Capítulo 44

26 Septiembre

Bella POV.

—Hija, cuando dijiste que iba a ser rápido no pensaba que tanto.

—Reneé… —Papá le hablo en tono de advertencia mientras metía en las maletas parte de mi ropa, por lo menos para este mes, luego volvería a por más cosas, aunque pensándolo bien, tampoco tenía tantas.

—Ya Charlie, que entiendo y respeto que se vaya a vivir con Edward, y que tenga trabajo en Nueva York, pero nos lo dijo el lunes ¡y hoy viernes, está haciendo las maletas!

—Mamá por favor…—rogué— que te estabas portando muy bien conmigo con todo esto…no hagas un drama ahora. — Le miré haciendo pucheros, no aguantaría irme enfadada con Reneé, menos ahora que habíamos logrado entendernos, y comprendía casi del todo mi independencia.

—Hija, que es muy duro verte ir así de la noche a la mañana.

—Se va con Edward cariño. Sabes que no puede estar en mejores manos. —Mamá le miró alzando rápidamente la cabeza. — Ni lo digas, sabemos que eres su madre. — El tono de papá era cansado.

—Y madre no hay más que una, pero…se buena ¿sí?, no quiero discutir antes de irme, y el caso es que me voy. Empiezo a trabajar el lunes. — Volví a la maleta.

—¡Quédate hasta el domingo!, no entiendo porque te tienes que ir hoy. —Reneé no se daba por vencida.

—Es para…—la verdad es que era para pasar más tiempo libre con Edward, pegarme a él como una lapa, lo extrañaba demasiado, y saber que íbamos a estar solos en su casa me provocaba unas imperiosas ganas de irme corriendo hasta allí—…adaptarme, ya sabes, conoceré a Sally mañana, me enseñará donde está la clínica…—mentira cochina, hasta el lunes no habíamos quedado.

—Pudiendo hacerlo el lunes no entiendo hija, ¡no entiendo!— Salió de la habitación.

—Papá…—Le miré haciendo un mohín.

—Voy a hablar con ella.

No soportaba estos momentos de Reneé. Seguí a lo mío, solo quedaban cuatro horas para coger el vuelo.

Edward quería que me fuera a su casa desde el lunes que nos fuimos de Detroit, y yo con los ojos cerrados lo hubiera hecho, ya no trabajaba, pero las cosas tenía que hacerlas bien, y hablar con mis padres. Cuando me dijo a mitad de semana que había hablado con Sally y que el lunes siguiente podría empezar no me lo creía, estaba saliendo todo tan bien.

Tenía mucha suerte, aunque pensando las cosas, lo del accidente no fue buena suerte, estaba claro que ya había hecho el cupo, yo y los de mi alrededor, a partir de ahora era imposible que las cosas salieran mal, tampoco tenía tan mal karma como para ir fastidiando mi destino.

Se habían empeñado en llevarme a la estación de autobuses, más bien fue Reneé, que parecía haber entrado en razón, después de que Charlie hablara con ella.

—Por favor llámanos, que no tenga que ser yo siempre, acuérdate un poquito de nosotros hija. — Reneé me abrazaba con fuerza, como si me fuera a las misiones.

—Si mamá, que ahora que tengo móvil, estaremos en contacto.

Lo del móvil había sido idea de Reneé, desde que les dije lo de irme ni se lo pensó. No entendía porque no me dejaba tenerlo antes, pero el caso es que ahora lo tenía y estaba encantada.

Los mensajes con Edward eran continuos, y me sonrojaba cada vez que pensaba en el contenido de muchos de ellos. Lo mejor era que podía hablar con él desde donde quisiera, sobre todo por la privacidad de mi habitación, y además las niñas y yo estábamos más en contacto que antes, si eso era posible, gracias a este pequeño aparato.

—En cuanto llegues por favor llama…—Mi madre parecía cerca de perder los nervios.

—Reneé por favor, ya vale. — Exhortó papá. — Perdónala hija,—me abrazó. — Te quiero muchísimo, cuídate.

Vi los ojos de papá brillar y esto hizo que un nudo cerrara mi garganta.

—Yo también te quiero papi. Nos veremos pronto, seguro, podríais venir a conocer aquello, os iba a encantar. — Paré una lágrima con la yema de mi dedo antes de que cayera rauda por la mejilla.

—¡¿Qué íbamos a hacer nosotros allí?! Lo mejor será que vengas tú…y Edward claro… — Ante las palabras de Reneé papá rodó los ojos inspirando profundamente. — Y a mi …¿no me dices esas cosas?—Mamá se colgó otra vez de mi cuello.

—Te quiero. Se buena anda, cuida de papá. — Y la quería, era mi madre, pero me sacaba de mis casillas con esas demandas suyas.

Estaba entrando en la casa de Edward, de ahora en adelante nuestra casa, y la sensación era diferente a las otras veces. A partir de ahora, estaría allí con él, compartiendo el día a día, llegando los domingos juntos si nos fuéramos a otro lado, no más despedidas sin saber cuándo nos veríamos.

En Detroit me hizo copias de sus llaves y me las dio, así, al llegar hoy a su casa no tendría que esperarlo fuera, se le había complicado el día y hasta media tarde no llegaría.

Llamé a mis padres nada más dejar las maletas en la habitación, no quería recibir una llamada histérica de mi madre, de momento habíamos capeado el temporal de la mejor manera posible.

Con un sándwich y una cerveza con limón en un vaso, me subí a la terraza, me encantaba ese lugar.

Sonó el móvil cuando apenas me había sentado.

—¿Al?

—Hola Bells, ¿estás ya en Nueva York?—El tono de Alice me preocupó.

—Ahora mismo estoy en la terraza de Edward, es una pasada el calor que hace…cielo… ¿estás bien?—Rompió a llorar al otro lado de la línea.

—No Bells, estoy jodida…

—¿Qué pasó?, ¿Dónde estás?

—Estoy debajo de casa de Jasper, hemos peleado fuerte. — Sorbía sin parar las lágrimas.

—Vente Alice, ven a casa de Edward, estoy sola. —Me rompía el corazón escucharla así. — Él no viene hasta dentro de unas horas.

—En serio…no quiero molestar, pero es que Ang está de luna de miel, y Rose trabaja hasta tarde. Y no sé a dónde ir. —Lloró.

—Por favor—Le rogué—Vente Alice.

En veinte minutos Alice apareció en la puerta con las gafas de sol puestas. Sin dudarlo la abracé al instante, comenzó a temblar y a llorar fuerte.

—Llora nena, desahógate, sácalo todo. — Siempre había pensado que frenar el llanto cuando sale es algo inútil.

Decidimos subir a la terraza, allí saqué unas cerveza que tenía Edward en la nevera.

—Sí,—Cogió una de ellas— creo que es más eficaz que las tilas, me he tomado una en la cafetería debajo de su casa y me ha hecho vomitar.

—¿Qué ha pasado Alice?

—Esto es una mierda, no entiendo porqué las parejas no son sólo eso, parejas ¡¡uno más uno!!— Hizo el gesto con dos dedos. — Solo he visto a la madre de Jazz una vez, ¡¡y la odio!! No quiero tener nada que ver con ella.

—Espera… ¿la madre de Jasper?— No entendía nada.

—Si…—Dio un sorbo largo a la cerveza fría. — Qué buen gusto tiene Ed con las cervezas…

—Es de trigo, es muy suave.

—¿Te acuerdas que hace unas semanas fui a conocer a su padres?—Asentí— Vale, pues resulta que su padre es el mueble del fondo del salón, y su madre la bruja mala del oeste, si, esa chunga de los monos que sale en el Mago de Oz. —Asentí otra vez, casi riéndome. — El caso es que yo traté de ser la novia perfecta, pero ella se convirtió en la peor suegra de la historia, «que si a ver como alimentas a Jazz cuando estés viviendo con él, aunque no deberíais iros ya con lo poco que lleváis, que si no creo que seáis muy compatibles, porque Jazz no hace casi deporte»…—El tono burlón que le aplicaba a cada frase y el gesto de desprecio era muy evidente.

—Desde luego que le echaste paciencia al asunto…Pero… ¿qué tiene que ver con la discusión con Jazz?, si es un santo varón ese chico.

—Pues eso precisamente, ¡¡me niego a que se convierta en el mueble que hace juego con su padre porque esa manipuladora hace y deshace a su antojo!!

—¡Uff! Peliagudo lo de las madres Al…terreno pantanoso, y si no que se lo pregunten a Ed.

—¡¡Tu madre es una santa comparada con esa tipa mala!! ¿Me sacas otra?— Inclinó su botella. Me levanté y saqué otra para mí. La forma de hablar de Alice hacía que bebiéramos más deprisa.

—El caso es que ya estamos planeando lo de venirme aquí con él, que tú te hayas decidido me ha dado envidia, no te lo voy a negar. — Me dio con el codo y bebió de nuevo del botellín. — Ya tengo trabajo aquí, chica, ha sido llegar y besar el santo. Bueno, a lo que voy, el fin de semana que viene me iba a trasladar, tengo dos semanas de vacaciones, porque me las deben, y tras esas dos semanas empezaría aquí. Pues resulta que no puede ser, que la señora— Lo pronunció con retintín. —Va a venir a ver a su hijo, y Jasper quiere hablar con ella ese fin de semana para contarle esto. —Hizo un gesto señalándose y dio otro trago, a la vez que yo estaba notando que me mareaba un poco.

—Es decir…

—Es decir… ¡que no se lo ha dicho!, y tiene que tomarse un fin de semana entero para que la Marquesa de Chorrapelaá dé el visto bueno.

—Y te has enfadado claro…—Posé mi mano en su espalda.

—Me he puesto como una bruta, Jazz no sabe ni la mitad de cosas que me dijo esa arpía durante el fin de semana. Me llegó a decir, que él ya estuvo con una chica que se llamaba Lydia o algo así, y que ellos sí que parecían la pareja perfecta, pero que ni eso salió bien, así que, qué me esperaba yo. Fue horrible. — Dejó caer su cabeza entre las manos, frotándose la cara.

—Y no se lo contaste…

—Solo un poco…tía, es su madre…

—Sí, pero ahora has explotado y para él no tiene sentido.

—Lo sé. —Miró al suelo y vi cómo caían las lágrimas al suelo.

—Al…—La abracé con fuerza.

—Es que Jazz… no se comporta… conmigo como lo hace delante de su madre. —Las palabras le salían entre los sollozos. — Quizá me haya pasado… tampoco quiero imponerle las cosas como hace esa vieja malmetedora…no se Bells. —Su voz sonaba amortiguada contra mi hombro.

—Esto tenéis que hablarlo con calma. —La aparté un poco para mirarla. — Os queréis y eso está por encima de todo. Yo creo que tiene que ser él el que le diga las cosas a su madre, y Al, tú no has elegido a quien quieres de suegra, así que no tenéis porqué ser amigas. Eso sí, tiene que respetar vuestra relación. —Aparté los cortos mechones de pelo que se tenía pegados en las mejillas. —De todas maneras, es posible que Jazz necesite tiempo para hablar con ella, dáselo, es un fin de semana.

—Ya, si llevas razón. ¡¡Pero es que esa mujer me exaspera!!—Dijo haciendo fuerza contra el botellín como si fuera vudú. —Empecé a reír, y le contagié.

—¿Otra cerveza?, te digo que a mí se me va bastante la cabeza, pero ya…podemos culminar.

—Sácalas, mañana me encargo de reponeros la nevera. ¿Sabes?— Me sonrió con dulzura, asentí para animarla a continuar. — No has cambiado nadita de nada, eres la Bella de siempre.

—Gracias. — Era uno de los mejores cumplidos que podía recibir. Simplemente aconsejé a Alice desde el sentido común, o más bien, desde lo que yo veía mejor. No era cuestión de poner a la madre de Jasper de vuelta y media aunque en el fondo se lo mereciera.

No sé cuánto tiempo llevábamos hablando sin parar, y bebiendo, lo que hacía que el alcohol corriera raudo por el cuerpo y la lengua se nos trabara de vez en cuando. Entonces vi cómo la puerta de la terraza se abría dejándome ver a ese hombre que me volvía el cuerpo del revés. Venía hablando por teléfono, Alice y yo le miramos.

—Sí, está aquí, con Bella,— miró la mesa llena de botellines. — Dejando vacía la nevera de la terraza, por lo que veo. — Me lanzó una sonrisa torcida que me hizo vibrar, el alcohol aumentaba mis sensaciones. —¿Pasa algo Jazz?

Miré a Alice, se quedó blanca.

—Pobre… estadrá preocupado. El móvil debe de estar en er bolsssho, en er salón. — Se levantó del sillón, se tambaleó y con un gesto le pidió a Edward que le pasara el teléfono. Se fue al final de la terraza y apoyándose en la pared se deslizó para sentarse en el suelo y darse intimidad.

—¿Está bien? —Edward había llegado a mi altura, la miró con gesto preocupado.

—Bueno, ahodra un poco borracha y ssshupongo arrepentida. — La miré y la vi llorar.

—Y me doy cuenta que tu también. — Me giré para encontrármelo sentado a mi lado, era como si yo fuera a cámara lenta y el resto del mundo a una velocidad imposible.

—Creo que ssshí—Arrastré las palabras y cerré los ojos fuerte para ver si conseguía despejarme. Estar con Alice en las mismas condiciones era una cosa, y encontrarme a Edward totalmente sereno era otra.

Edward empezó a reírse suavemente.

—Vaya con lo que me encuentro…— Me besó en los labios y yo le respondí perdiéndome en esa sensación.

—Mmmm te he eshhado de menosss. —Edward volvió a reir.

—Y yo amor…— La risa interrumpía sus palabras—…no esperaba esta bienvenida— Parecía divertirse con la situación.

—No shheee, tampoco han ssshido tantas ¿no?— Empecé a reír al darme cuenta que si, al mirar la mesa había por lo menos diez o doce botellines vacíos. — No era mi innntención…— No podía aguantar la risa.

Vi a Alice pasar delante de la mesita tambaleándose, y yo no tenía intención de levantarme si mis andares iban a ser iguales.

—Me vfoy, Jazz viene a porrr mí. — Ni siquiera se paró a hablar.

Edward se levantó, a mi percepción como un superhéroe, sujetando a Alice y trayéndola al sillón.

—Si no os importa señoritas, vamos a esperar a Jazz para bajar de la terraza, la escalera de caracol es un obstáculo que superaremos en grupo.

—Yo eshhhtoy shegura que puedo bajarrrlas. —Dijo Alice. Me dejé caer en el sillón, yo no estaba segura de poder hacerlo.

—Ya Al, pero a mí me apetece esperar a Jazz, hace una tarde estupenda para bajar al piso.

—No me tomeshh por trondta Edwarito porque yyyo no vfoy tan borrashaaa…—Yo estallé en una

estruendosa carcajada.

—Ssshi Al, lo estamos…haz cassho de mi hombrrre que eshh médico. — Intenté guiñarle un ojo a Edward, que nos miraba sin poder aguantar la risa.

Escuchamos el timbre.

Edward POV.

Estaba bajando las escaleras una vez que me aseguré de que las chicas no se moverían del sofá, realmente temía por el tramo de escaleras en forma de caracol. No podía parar de reír, estaban muy cómicas. No había visto a Bella en ese estado, excepto en la boda de Jake y Ang, que claro, yo seguro que compartía su situación.

Abrí la puerta y Jazz preocupado apareció tras ella.

—¿Qué pasa? ¿Porqué Alice va con una borrachera que casi no se le entiende?— Me encogí de hombros.

—Creo que no están por aclarar las cosas, Bella está igual. ¿Estás bien Jazz?, ¿Qué ha pasado?

—¿Dónde están?

—Arriba. —Señalé con el dedo.

—Hemos discutido, ya sabes, la historia de mi madre. Alice se viene a vivir conmigo y…buff es un poco largo.

—Vamos, ya me contarás. — Nos dirigimos a las escaleras. — Están muy simpáticas, ya verás.

—Sí, pues Alice se me ha puesto a llorar por el teléfono diciéndome que me quería mucho y que viniera a por ella…— Tras la cara de preocupación Jazz dejó entrever una ligera sonrisa.

—Es que no sabes todo lo que han bebido…—Rodé los ojos, seguro que habían dejado seca la nevera, y eso era algo que alguna vez yo había hecho con los chicos agarrándonos una buena kurda.

Abrí la puerta y allí estaban riéndose sin parar recostadas sobre el sillón.

—¡¡Jazz!!, ¡¡Cadriñho!!— Alice se abalanzó contra mi amigo el cual la tuvo que sujetar para que no se resbalara por su cuerpo, menos mal que era menuda.

—Yo no te vvvoy a abrazzar asshí, que ya te he vissshto ¿eh?— Bella sin variar su posición me advirtió levantando un dedo. Me entró la risa floja.

—Pero menuda melopea lleváis…— Jasper sin soltar a Alice, no salía de su asombro. Levanté las cejas.

—Las tenemos que bajar…no van en condiciones. —Me aproximé a Bella.

—Yo ya la tengo cargada, además creo que se ha quedado dormida. — Asentí al ver la cara de Alice inmersa en el placer del sueño.

Me aproximé a Bella.

—No me meneessh Edwarddd…por favorrr…me essshtoy encontrando mal. — Vi cómo el color de Bella se aproximaba más al verde que al normal. Negué para mí y fui hasta las escaleras.

—Jazz, tío, siento no poder bajar a despediros, pero es que Bella se siente mal.

—¿Cómo quieres que se sienta?, tío, si van borrachas perdidas…—Jasper con cuidado seguía bajando las escaleras. —Por cierto, dejo la moto en la calle, como comprenderás no puedo llevarme a Alice así, debería haberlo pensado, pero he salido envenenado. Cogeré un taxi.

—De acuerdo, meteré la moto al garaje.

—Gracias tío, hablamos.

Volví junto a Bella, y para mi descanso se había quedado dormida. Esperé un rato para bajarla, no quería que se despertase y que volviera a encontrarse mal. Le tapé con una manta que tenía en la terraza, el aire empezaba a ser más fresco. Mientras hacía tiempo recogí los cascos, conté diecisiete, increíble. Supuse que empezaron con las de trigo pero que siguieron con las demás, hasta llegar a las negras. No quería imaginarme el día que le esperaba a Bella mañana, si la resaca tras la boda fue difícil esta no iba a ser menos.

La cargué en brazos, estaba tan dormida que hasta emitía un pequeño sonido parecido a un ronquido. No podía dejar de mirarla, era preciosa. El caso es que esta no era mi idea para pasar la primera noche juntos, pero bueno…teníamos tantos días por delante que cualquiera de ellos sería especial.

Capítulo 45

Deja un comentario