Capítulo 46

18 Octubre

Bella POV

—Entonces llegarás tarde…—Edward repartió pequeños besos desde mi boca hasta el cuello pasando por el mentón.

—Si…—Suspiré, echando más hacia atrás la cabeza para darle más espacio.

—Te estoy estropeando el maquillaje ¿cierto?. —Me miró sonriendo.

—Me da igual— Le miré, era tan perfecto, incluso con su cara de sueño estaba increíblemente atractivo. —Estoy por no ir, quizá cancele.

—Hazlo pequeña…—Y hundió su cara en mi cuello para seguir besando mi piel hasta llegar al hombro. Sentí sus manos bajo mi escotado jersey y me arqueé buscando contacto con su cuerpo.

El móvil sonó indicándome que las niñas estaban debajo de casa, lo bueno era que íbamos a salir por la zona, y eso fue uno de los motivos para que yo aceptara una noche de fiesta, aunque entendí que no siempre sería así.

—Tengo que irme…—Puse pucheros en cuanto me miró.

—Me has dicho que cancelabas. —Dijo bromeando sacándose la camiseta y lanzándose en picado a mi boca. Era irresistible y yo me abandoné a sus caricias.

El móvil volvió a sonar durante unos segundos.

—Las niñas se impacientan Ed. —Salí como pude de debajo de su cuerpo y me coloqué la ropa. —Te amo. —Me agaché hasta su posición y le besé. Quedó tumbado boca arriba, su torso perfectamente cincelado me llamaba a gritos. Él era consciente de que lo miraba con deseo. Mordí mi labio inferior inconscientemente, imaginándome sobre él en ese momento.

—Tú te lo pierdes preciosa…—ME dijo con voz seductora.

—No me hagas esto…—Volví con los pucheros.

—Vaaale. —Se incorporó y se puso la camiseta blanca de algodón que usaba como pijama, no estaba segura cómo estaba mejor. —Pásalo bien, se buena y no rompas muchos corazones. — Me dio un casto beso y me acompañó a la puerta.

—¿Sólo así?¿No más besos?—Puse morritos y se precipitó sobre mí como un ave rapaz sobre su presa. Me abrazó e inclinó mi cuerpo hacia atrás, profundizando un beso que sabía que en cuanto se terminara me dejaría anhelante de más.

—Soy completamente adicto a ti preciosa, no me tientes o cerraré la puerta y tiraré tu móvil por la ventana. —Me dijo contra mis labios.

—¡¡Seguro que os hemos pillado echando un polvo!!—Alice me gritó desde lejos. Miré hacia atrás esperando que el conserje nocturno estuviera lo suficientemente dentro como para no escuchar a mis indiscretas amigas.

—¡¡Estás guapísima Ang!!— ME abracé a mi amiga recién casada.

—Después de tres semanas en Zanzíbar, Madagascar y ¿Las Seychelles?—Ang asintió. —A ver quien no está preciosa, morena, relajada, bien follada…

—Por favor Rose…a ver si es que las chicas vamos a ser peor que los tíos hablando. — Caminamos hacia el restaurante que estaba bastante cerca.

—Parece mentira que lo dudes, somos peores seguro. Dame un beso cielo. —Rose me atrajo hacia ella y me dio un sonoro beso en la mejilla. — Tienes los labios hinchados, veo que Alice no iba muy desencaminada.

—Parad por favor. —Rogué.

—Confiesa, desde que habéis empezado a darle no paráis. —Dijo Alice poniendo voz de niña buena. Me puse a su lado y la abracé levantándola del suelo.

—Es imposible dejar de hacerlo, somos pura lava. — Estallamos en carcajadas.

—¿Qué tal con Jazz?, ya llevas dos semanitas viviendo con él. —LE dije mientras Rose y Ang hablaban por detrás de cuestiones de trabajo.

—Estoy genial Bells, y después de hablar con él y poner sobre la mesa todo.

—¿Todo, todo?

—Todo, no queremos ocultarnos nada, y menos si nos afectan directamente. El caso es que me entendió perfectamente, y yo comprendí que necesitaba ese fin de semana para hablar con su madre, aproveché para recoger todo lo de mi piso de Boston, y las cosas salieron bien.

—Si algo me dijo Ed cuando habló con Jazz.

—Si, en los pocos momentos en los que le dejas salir de la cama. Ni que os fuerais a presentar a una maratón de sexo. —Se rió con un gorgorito.

—Estamos recuperando el tiempo perdido Al, no seas tan jodida. — Reí con ella. —Por cierto, no te pregunté por tu resaca…menuda borrachera nos pillamos…

—Se nos fue de las manos,— Al se rio— Pero fue productiva,

Nos pusimos al día, Ángela nos contó todo lo relativo de su Luna de Miel, nos moríamos de envidia. Hacía mucho que no quedábamos, y todavía más todas juntas, la última vez fue la boda de Ang.

—Deberíamos poner un día fijo a la semana para quedar, creo que los viernes son geniales. —dijo Rose.

—Estupendo, quedaremos para cenar todos los viernes. —Vi como Ang ponía cara rara ante las palabras de Alice. — ¿Ángela?

—¿Y si un viernes sí y otro no?, los viernes Jacob y yo solemos hacer algo especial, como ir al teatro, cine, algún espectáculo…pero puedo pactar dos de cada cuatro.

—Bien, uno sí y otro no. —Acordó Rose.

—Voy al baño. —Me levanté y dejé la servilleta sobre la mesa.

—Voy contigo—Rose me siguió.

Rose se metió a un baño y yo a otro, de repente se escuchó la puerta.

—Estoy de diez semanas y lo llevo genial. —Cómo me sonaba esa voz. Me quedé lívida.

—No sabía que te hubieras casado.

—No, no estamos casados. — Una risa cínica me taladró los oídos haciendo que mi pulso se acelerara. — Llevamos bastante tiempo saliendo, ya sabes trabajando juntos pues surgió…—otra vez su odiosa risa.

—¿Entonces es él, es aquel pediatra que trabaja contigo?

—El mismo, bueno, ya no trabajo, Edward no quiere que lo haga, estoy en casa y él se dedica a mimarme—El calor me subió a la cara. Subí mis pantalones y tiré de la cadena dispuesta a encarar a esa malnacida.

—Que amor— El grifo se apagó y yo abrí la puerta, sentí a mi lado a Rose justo en el momento que yo salía.

—Chloé querida ¡¡Cuánto tiempo!!—Rose se puso delante de ella antes de que se fuera del baño. —No sabes las ganas que tenía de verte…—El tono cínico de Rose era palpable.

—Anne, te veo luego. — Se puso nerviosa, se le notó en la voz.

—Así que…—Rose empezó a hablar.

—¿Me permites Rose?—Ella asintió y simplemente retrocedió hacia la puerta de salida sin llegar a ella.

—Bella…—Susurró Chloé volviéndose hacia mí.

—Sí, Bella, así me llamo. Veo que lo recuerdas. Aunque no creo que sea porque hayas oído a Edward hablar de mi últimamente… ¡Ah! Perdona que no le has podido escuchar, ni ver…porque abandonaste la clínica con el rabo entre las piernas. —Me acerqué de forma amenazadora a ella, la sangre me hervía, y más después de escuchar que hablaba de un supuesto embarazo de Ed.

—Bueno. —Noté un deje altanero en su voz. — Más que el rabo entre las piernas Bella…podría decir que ese «rabo» que tú dices…llevaba el apellido Cullen. — La rabia estaba comenzando a rebosar, y lo que no quería era agredirle, aunque me daba la sensación que no me lo iba a poner fácil.

—Eres una infeliz, aquella noche no pasó nada.

—¿A no?, Y cómo llamas a…—señaló su abdomen ligeramente abultado ya que llevaba un jersey ajustado… —¿esto?

—Grasa…pedazo de…

—¡Rose!—Le paré los pies, no quería que hubiera ni un momento de agresión, ni siquiera verbal, estaba convencida que Chloé lo utilizaría para meternos en juicio.

—Hazte otra liposucción, te timaron en la anterior…—Rose hablaba por lo bajo con una ira muy poco contenida

—Estoy embarazada de Edward, así que tú pensarás lo que quieras.

—Venga ya…no seas tan patética. Si realmente lo estuvieras no andarías inventándote historias como la que hemos escuchado antes.

—Es su hijo. — Dijo mirándome con furia.

—Está bien. — Traté de contenerme. En mi fuero interno sabía que no era posible, pero había algo que se colaba en mi mente haciéndome dudar un ápice, Edward ni siquiera se acordaba de esa noche. Intenté sonar lo más segura posible, tajante, la miré a los ojos. — En cuanto nazca el bebé haremos una prueba de paternidad, y si es positiva,— Solo decirlo me dolió. — Edward decidirá. Yo de momento, le creo a él. —Me di la vuelta, miré a Rose que me miraba incitándome a saltarle al pelo, le lancé una mirada que trataba de parecer calmada.

—No necesito prueba, lo sé y punto. — Dijo altiva.

—Déjame acabar. Y no seas absurda, si quieres puedes vivir en esa fantasía de que Edward es tu chico, que te mima, y demás historias que cuentas , las cuales por cierto, te gustara saber— Me acerqué a ella lo suficiente. — que para mí son ciertas, y no he tenido que hacer ninguna treta para aparentar acostarme con él, simplemente me ama y me hace el amor cada vez que tiene oportunidad…—Me retiré de su lado, y le escuché un gemido bajo, muy bajo. —Anda Chloé, límpiate la baba por favor, guarda las imágenes que te he dado para tu cita con la alcachofa de la ducha, no me importa que pienses en él, o si quieres…en nosotros… — Era algo que calmaba mi interior, nunca me pude encarar con ella, y ahora me estaba despachando a gusto, ¿sería mala persona por hacer esto? —Ten en cuenta que una prueba de paternidad es lo único que lo puede probar y en el caso que sea negativa, algo que no dudo ni un instante— hubo un pinchazo pequeñito en el pecho que ignoré— te perseguiré hasta hundirte. — Tragó saliva de forma audible. — Tranquila, será de forma legal, ¿Rose?.

—Por supuesto querida, representaré junto con mi bufete a Bella y te machacaremos por tus sucias mentiras.

—No me podéis hundir,— agradecí su tono tembloroso de voz, dándome la respuesta y amansando así mi desbocado corazón. — Yo… Yo floto Bella, no vais a tener capacidad para hundirme… —Miraba a Rose y a mí de forma alternante.

La muy estúpida no se había dado cuenta que nos había dado la respuesta defendiéndose, únicamente, de la última parte. Saqué pecho, respiré hondo, traté de que mis nervios no fueran visibles, no para ella, y teniendo toda mi fe puesta en mi chico continué mi pequeña venganza.

—¿Sabes lo que se dice en los astilleros Chloé?— Me miró fijamente y distinguí un ligero miedo. —Que solo flotan los barcos y la mierda. —Escuché a Rose reír detrás de mi. —Y yo no te veo pinta de barco Chloé. —Remarqué su nombre y me di la vuelta para salir del baño seguida de Rose.

—Toma mi tarjeta, para que te informes de con quién te estás metiendo en el caso de que sigas con tu absurda cruzada. Si eres lista no nos volveremos a ver. Mi pésame al padre…si es que es cierto. —Escuché como Rose le daba los últimos apuntes a esa estúpida.

Nos sentamos en la mesa con las chicas, yo estaba medio mareada, escuché a Rose aplaudir mientras tomaba asiento. Estar en un privado nos daba bastante intimidad, y yo lo agradecí.

—¿Por qué habéis tardado tanto?— Alice nos miró a las dos.

—¿Qué ha pasado?, Rose, estás pletórica pero tú Bells… ¿estás bien?—Ángela se acercó con la silla a mi lado.

—No lo sé…

—¿Qué no lo sabes?, Oh Dios Mío, debería haberlo grabado, ¡¡eres mala nena!! ¡¡eres muy mala!!— Y comenzó a reírse como la bruja mala del cuento.

—¿Alguien lo va a explicar?—Preguntó Alice.

—Adivinad a quien nos hemos encontrado en el baño. — Dijo Rose con indiferencia.

—No sé… ¿a la primera Dama?—Alice parecía a punto de salirse de sus casillas.

—a Chloé…—Susurré.

Las chicas se llevaron las manos a la boca.

—Nada de asustarse, nuestra pequeña Bella le ha dado un repaso… casi ni me ha dejado hablar, y eso que…

—¿Y si es cierto que está embarazada?—el miedo me atravesó el pecho como una catana.

—¡¡ ¿Embarazada?!!—Ángela y Alice saltaron al unísono.

—A ver a ver, vamos a dejar las cosas claras, Es imposible que esté embarazada de Edward. Venga ya, que un tío no puede hacer nada en el estado en que el estaba esa noche. Y piénsalo, si así fuera… ¿no crees que ya habríamos tenido noticias de esto?

—Si…—Era lógico lo que Rose decía.

—Pero si se ha desmoronado con lo de la prueba de paternidad. Esta infeliz lo único que está haciendo es crearse una paranoia a su alrededor porque se aburre, si lo que necesita además de ir al colegio es un psiquiatra, psicólogo, psicoanalista…—Comenzó a enumerar especialistas. — ¡ah…y algo de yoga y meditación, para que se empiece a conocer a si misma!, seguro que no conoce nadie más imbécil que ella…

Se me escapó la risa, y siendo razonable, no tenía mucha lógica su forma de actuar si es que fuera cierto.

—¡¡Le llamó mierda flotante!!—Rose soltó sin más y todas estallamos en risas.

Llegué a casa bastante chispa, me lo había pasado en grande, y lejos de estar agobiada por la incidencia con Chloé, estaba extrañamente orgullosa de tener a Edward conmigo, y la última conversación sobre sexo con las chicas me hizo llegar a casa caldeada.

Abrí la puerta de casa con cuidado, la televisión estaba encendida. Me quité el abrigo despacio y lo dejé caer al suelo. Al acercarme al sofá vi a Edward dormido sobre él, tan sexy, con la boca haciendo una mueca deliciosa, era como si sus labios me llamaran. En un arranque de locura me saqué el jersey y bajé mis pantalones. Tratando de no hacer ruido abrí el papel de plata en forma de cisne que llevaba el postre de la cena, imposible acabarlo.

Me puse a su lado y despacio desabroché su pantalón, estaba siendo muy osada, pero las chicas decían que era algo que los volvía locos, despertarles de esa manera. Su miembro aunque fláccido tenía un tamaño considerable, sentí cosquillas en mi sexo al pensar en lo que iba a lleva a cabo. Se removió ligeramente, pero sin cambiar de postura.

Con la nata de los profiteroles pinté su sexo, y sin esperar comencé a lamerlo, era muy excitante para mí también. Sentí cómo Edward respiró profundo con mis primeras lamidas, seguí limpiando la nata, su miembro iba aumentando en tamaño bajo mis labios, cada vez cabía peor en mi boca, y de repente escuché un gemido muy bajo, levanté la vista y me encontré con Edward mirándome en la penumbra de la habitación.

—Oh…nena… ¿qué estás haciendo?… — Gimió. Le seguí mirando y con mi mano masajeé su miembro que ya estaba bastante duro.

—Comer el postre…en el restaurante no me apetecía. — Me salió un tono de voz demasiado infantil.

Con mi mano libre llevé más nata a la punta de su pene, gimió ante la visión y el contacto de la nata fría, y sin dejar de mirarlo limpié esa zona asegurándome de meterme parte de el en la boca. Echó su cabeza hacia atrás haciendo ruiditos que expresaban claramente lo que estaba disfrutando, a la vez que elevaba las caderas para introducirlo más en mi boca.

—Si…pequeña…sigue…—Sus manos se posaron sobre mi cabeza marcando un ritmo lento. Esto estaba haciendo que mi sexo se humedeciera. — Oh dios mío Bella…¡Cómo me lo estás haciendo!— Sentí su respiración entrecortada, su tono ronco, esto era realmente excitante.

Acaricié sus testículos con cuidado, estiré de ellos despacio a la vez que me penetraba en la boca. Edward decía una y otra vez mi nombre, a medida que aumentaba el ritmo, y entonces le sentí tensarse, y cómo el semen salió disparado hacia mi boca. Me retiré y me puse sobre él, llegando a su oído, lo tragué asegurándome que lo escuchaba.

—Me ha encantado el postre…—Susurré seguido y Edward gimió de nuevo.

Capítulo 47

Deja un comentario