámara a un lado y sacó los juguetes que había comprado en uno de los mercados de Sucre, apartando la ropa que también había llevado. Eran sencillos, nada que a su sobrina le hubiera llamado la atención, balones hinchados, camiones de madera enormes, unas cazuelas en miniatura de cerámica…pensó en la sociedad en la que su sobrina se estaba criando y no pudo evitar sentir un escalofrío ante la diferencia tan abismal entre las diferentes partes del mundo.

Cuando una de las enfermeras le avisó de que ya habían terminado el trabajo y que tenían que irse, Edward tenía en brazos una niña de apenas dos años que sonreía sin parar con una peonza de colores en sus manos. Se la entregó a su madre y se despidió de todos los niños, los cuales le dieron abrazos y besos agradecidos por el rato que había pasado con ellos.

Ya de vuelta a Sucre los recuerdos con Bella habían vuelto a su mente, como cada vez que dejaba de estar ocupado, pero ese día estaba siendo difícil sacarla de la cabeza, sentía la necesidad de ponerse en contacto con ella, no estaba seguro de hacerlo. Después de todo no sabía si seguía con el bastardo de su ex cuñado. Era todo tan complicado, su hermana no salía de su depresión, y sus padres no sabían qué hacer con ella, vivía en su casa para poder hacerse cargo de Sofía. Estaba siendo doloroso, y él como siempre, lejos de todo.

En su móvil estaba el número del hotel de Bella y siempre se quedaba largos ratos observándolo con el dedo sobre el botón de llamada, sin siquiera calcular la diferencia horaria,  eso daba igual, porque no iba a llamar.

No soportaba nada bien pensar que Bella podría estar con ese bastardo de la misma manera que había estado con él. Casi sin querer, y  como le venía pasando cada vez con más asiduidad, tiró de la goma de abalorios ya descoloridos de su muñeca, y en el mismo instante le vinieron recuerdos de la inexistente siesta el día lluvioso de Zanzíbar. Como siempre pasaba, su masculinidad protestaba, a la par que su alma se le removía por dentro frustrada.

Flash Back

Bella jadeando, sudorosa, se dejó caer sobre el pecho de Edward, con su masculinidad en su interior, disfrutando todavía de las últimas sacudidas del orgasmo. Sintió la risa de Edward y tembló con su vibración.

—No esperaba que me cabalgaras esta tarde, pequeña amazona. —Bella se incorporó sobre él y se recogió el pelo en un moño alto quitándole el coletero de su muñeca. —Me lo devolverás. —Le advirtió,  ella asintió y le devolvió una sonrisa plena, con los ojos brillantes y las mejillas arreboladas por el esfuerzo que había hecho minutos antes.

Las manos de Edward pasaron por sus pechos despacio haciendo círculos sobre sus pezones. Bella gimió al toque y movió sus caderas experimentando una corriente excitante.

—Esperas poco de mi parte…—Le dijo ronroneando.

—Estabas muerta de sueño en la comida. —Él levantó de nuevo sus caderas y ella sintió cómo su miembro volvía a ocupar su interior firmemente, se mordió el labio. —Y eres tan tajante dando órdenes…—dijo ronco y echándola sobre su cuerpo hizo que en un movimiento se encontrara entre sus piernas y sobre ella, sin salir de su interior. –Algo me decía que eras mandona…y correcta en público. — Remarcó la última palabra y sonrió taimado.

—Y a ti se te veía venir, eres descarado siempre. — Le sostuvo la mirada.

—Y tú me sorprendes con tus dotes de mando en la cama. —Descendió la cabeza y atrapó un pezón en su boca, saliendo de su interior y provocando que ella le echar de menos gimiendo. — Y con tus insaciables ganas de sexo. — Volvió a su boca y le hablo contra ella, irremediablemente excitado de nuevo.

Le besó suavemente, separando sus labios con una delicadeza extrema, haciendo que los de ella hormiguearan de gusto. Introdujo su lengua y ella se la acarició con la propia. Profundizaron el beso y sin apenas darse cuenta comenzaron a moverse el uno contra el otro en la zona inferior de sus cuerpos.

—Espera…—Edward cortó el beso y se quedó a milímetros de su cara. —Si vamos a seguir con esto…—Susurró. —Debo…—Miró hacia abajo, Bella hizo una mueca y él rió. — Vamos…dame tres segundos sin moverte de aquí y te juro que no notarás mi ausencia. — Se levantó y se perdió en el baño.

—Ya lo estoy notando. — Dijo de manera inocente. Se mordió el labio, ansiosa. — ¡Y va a ser la hora!— Gimoteó, golpeando la cama y sintiéndose una depravada sexual.

Edward saltó sobre ella haciéndole reír.

—Abre las piernas. —Ordenó.

Bella gimió ante su orden y sintió que se correría en el mismo instante en que entró en ella.

—Es increíble lo bien que me siento dentro de ti. —Edward comenzó a moverse. —Estás tan mojada…y tan estrecha…— le hablaba al oído mientras le lamía el cuello y le besaba en esa zona que ella sentía tan erógena.

Edward se movía contra ella gruñendo en cada embestida, sintiendo su estrechez. Ella levantó las piernas y rodeó su cintura, haciendo que las penetraciones fueran más profundas.

—Mmm perfecto…—Ronroneó Edward en su oído siguiendo con su empuje.

—Oh Dios mío…—Bella jadeó y sintió su nudo comenzar a deshacerse.

—¿Te estás corriendo?—Él comenzó los embates de manera certera y más rápida sintiendo cómo ella aguantaba la respiración y trataba de aguantar las convulsiones. —Si gatita sigue…no  me queda mucho…— Aprovechando la presión sobre su miembro le acompañó, dejando escapar un gruñido profundo.

Cuando recuperó la cordura, y ambos quedaron abrazados, ella pasaba las uñas lentamente por su cuero cabelludo provocando en él un ronroneo placentero. ÉL continuaba besando el largo cuello de Bella saboreando su piel, y con una sensación de caducidad de esa situación, se preguntó si llegaría algún momento en que llegaría tener suficiente de ella, si sería capaz de dejarla marchar.

Fin Flash Back

Con una sonrisa en la cara, la mirada perdida en los recuerdos, y su entrepierna protestando, se metió en la ducha sin perder en su mente ningún detalle de lo que acababa de recordar.

No era solo sexo, no lo era. Se tumbó en la cama vestido para la cena y se quedó mirando el teléfono en su mesilla. Inspiró profundamente. Se moría por escuchar su voz, lo  cogió y miró la pantalla con el número marcado, los dígitos que le llevarían a escucharla, apretó la tecla verde del mismo, sin pensar en nada más, solo quería hablar con ella. No podía seguir haciendo el avestruz con su corazón, vivían demasiado cerca y era muy pesado.

No estaba seguro de si lo que sentía era real, o que hacía mucho tiempo que no conectaba con alguien como lo había hecho con ella. Quizá era eso, puede que una chiquillada, pero el caso era que no podía quitársela de su cabeza, después de un mes de por medio, a menos que ocupara su tiempo. Y por las noches su mente vagaba a sus anchas por el cuerpo y la sonrisa de Bella, como había pasado hacía unos instantes.

Tras hablar con Fátima en la recepción y esperar un minuto con el corazón en la garganta la dulce y somnolienta voz de Bella inundó la línea.

—¿Rose?

—No…—Respondió él, y en ese instante él percibió que ella le había reconocido, un jadeo abandonó el pecho de ella. — Perdóname por las horas. —Dijo nervioso.

—Edward. —Susurró—¿En serio eres tú?—Y la sintió contener la respiración.

—Sí, se que hace mucho que no hablamos y que…—inspiró con fuerza. Hubo un silencio entre ambos.

—¿Por qué hoy?—No se lo decía en un tono de reproche, pero había algo raro en la pregunta.

—Ya, ¿y por qué no hace un mes?…lo sé ¿Cómo estás?—Se sintió tan estúpido que si no llega a ser porque la voz de esa mujer le había llenado el cuerpo de vida desde que le había escuchado, le habría colgado en ese instante.

Bella no entendía lo que estaba viviendo a oscuras en su cama, con el teléfono pegado a su oreja, y de repente, divertida, se pregunto a si misma si la respuesta a la pregunta de Edward no debía ser “Embarazada de ti, vida”, y se le escapó una carcajada mientras se tocaba su barriga de momento plana. Esto no era más que una de esas señales, se dijo pensando en Jasper y sus interpretaciones de las cosas  de la vida

—Bien, y ahora te puedo decir que estoy un poco alucinada. —La voz denotaba que ella estaba disfrutando además de riéndose, y Edward comenzó a pensar si no estaría algo borracha, por alguna fiesta y le había despertado al poco de dormirse. — ¿Dónde estás?

—En Sucre, Bolivia.

—Ah, cierto, Rose me dijo algo así, con un proyecto de una ONG. ¿Cómo es aquello?—Edward como si fuera una estatua, solo moviendo los ojos a un lado y al otro, no entendía nada, no había planeado de que hablar pero después de un mes y medio, esto no lo esperaba seguro.

—Frío…—dijo contenido. — ¿Has estado de fiesta esta noche?

—¿De fiesta?—Le preguntó extrañada.

—Estás como… ¿pletórica?

—Oh…eso…no , no estoy de fiesta, estoy durmiendo desde las once, últimamente apenas me tengo en pie después de esa hora. —Bella sintió que tenía que decírselo, además sintió que algo le conectaba a ese hombre, y que no podía reprimirlo, aunque no fuera bidireccional.

—¿Estás enferma?—Edward sintió un sobrecogimiento en el estómago.

—No…—Él no podía verla, pero sabía que sonreía. —Por cierto, no estoy con James. —Soltó de sopetón. —Él se fue acto seguido que tú…ya sabes, el chico aquél al que golpeaste… —Añadió, el silencio se hizo en la línea durante tres segundos.

—Ah…bien. —Edward sonrió, y sintió como una losa imaginaria que había estado oprimiendo su pecho, se volatilizaba.

—No sé si fue eso lo que te llevó a marcharte de aquí. —Se sorprendió a si misma siendo directa con él, sin tapujos, no sabía si el hecho de encontrarse embarazada le hacía ser así, pero no temía nada, y no quería ocultar nada. — Emmet me dijo que venías a hablar conmigo y…bueno, no es que sea una creída ni me sienta el centro de tu mundo…

—En parte… —Le cortó sin pensar. Así era, en parte era por lo que se había marchado y en parte era el centro de su mundo, o pensamiento, igual daba. Seguro que ella no sabía lo complicado que había sido aquello. —Es algo largo de explicar. —Ella bostezó sin poderlo evitar y en un acto reflejo se tapó la boca esperando que él no lo hubiera notado. —Lo siento, ni siquiera sé qué hora es allí, estas cansada.

—¡No!…no…bueno, si estoy cansada, pero …hace mucho que quería escucharte y…además tengo que contarte algo. —Se moría de sueño, aunque le habría gustado estar horas con él por teléfono sabía que su cuerpo no le iba a dejar, así que decidió que tenía que ser así. —Seguro que esto te va a chocar.

—Dime. —Edward no tenía ni idea de lo que tenía que contarle, pero de repente temió porque le dijera que se casaba con otro o algo por el estilo, lo que le provocó una punzada de celos como nunca había experimentado.

—Estoy embarazada. —Inspiró profundamente y reaccionó al segundo cuando se dio cuenta que él podía malinterpretarlo después de haberle visto con James esa noche. —Es tuyo.

El silencio era tan marcado que podrían haberse partido un pedazo y haberlo compartido como un trozo de tarta.

—Estoy de seis semanas. —Le dijo en un tono muy suave ante el silencio vibrante que se estableció en la línea. —Supongo que tenías que saberlo, y más cuando has llamado justo hoy, me he enterado esta misma mañana.

Edward, tumbado en su cama del Hotel Plaza en Sucre se incorporó en ese mismo instante, no respiraba, estaba completamente ido, solo escuchaba a Bella lanzar esos datos a través de la línea.

—Quizá no quieras hacerte cargo de un niño, no te lo digo por eso, no tienes ningún deber, si no quieres, solo pensaba que era bueno que lo supieras. —Bella hablaba sin parar y un poco decepcionada por la ausencia de respuesta, pero claro, no todo el mundo recibe una noticia así por teléfono, después de llevar mes y medio sin hablar y con tan solo un par de días de sexo a las espaldas. —Te garantizo que es tuyo porque no me he acostado con nadie más en los últimos siete meses, y ya sabes , eso del Espíritu Santo no me pega, por muy santurrona que sea. —Rió nerviosa, las manos comenzaron a sudarle y notó cómo el teléfono resbalaba ligeramente. — Sí ,eso de no saber no enamorarme de una persona con la que practico sexo, la verdad es que como te dije, soy de esas que se pillan por el más golfo, y eso que me prometiste qué harías lo posible por no hacerlo, pero ya ves. —Los nervios estaban haciéndola hablar demasiado. —Oh…cuanto hablo, deben de ser las hormonas. —Sabía que era una excusa a la que recurrir para todo en su estado, lo aprendió de una compañera de trabajo de Nueva York. —El caso es que ya lo sabes.

—Vaya. —Edward se pronunció saliendo de su estado de catatonia. — Vamos a ser padres. —Y sin saber porqué se encontró sonriendo.

—Bien, tu elocuencia es tremenda, pero te entiendo. —Él se puso a reír como un demente y Bella abrió la boca de sorpresa.

—Tenemos que vernos Bella, esto es…—Se levantó de la cama y atravesó su desordenado pelo con los dedos tirando de él fuerte, como si se obligara a quedarse en la tierra.

—Ya, lo sé, es raro ¿verdad? Seguro que no esperabas esto cuando has marcado el teléfono, créeme, yo tampoco esperaba que mañana al despertarme pudiera tachar esta tarea de mi lista.

—Madre Mía…—Edward no salía de su asombro. —No sé si raro…—Se puso a caminar de un lado a otro de la habitación. —¿Me has dicho que te habías enamorado de mi?. —Bella se atragantó con su saliva y empezó a toser. —Perdón perdón…—Edward se puso nervioso,  ni siquiera estaba seguro de haberlo escuchado, no era muy consciente de lo que su cerebro estaba procesando. — Que estúpido soy, no tosas, perdón. —Se aceleró. —Quizá no sea bueno en tu estado. —Bella se recuperó.

—¿Toser?—Dijo con la voz ahogada.

—Si…No se…—Dijo dudando. Entonces Bella comenzó a reír, y Edward se sintió un tonto, un estúpido que deseaba estar con ella en ese preciso momento. —Tengo que verte Bella. En cuanto termine aquí salgo volando hacia allí. —Ella rió de nuevo.

—Sí, mejor volando que a nado. —Dijo con sorna. Entonces él rió y recordó a esa Bella tan mordaz con la que había lidiado esos días en el hotel.

—Sí, será mejor. Ahora te vas a dormir, y yo te mantendré informada de cuando llego. —Estaba pletórico, había recuperado esa alegría perdida hacía exactamente un mes y medio, justo antes de conocer toda aquella mierda de James.

—Asegúrate de que cuentas bien las horas. —Le dijo Bella casi bostezando.

—Por supuesto, descansa.

—Igualmente. —Dijo somnolienta.

Edward colgó a la vez que ella, tenía que bajar a cenar, pero demasiadas cosas en la mente como para pensar en comer. Se quedó mirando por la ventana, la plaza de la Prefectura de Sucre estaba plagada de vendedores de artesanías con Aguayos por el suelo, iluminada con las tenues luces parecía una imagen sacada de otro tiempo.

Bella estaba embarazada, él era el padre de la criatura, se echó a reír de una forma  nerviosa mientras pasaba sus dedos a través del pelo tirando ligeramente de él.

—¡WAU!… —Ni siquiera sabía que pensar, podía identificar felicidad entre todas las sensaciones que se agolpaban en su cabeza, porque lo primero que le vino a la mente es que estaba más unido a Bella desde ese momento de lo que pensaba, pero de repente una sensación agridulce intensificó los nervios que acechaban desde el estómago.

—¿Cómo lo vamos a hacer?…¿Qué es lo que tenemos que hacer?— Se puso a pensar en algo que desde que salió de aquella isla no había hecho, sus formas de ganarse la vida, y el ancho  mundo en el cual él vivía comparado con la pequeña y remota isla donde Bella desarrollaba su día a día.

Se percató de repente que en la calle, al otro lado de la acera del Hotel, había una chica saludándolo, tratando de captar su atención. Era Lorraine, la encargada del proyecto con la que estaba trabajando. Salió al balcón.

—¿No vas a venir?—Le preguntó a gritos para hacerse oír por encima  del bullicio.

—Ya bajo. —Pensó que nada podía  hacer ahí parado en la habitación, cenaría y hablaría con ella para averiguar cuando terminaría su labor, algo que no había preguntado desde que llegó , ya que simplemente no necesitaba esa información.

Al llegar a la calle y ponerse a su altura la saludo con un beso en la mejilla.

—Estás extraño Edward. —Le dijo ella al entrar a la pizzería cuando se percató de que no había soltado palabra desde que salió del hotel.

—Estoy pensando Lo. —Ella lo miró extrañada. Lo dijo sin apenas mirarla.

La muchacha llevaba todo el mes tratando de llamar su atención, pero nada daba resultado. Era atractiva, casi todos los voluntarios habían tratado de tener algo con ella, era la que más deseo despertaba en el círculo de trabajo. Además, el hecho de que fuera la encargada del proyecto le dotaba de un aura mucho  más a trayente para el resto, a sus 26 años regía el equipo de una manera encomiable.

El caso es que Edward apenas había reparado en ella, desde Bella no hubo nadie más. Era como si su cuerpo no se sintiera atraído por ninguna otra, y él ni siquiera le dio importancia a ello. Se dedicó, como nunca había hecho, únicamente al trabajo que tenía que desempeñar y a empaparse de la cultura del lugar.

—¿Algo va mal?— Ella le sujetó el brazo antes de entrar al establecimiento donde todos esperaban para cenar. A ella le encantaba tocarle con cualquier pretexto.

—No exactamente. —Él le sonrió sin dejar de tratar de cubicar la noticia que terminaba de recibir en su interior. —Lo…—Ella le miró radiante como cada vez que ella pronunciaba su nombre. — ¿Hay suficiente material fotográfico para lo que queréis llevar a cabo?— Ella lo recibió como un puñetazo, sabía que eso indicaba el fin de su estancia.

—Desde luego Edward, —no podía mentirle para retenerlo, aunque si se hubiera dejado llevar por su demonio interior lo habría hecho. —Hace tiempo que tenemos material suficiente.

—Claro. —Edward se dio cuenta que llevaba un mes entero haciendo fotografías de todas las actividades que realizaban. —Entonces mi labor aquí no sería necesaria.

—Has estado ejerciendo como un voluntario más, jugando con los niños en las aldeas, y distrayéndolos mientras nosotros nos dedicábamos a la medicina. Tu labor aquí será necesaria siempre que quieras, al igual que serás tú el que decida hasta cuándo.

—De acuerdo. ¿Entramos?—Edward sintió que quería haberse tele—transportado a Isla Pemba en ese mismo instante, o haber cogido un avión para presentarse al día siguiente allí, pero era algo imposible, así que entró a cenar con sus compañeros.

Al otro lado del mundo Bella caía en un placentero sueño, con una sonrisa en los labios, con el gesto relajado, sin siquiera plantearse, que a las tres de la mañana había resuelto el dilema que le había martirizado todo el día desde que Jacob tuvo la delicadeza de expresarlo. De una forma tan natural y tan sencilla, que no había supuesto ni un ápice de nervios concentrados en el estómago. Excepto las mariposas tímidas que revoloteaban en su estómago pensando que pronto sería recompensada con su presencia.

#24#

2 comentarios en “#23#

  1. Ese capítulo fue muy divertido, jajajaja!!! Y lo de hacer gay a Jacob, pues es eu estaba cansada de leerle de tercero en discordia y dije, pro variar, jajajaja!!
    Si, recuerdo las conversaciones, que bien que te rías con ellas, es el fin de las mismas.
    Si, padres, con todo lo que implica, que sigas disfrutando!!
    Besoides

    Me gusta

  2. Esto ha sido genial: «¡¿Embarazada?! …… ¡¿Gay?! ……. ¿¡Edward?! …. ¿¡Vadu!?» ¡Como me he reído imaginándome la cara de Alice mientras Jake y Bella mantenían esa conversación tan graciosa! Jajajajajaja Ha sido espectacular.

    Y James no podía aparecerse en el mejor momento. Aunque sinceramente, fue como una prueba para Bella, y darse cuenta que está curada completamente.

    Te juro que me encantan esas conversaciones salidorras de las chicas y las de Emmet, porque me meo de la risa jajajaja, ahora mismo te las citaría, pero no recuerdo exactamente las palabras, de todas formas, estoy segura que sabes de qué te hablo.

    ¡¡Y ahora van a ser padre!! *-* Podrían ya ser novios y casarse pero… terminaría rápido la historia y aun quedan muuuchos capis, me pregunto que pasará porque esto de final feliz ahora mismo no va, ¿Que ocurrirá? La verdad estoy nerviosilla y algo temerosa… ¿Qué harás?

    Que sepas que de ayer a hoy he llegado al capítulo 23, y madre mía, estoy uqe no paro. Me lo voy a terminar pronto!!

    Un besito!!! =)

    Me gusta

Deja un comentario