Capítulo 6

Bella POV

Vi como los chicos se metían al agua, y como mis amigas se amarraban ya sin pudor a cada pareja. Me quedé parada, mirando como Edward se acercaba a mí, despacio, clavando sus verdes ojos en los míos. Y ahí estaba, el cosquilleo incesante y que aumentaba según se acercaba a mí, latiendo en mi organismo. Por favor, estaba convencida que se me notaba el tembleque desde fuera.

Me puse nerviosa y metí mi cabeza en el agua, para echar de nuevo el pelo hacia atrás, al salir él estaba enfrente. Bajé la mirada.

—Te estás volviendo tímida—no era una pregunta.

¿Yo tímida?, no podía ser, YO no era tímida, nunca lo he sido…

Torcí el gesto, lo que quería era besarle, acercar mi cuerpo al suyo, sentir su calor ahora que mi piel estaba fría, tras un rato en el agua. Pero le salpiqué. ¿Absurdo verdad?

—¡No me llames tímida!—Lo sé, fue un gesto infantil, ¿qué me pasaba con él?

Pasaba de la chica osada a la cría en segundos. Estaba minando mi seguridad, y eso no estaba bien.

Salí nadando lo más deprisa que pude, sentí que venía detrás de mí, tiró de una de mis piernas y me sumergió. Noté como sus brazos rodearon mi cintura y mi espalda quedó pegada a su torso. Salimos del agua en esa posición.

—Bien. —Con un brazo me sujetaba contra él, con la otra mano se quitaba el agua de los ojos y echaba su pelo hacia atrás. —Eres una falsa entonces. —Empezó a reír, sujetándome mientras con mis manos colocaba la melena pesada por el agua.

—¿Una falsa?— Si, lo fui en ese momento, era absurdo negarlo.

—Me acerco, y esperaba un beso, no te lo voy a negar. —Me hablaba tan cerca del oído que mi cuerpo dejó de ser mío. — Tu mirada se escondía para que yo no notara que tú deseabas lo mismo. Y resulta que me salpicas para huir…

Me di la vuelta sin soltarme de su agarre, aproveché la flotabilidad del agua para enroscar mis piernas en su cintura, abrazándome a sus hombros, y quedando a milímetros de su boca. Me abrazó por la espalda con los dos brazos, paseando la yema de sus dedos por mi columna, y encendiendo mi caldera despacio…¡estaba caliente de nuevo!

—¿Cómo es posible que me leas tan claramente? No estamos en igualdad de condiciones, si yo hubiera sabido que querías esto…— le besé, rozando mis labios con los suyos, entreabriendo mi boca para deslizar mi lengua por su labio inferior, probando la salitre que quedaba en ellos. Paré, y se relamió. Nos miramos a los ojos, intensamente, y la lujuria brotaba de ambos. Esto se había convertido en algo muy excitante para ambos.

—Eres peligrosa…

Nos volvimos a unir en un profundo beso, nuestras lenguas jugaban, pero había contención, no nos podíamos dejar llevar allí, en una playa llena de gente. Paramos para respirar.

—Estás salada. —Habló contra mi boca.

—Y tú muy dulce. —Me dio un beso rápido, y me atrajo más hacia él, por lo que nuestros sexos se rozaron, y el latigazo placentero que sentí al notar su miembro abultado hizo que gimiera, bajo, dándome cuenta que él había cerrado los ojos absorbiendo, como yo, ese momento de exquisito roce.

—Me tientas demasiado y…— Me susurró al oído.

—Has empezado tú…—Volvimos a rozarnos, y a gemir uno en el oído del otro—yo…me estaba comportando como una falsa… —Eran susurros cargados de electricidad.

Comencé a retirar mis piernas de su cintura, esto no nos llevaba por un buen camino. Mi centro palpitaba por más. Miré alrededor y cada uno estaba a lo suyo, pero había más gente bañándose, no era plan.

Edward gruñó cuando notó que mis piernas se despegaban. Comencé a reír.

—No es el momento.

—Lo sé…pero…

—No hay peros Edward. ¿Quieres dar un espectáculo erótico?— Le pregunté irónica levantando una ceja.

Dejé de abrazarle y volví a echar de menos el calor de su cuerpo. Le di la espalda, me notaba arder, tenía que recomponerme. Madre mía lo que ese hombre hacía en mi, pensé que podría haber evaporado el océano.

—¿Espectáculo erótico?, —En seguida me abrazó por la espalda. —No puedo esperar el momento de darlo…en privado claro. —Su tono ronco en mi oído, y que mordiera ligeramente el lóbulo de mi oreja no me ayudó.

Apreté mis piernas, ¡¡madre mía!! Y todo esto con unos roces, unos besos ¡¡ unas palabras y el tono adecuado!!

—Vale por favor!— me volví, con las mejillas acaloradas, y con una sonrisa que nada ni nadie podría quitarme de la cara. —Para…en serio. —Rogué, para que por lo menos él pusiera algo de mesura en todo aquello.

—Sí, llevas razón. Tenemos que bajar este sofoco—.Yo me sumergí de nuevo para quitarme el calor de encima. Pero ¿A quién quería engañar?, no funcionaba.

—¡Chicos!— Llamó Jazz—¿Os parece si finalizamos el día de playa?

Todos comenzaron a salir del agua. Yo miré a Edward, era evidente que tenía una erección, yo lo había notado, él estaba como yo, pero desgraciadamente los chicos son mucho más visibles en esas condiciones.

—Bella, ¿me esperas?— Miró hacia abajo con una sonrisa pícara. — Tú has sido la culpable.

—¡Qué juicio tan rápido!

—Soy el Juez. —Me guiñó un ojo. Ambos reímos.

—¡Vamos chicos!—gritó Em.

—Ahora salimos, estamos hablando— Le replicó Edward.

—¿De qué?— Le piqué ante su excusa, aguantando la risa.

—Pues de que nuestros amigos lujuriosos no nos cambian la habitación por el salón situado en el sol, y Jake no va a poner persianas en el apartamento, o por lo menos no lo tienen en mente. — Rió.

—Vamos a destiempo ¿ves? — Negué, y me reí con él.

—Veo, pero no podemos dormir allí. Quizá mañana no nos apetezca levantarnos a las siete de la mañana para ir a la playa.

—¡Egoístas!— grité hacia el grupo que recogía las toallas. Se me quedaron mirando sin entender.

Edward rió con fuerza.

—He pensado alojarnos en un hotel que está cerca de los apartamento de ellos— Se encogió de hombros, dudando.

—Que «amigos» ¿no?, nos tiran de casa. — Dije con fingido enfado. Pero bien sabía que en el fondo agradecía enormemente esa cuestión, hubiéramos sido directos en otro caso, pero esta obligación autoimpuesta de dormir juntos…si, que buena era.

—¿Qué opinas?—Me cogió las manos.

—Que no quiero madrugar por imposición, así que…perfecto. ¿Tienes el hotel controlado?—Asintió. — ¿Ha ayudado la charla para relajarte?— Señalé hacia abajo.

Se rió y comenzó a salir del agua tirando de mi mano.

—Estoy listo… ¿Y tú?—miró mis pechos y levantó las cejas, los pezones se notaban a través del bikini.

—Es el agua fría— Le salpiqué a la cara, y riendo salimos del agua.

La vuelta en moto iba a ser más excitante que la ida. De eso no cabía la menor duda.

—Agárrate bien, peligrosa. — Se puso el casco y arrancó.

Le abracé, por dentro de la camiseta, y no pude evitar palpar los abdominales marcados, lo hacía casi de forma inconsciente. Se sentían tan perfectos que mi traicionera mente voló por su cuenta  a un momento íntimo.

Paró en un semáforo y se volvió abriéndose el casco, a la par que abría el mío.

—Pretendes que no lleguemos ¿verdad?— El tono era de fingido enfado, lo reconocí, había mucha guasa en sus palabras. Y supe que se refería a mis ansiosos dedos que iban por su cuenta en la exploración abdominal.

—¡Lo siento!— Puse un puchero de niña buena. Esperaba que con el casco no se me notara el acaloramiento que tenía encima. Porque así era.

Se echó a reír y bajando las viseras volvió a arrancar cuando se puso el semáforo en verde. Dejé mis manos ancladas a su abdomen. Quietas, me dediqué a sentir su calor.

Me dejó en casa de Ángela, para recoger mis cosas. No me lo podía creer, estaba realmente emocionada, nos íbamos a un hotel, así, sin más, los dos juntos. Hacía tanto que no me pasaba algo así, mejor dicho, era la primera vez. Tan rodado todo, ambos sabiendo lo que queríamos, para que andar con rodeos. Siempre había sido lanzada, la verdad, lo que quería lo tomaba, si me dejaban, pero hacía tiempo que estaba cansada de llevar yo la iniciativa. De ahí partía mucha de mi emoción, Edward tomaba el mando sin problemas, y eso se sentía agradable, más que eso era realmente interesante.

Mientras metía mis cosas en la mochila llegaron todas de la playa. Dejé la ropa sucia de los días atrás guardada en una bolsa. Llevábamos una semana en Miami, nos quedaban tres días, por lo tanto poca ropa limpia.

—¡¡Primera para la duchaaaa!! — Alice entró como una exhalación dejando la bolsa de la playa en la puerta.

Ángela iba hablando por teléfono, era su madre así que tenía para un largo rato.

Rose entró a la habitación.

—¿Ya lo tienes todo?—Se sentó en la cama.

—Sí, menos mal que me traje la mochila, si no en la moto no sé cómo íbamos a hacer.

—Esto es demasiado ¿verdad?—Se dejó caer sobre la cama con una enorme sonrisa en el rostro.

Me tumbé a su lado.

—Lo es…no hace ni 24 horas que les conocemos y a mí me parece que lleváramos semanas con ellos. — La confianza entre todos había sido inmediata, bueno…casi, si teníamos que contar con el momento baño de la noche anterior. Madre mía… parecía que habían pasado días de aquello.

—Eso mismo siento yo, nunca pensé que podría tener tanta confianza con alguien en tan poco tiempo. Estoy muy pringada por ese chico grandote que no para de hacerme reír. ¿Sentirá igual?— Rose miraba al techo.

Ahí estaba, mi amiga completamente pillada por ese chico en menos de veinticuatro horas. Tenía que ser un gran chico, desde luego.

—¿Por qué no?, eres genial Rose.

—Si, pues ninguna pareja con la que he estado ha notado mi «genialidad». —Hizo las comillas en el aire.

—Porque eran gilipollas…Louis un egocéntrico que no veía más allá de sus narices, Andrew…ese místico de la vida, en la cual NADA tenía importancia más que la energía…, Peter…

—Para. — Empezó a reír.— Me vas a deprimir…Em no es así ¿verdad?

—Ang le conoce desde hace tiempo, ya sabes, de cuando salía con Jacob, y se ha hinchado de decirte que es un cielo, un pedazo de pan, y que quieres que te diga, te mira que quita la respiración cuando lo hace. —Le sonreí porque se lo merecía.

—¡¡Joder , Bells!! , es como si fuera un sueño. —Pataleó como una niña pequeña, me hizo reír.

Mi móvil sonó, me incorporé, era Edward.

—Ed está abajo, tengo que irme. —Sujeté la mochila en mi hombro.

—¿Ed? —Se incorporó y bromeó.

—El me llama Bells…a ver por qué no puedo yo acortarle el nombre. — Le di un beso en la mejilla.

—¿Saldréis esta noche?— Me preguntó antes de que saliera de la habitación.

—Si… ¿no?… —Le miré dudando.

—No sé, quizá no tengáis tarde suficiente…— Salí negando para mi, que exageración.

—¡¡Hablamos hermosas!!—Y salí del apartamento.

Mientras bajaba en el ascensor me preguntaba si lo que nos deparaba la tarde y la noche era una gran sesión de sexo, y de repente me entró un ataque de vergüenza…¿por qué?…¿y si me estaba precipitando?…¿Desde cuándo tenía esa inseguridad?, ¿Acaso no habíamos estado insinuándonos toda la tarde?.

—¡Hey!—saludé al salir del portal. Estaba apoyado en la moto, con las bermudas de la playa, y la misma camiseta. Tampoco se había duchado, ¿también estaba ansioso por llegar a la habitación?, yo lo estaba, no me iba a engañar.

—¿Mochila?, estaba haciendo cábalas pensando en cómo cargar el Troley en la moto… ¿en serio eres así de perfecta? o… estás haciendo un papel. —Me tendió el casco.

—Sí, es mi papel, me choqué contigo en el baño a posta ¿recuerdas?, absolutamente todo lo que ha pasado está bien estudiado. — En un gesto altivo me puse el casco. Mientras se reía se colocó el casco y se montó en la moto.

No sabía si enfadarme en serio por el comentario ¿fingir para gustarle?, o sentirme alagada, ¿le parecía perfecta? ¿Qué carajo me estaba pasando?, si ya no sabía ni lo que sentir. Me reí para mí. Le abracé, me sentía bien a su lado. Eso era un hecho.

Capítulo 7

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