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—¿Se puede saber a qué viene ese cambio de personalidad cuando te pones delante del fotógrafo sexy?— Rosalie entró detrás de Bella a su habitación.

—No sé a qué te refieres. —Dejó encima de la cama el fular que llevaba al cuello.

—No—Me—Lo—Niegues Bells. —Rose se tumbó en la cama.

—Es cierto, no entiendo por qué me pongo tan…—Se quedó pensativa mirando hacia arriba.

—¿Tan nerviosa, tan cerrada, tan tímida, tan insegura…?—Soltó con retintín.

—Vale vale, lo he captado, gracias por informarme de la visión externa de mi comportamiento.

Sacó el bikini del armario, si a media tarde le apetecía darse un baño no tendría más que quitarse el vestido que  llevaba y sumergirse en el agua para despejarse de lo que se estaba convirtiendo en un día agotador, no solo  por el trabajo, más bien era el tema del fotógrafo que no podía quitárselo de la cabeza.

—En serio Bells, es que no lo entiendo. Deberías de relajarte, es como si de repente tuvieras a una pantera acechando cuando estás con él, te vuelves hermética y fría, además de…floja.

—¿Floja?

—Te pueden los nervios, se te ve nena.

—Ya, tengo que controlarme.

—¿Porqué?, es decir ¿Por qué te tienes que controlar con él?, se tú.

—Es…me recuerda…demasiado a…James, —Se tiró sobre la cama haciendo rebotar a Rose— no sé, creo que me da… ¿miedo?

—¡Venga ya!—La rubia se levantó de la cama como un resorte. — ¿Miedo?

—En serio Rose… deberías haber conocido a James, seguro de sí mismo, con ese aire mundano, seductor hasta los límites…—Bella se permitió recordar el primer día que lo vio.

—Bueno, entiendo que te recuerde, pero no es él, ya vale, vamos a cerrar la puerta de esa historia si o si. — Le miró enfadada. — Olvida a James, no va a volver, y tu ya estás curada, tira el lastre, te está haciendo perder altura. Y respecto a Edward, no pienses en él como en alguien potencialmente «ligable». —Hizo las comillas con los dedos. — Me he equivocado diciéndote que te lo tires. Ya lo hago yo por ti, que  a mí no me importaría de verdad estar un rato en la cama con él.

—Bien…me parece perfecto, así no focalizaré mis temores hacia él. Es que es verlo y escucharlo y me siento un cervatillo. Por cierto ¿ligable?—Levantó una ceja sonriendo.

—Si…eso he dicho, y si no existe lo catalogaré de «palabra inventada por Rose» como besable, achuchable…y un largo etcétera.

Edward evaluaba la conversación con Rose y Bella, y sobre todo los gestos de esta última, era extraño, el primer contacto le había dado la sensación de que era una mujer segura y durante la comida le notó demasiado nerviosa, quizá no fuera tan difícil acorralarla, o sí. No lo tenía muy claro. Infravalorar su inteligencia y entrar por el lado fácil era algo que no podía hacer. De repente se dio cuenta  que se estaba tomando demasiadas molestias en entender aquello, quizá lo mejor era  pasar un buen rato con Rose, su amiga escultural, a la cual se le veía que sentía cierta atracción sexual por él, y dejarse de líos mentales.

Estaba esperando a las modelos y a Alice en un escenario diferente, el sol comenzaba a  caer, era el momento de las tomas más espectaculares.

Alice atravesó la playa con una sonrisa enorme en la cara, un rubor que le daba un aire soñador y un brillo en los ojos reconocible  a la legua. Estaba irrevocablemente enamorada del jefe de personal. ¿Era posible pensar así con solo una comida de por medio?, si, lo era, y se sentía volar.

Habían hecho varias tomas y cambios de ropa, ante  el altanero comportamiento de la rubia modelo, Edward se decantó por la pelirroja, más llevadera. Además de que le encantaba cómo Tanya trataba de evitar esos contactos oculares entre su hermana y él.

—Vamos preciosa, cierra los ojos y ábrelos de nuevo para mí, sorpréndeme. —Edward seguía incentivando, y Victoria se encontraba al borde de la excitación. Quería controlarse, por lo menos delante de Alice, era la primera vez que salía a hacer un reportaje de esta índole, no tenía el reconocimiento de su hermana y  se decía una y otra vez que era trabajo, pero inevitablemente,  Edward sabía cómo hablarle y traspasar sus límites.

Bella pasaba cerca del escenario del reportaje y escuchó a Edward pedir que posaran de esa manera.

—Eso no es profesional. —Siseó. Con un ligero enfado se quitó la ropa y se dirigió a la orilla para sumergirse en el cálido océano. — ¿Y qué te importa a ti?—Volvió a decirse a sí misma.

Comenzó a nadar, necesitaba descargar adrenalina, no entendía lo que le pasaba por su cuerpo. Cierto era que él era atractivo, es más, franqueaba las lindes de sus barreras. Y eso simplemente sin proponérselo. Pero después de lo que acababa de escuchar, se dio cuenta que eran sus armas para con todas, lo había catalogado de depredador y así era. A partir de ahora sería ella, no más inseguridades, le daba igual lo que ese tío hiciera o dijera, era su huésped y punto.

Edward vio por el rabillo del ojo cómo Bella se metía en el agua, y como de una manera casi furiosa nadaba hacia el interior. Simplemente iba a dejar que cayera, estaba seguro de que no le había pasado desapercibido, y  que al final sin proponérselo, entraría en su cama. Sonrió y volvió la vista a la cámara.

La luz no era la suficiente para seguir haciendo fotos, así que  decidieron dar por terminada la sesión.

—Bien chicas, se terminó. Mañana serán en las cabañas, al amanecer, misma hora que hoy. — Alice hacía sus anotaciones en el bloc de notas.

Los chicos que les acompañaban se fueron hacia el bar a refrescarse y las modelos iban a salir hacia su cabaña para quitarse la ropa que no era suya. Victoria se volvió hacia Edward antes de andar, este le miró, era muy atractiva, pero tenía claro que si cometía el desliz de acostarse con ella, el trabajo se volvería infernal, no era la primera vez que pasaba, y ya sabía demasiado del tema. Era mejor insinuar que dejarse ver. Se volvió hacia su cometido de recoger todo dando a entender que no le iba a seguir el juego, no de momento, Edward Cullen nunca cerraba del todo las puertas.

Bella ajena a los movimientos del elenco del reportaje volvió a  la playa, se iba a bañar de nuevo.

—¿No vienes  a yoga?—Alice se la cruzó saliendo de la playa.

—La clase está llena, no quisiera quitar plazas, me bañaré para despejarme, hoy se está convirtiendo en un día interminable. — Alice le sonrió, se dio cuenta que si no había plazas ella tenía la tarde libre. Su idea era ducharse y buscar al hombre que ocupó sus pensamientos durante todo el día.

Edward salía de la playa y escuchó el comentario de Bella, por lo cual se apresuró a dejar las cosas en su habitación y poniéndose el bañador bajó a la playa, haciendo ver que casualmente llegaba allí.

Divisó a Bella nadando hacia el horizonte, las aguas estaban en calma y la marea subiendo. Se aproximó a la orilla y nadó hacia ella.

Bella estaba parada mirando la puesta de sol, desde ahí se sentía como si el astro pudiera calentar el agua mientras se sumergía en ella, era algo mágico, casi escuchaba el hervor si se esforzaba. Cuando podía le gustaba verla desde ahí.

—Un gran sitio para ver el atardecer, siempre que estés dispuesta a mojarte. — Edward se puso a su lado, mirando al frente. Bella se sobresaltó.

—Desde luego que lo es. — Pensó un instante en el doble sentido de sus palabras, lo descartó, eso tambalearía su postura. — ¿Satisfecho del trabajo?. —Le miró durante un segundo.

—Un buen trabajo, sin duda. Sencillo, el paisaje, las modelos, el fotógrafo. Cuando todo es excelente es fácil que salga bien. — Bella le notaba más osado, pícaro, prepotente. Le odió, o eso quería pensar.

—Se tiene en alta estima. — Edward se dio cuenta del cambio de su actitud, no era la chica nerviosa de la comida.

—Soy realista, sin más…— Tan cerca de ella solo pensaba en acercarse y acariciarla, no había nadie en la playa, y su piel alumbrada por los colores ocres que derivaban del sol se veía apetecible para besar. ¿Por qué se le estaba resistiendo tanto? ¿y por qué él se sentía tan atraído por ella?, por ser un reto, por ponérselo difícil, pensó, ¿pero porqué era la primera vez que no se podía reprimir a sus impulsos cuando todo parecía indicar que no?, porque era la primera vez, o eso quería pensar, desechó sus cavilaciones, no le hacían bien.

—Perfecto…supongo que Alice estará encantada  con el resultado.

—Eso espero. —Su profunda voz afectaba demasiado a sus terminaciones nerviosas y eso él lo notaba. Se hacía la dura, pero no iba a durar mucho. Eso le impulsaba a forzar apretar las tuercas.

—Creo que voy a salir…—Se dio la vuelta para encaminarse a la orilla. Se estaba poniendo nerviosa.

—El sol no ha terminado su función.

—Lo sé, pero tengo algo de frío. —Edward vio la oportunidad de acercarse y lo hizo, aprovechando los lentos movimientos de la chica en el agua, se aproximó a ella para abrazarla.

En cuanto las pieles hicieron contacto, ambos  sintieron una placentera sensación, cercanía, o más bien como si la piel del uno fuera la continuidad del otro. Fueron segundos, pero los suficientes  para hacer sentir incómoda a Bella y llevar a Edward a un estado de latente excitación

—¿¡Qué está haciendo!?—Tardó en reaccionar y se tensó al sentir sus  fuertes y fibrosos brazos.

—Tiene frío, lo mejor es el cuerpo a cuerpo. —Ella se soltó.

—Es bien descarado Señor Cullen. — Le miró con la cara roja de ira.

—Vamos, eso ha sido una invitación. — Edward contestó audaz. Bella abrió los ojos como platos.

—¿Invitación?, esto es el colmo. —Bufó y comenzó a salir del agua.

—¿Acaso no lo estabas deseando Bella?— Cuando ella se volvió enojada se encontró con una sonrisa ladeada de su interlocutor, y esa le hizo perder el raciocinio un segundo. Era condenadamente atractivo y él lo sabía.

—En primer lugar, para usted  Isabella, o mejor, Señorita Swan, y en segundo, — Sentía las orejas palpitar. — ¿deseando el qué?

—Tenerme cerca. —Contestó rotundo. Bella levantó las manos.

—¿Pero quien se cree que es usted?, que por el hecho de que las modelos con las que trabaja pierdan las bragas en cuanto les sonríe, guiña un ojo o les habla bajando el tono de voz,¿ el resto estamos igual? No lo puedo creer. — Bajó los brazos y, negando, se dio la vuelta otra vez para hacer el tercer intento de salida. — ¿Por qué no se va a la cabaña siete?, seguro que allí le esperan con los brazos abiertos…y no solo los brazos. —La última parte lo dijo en un murmullo, pero Edward lo escuchó, y no pudo evitar sonreírse, ella había estado atenta a todo lo que había pasado en las sesiones de fotos, era innegable, y eso significaba algo. —¡¡Y esto es acoso Señor Cullen!!—Gritó saliendo y bufando.

—Sus gestos no me dicen eso. —Le contestó en alto.

Se limitó  a mirarla mientras salía del agua, estaba muy sexy cuando se enfadaba, y el brío de la salida era algo espectacular.

—Psicólogo de pacotilla, a ver que se cree. —Le dijo lo suficientemente alto mientras se secaba con el pareo. — Haga memoria de las mujeres con cerebro que se ha llevado a la cama, de ahí parte su ignorancia. —Le dijo roja de ira. — ¡Analizando gestos!—Dijo con burla. —Lo que me faltaba ya.

Caminando deprisa se alejó de él, sintiendo que si seguía siendo obvia con sus reacciones lo llevaría mal, porque era un libro abierto en cuanto a sus emociones.

—No vas a tardar mucho pequeña. —Se dijo así mismo mientras la escuchaba bufar. Se dio la vuelta cuando  la perdió de vista, ya era tarde, el sol se había ocultado.

—¿Estas de mal humor?—Jazz entró en el despacho mientras Bella terminaba de ordenar el escritorio con movimientos  bruscos.

—No. —Contestó seca.

—Perdona, no sé por qué lo he preguntado, estas sonriendo, no hay ni una arruga en tu cara, nada en el entrecejo, tus movimientos son suaves, y se te ve la legua que irradias luz…de la buena, de esa que quieres que te contagien. —Jazz, con su calma particular enumeró mientras  se sentaba en una de las sillas enfrente a ella. —¿Qué te pasa Bells.?

Apiló el dosier de la convención de Yoga dejándolo a un lado y maldiciéndolo internamente.

—No debería haberme ofrecido a hacer la historia del Yoga…—Dijo hastiada dejándose caer sobre su silla.

—¿Y eso por qué?—Jazz no levantó la voz, casi podría  haber sido un susurro.

—Mira todo lo que ha traído…

—Pues  a mí me ha traído algo muy bueno, ¿No te alegras por mí?—Sonrió, radiante, Alice  se dibujó en su mente y acto seguido su cuerpo se llenó de felicidad, más de la que acostumbraba.

—Perdona Jazz, —Bella le miró sintiéndose una egoísta de primera. — Estoy tan sumida en mis cosas que a veces…

—Pero no entiendo que tan malo ha sido para ti.

—Es por…— Mentalmente ordenó sus ideas, Edward Cullen había tratado de acercarse a ella, de la misma forma que se acercaba al resto de chicas. ¿Por qué estaba enfadada entonces?, simplemente se comportaba como lo que era, solo tenía que evitar esa clase de comportamientos— …nada…

—¿El fotógrafo?— Preguntó con su tranquilidad característica. Bella levantó la vista de la mesa. —Si, claro. Tiene a todos alterados. ¿Te gusta?

—No… ¿cómo me va a gustar?, si es…

—Atractivo ¿no?— Le sonrió.

—Sí, bueno, eso es innegable, pero también es…

—Un canalla. De los que os gustan, esos que toda mujer querría amansar para que se convirtiera en su hombre. —Dijo poniendo un tono soñador a sus palabras.

—A mí  no…—Se dio cuenta que se estaba mintiendo, no le gustaba su actitud altanera, pero sus reacciones no decían lo mismo.

—No te gusta porque te recuerda demasiado a James, su visión de la vida, o de la que te contó, su manera de tratar, su seguridad a la hora de hablar, y ese aire…chulesco, independiente, indomable. Aunque James no era realmente así, entiendo que haya ciertas connotaciones que te puedan recordar a él, pero son bien diferentes. — Bella le miró interrogante.

—¿Desde cuándo te dedicas a  psicoanalizar a los tíos?

—Desde que te interesan.

—A mi no me interesa en absoluto. Y James no era independiente, estaba casado.

—Pues eso, que no era tal y como él se pintaba. —LE miró con gesto comprensivo. —Olvida a James Bella, por tu bien. Y lo que te pasa es que  Edward no te gustaría que te interesara, es diferente Bells. — Se levantó y se acercó a ella. — Levántate. —Y le apremió con las manos para que la anonadada chica se pusiera de pies. La abrazó, con firmeza, pero dejando que se amoldara a su cuerpo. — Tienes que dejar de estar a la defensiva, sé que has sufrido mucho, lo he visto, —Le decía infundiéndole calma. — y que no quieres volver a pasar por lo mismo. Si él te gusta y te quieres lanzar, hazlo, sabiendo cómo es sin engañarte, pero si no quieres hacerlo, simplemente no sufras. Déjalo pasar, es un huésped que en una semana desaparecerá de tu vida. Pero deja de invertir energía en ira, eso es perder siempre. — Le besó en la mejilla y Bella suspiró.

—¿Cómo lo haces? ¿Cómo logras calmarme?— Le sonrió completamente tranquila. — ¿Cómo lees mi mente así?, creo que debería aumentarte el sueldo Jazz.

—Te quiero Bellita. —Le dijo picándole y alejándose hacia la puerta.

—No me llames así. — Le señaló la puerta. — ¿Es Alice quien te espera?— El asintió feliz. — Hacéis buena pareja.

—Es un torbellino. — Los ojos le brillaban con fuerza.

—Y tú una balsa. — Le guiñó un ojo.

—Es posible que lo que nos una sea la energía similar pero con  diferentes enfoques. —Se encogió de hombros y salió por la puerta tocando con los nudillos el quicio. — Se feliz Bella. —Le dijo mientras salía.

Bella se recostó en su cama, con las palabras de su amigo resonando en su cabeza. Era cierto, no tenía por qué estar molesta continuamente. No quería entrar en el juego peligroso de Edward Cullen y no lo haría, ya estaba, así de fácil. Haciendo callar el resto de pensamientos que Jazz había puesto de manifiesto se durmió.

—Todo va bien, vas a alucinar con esta isla, me han dicho que para hacer submarinismo es lo más tío. —Edward se recostó en la cama.

—Tengo ganas de ir, aquí hace frío ¿sabes?, estoy harto de este Nueva York, este año no hay primavera, solo el crudo invierno alargándose hasta Mayo, es un asco.

—Vamos no te quejes, en cinco días estás aquí huevón.

—En cuatro, porque en cuanto me den los visados me largo para allá, esto no va a ser currar amigo, esto van a ser unas vacaciones. Yo llegaré directamente al hotel donde comienzo el reportaje, todavía no tengo ni idea de dónde es, lo malo de esta historia es que tenemos guía, pero ya veré si podemos quitárnoslo de encima.  Es una especie de convenio de la revista para luego patrocinar o no sé qué líos. Oye ¿Qué tal las tías?, ¿Alguna más a  la que le hayas dado bambú?—Edward rompió en una carcajada estruendosa. Estaba seguro de saber exactamente el gesto que Emmet estaba haciendo.

—No me dejan tío. —Río.

—Más bien no quieres ¿no? Bueno Ed, tengo que dejarte, te llamaré cuando llegue, y cuando termines de currar, te vienes hasta mi alojamiento, suelen ser cojonudos. — Emmet bufó. — Llegaré tarde a la reunión, disfruta tío.

Le gustaba su trabajo, disfrutaba haciéndolo, le brindaba la oportunidad de vivir el detalle, sobre todo en esos viajes.

Edward se quedó desnudo encima de la cama, hacía calor. Se quedó pensando en el contacto con el cuerpo de Bella, bueno, de la señorita Swan. Se rió al recordarlo, esa chica le ponía a mil.

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