_5.

Cuando Tara se levantó a la mañana siguiente de que Jax volviera de su viaje, se encontró la cama vacía, la puerta entreabierta y los sonidos tiernos de la risa de un bebé atravesando el pasillo. No pudo evitarlo, sonrio, atesorando esas sensaciones en lo más profundo de su alma.

Se levantó y, tras una visita al baño, salió en dirección al salón donde se encontró a Jax jugando con Abel sobre la manta de juegos. El hombre, tumbado sobre un costado, ofrecía juguetes al niño que tiraba riéndose sin parar.

—Eres un pequeño granuja —le dijo y se acercó a su barriga haciéndole una pedorreta que al pequeño le llenó de júbilo.

Tara les observaba apoyada en el quicio de la puerta, con la camiseta blanca de Jax por las rodillas y sonriendo. Los ojos azules del papá se elevaron e hicieron contacto con los de ella, haciendo que la sonrisa creciera un poco más. Ese tío estaba tan dentro de su cuerpo, en todos los sentidos, que con solo ese contacto visual la volvía gelatina.

Jax recorrió a la chica con la mirada, de arriba a abajo, no podía explicar bien lo que sentía cuando la veía llevando su ropa —ni podía explicar lo que con el poco tiempo que hacía que la conocía le estaba pasando a él—, era como si ella ya estuviera diciendo que era suya, aunque era algo que todavía no había pasado, y pensando en eso, Jax se levantó, dejando a Abel jugar con un muñeco, que tenía un pedazo de velcro que le encantaba morder, y se acercó a la chica.

—Buenos días, sexy —dijo con voz ronca bajando un poco para besarla en los labios—. Podría comerte aquí y ahora sino fuera porque no me parece correcto delante de Abel. Pero eres una jodida tentación. —Besó su mejilla, bajó por la mandíbula y llegó al cuello, el cual mordisqueó justo donde la noche anterior había dejado una pequeña marca, Jax completó su erección en ese momento—. Dime que no llevas bragas.

—¡Jax! —ella rio y le golpeó el brazo, algo que él aprovechó para rodearla con los suyos.

—Dímelo aunque sea mentira… O quieres que lo compruebe.

—¡Está Abel delante!

Jax, sin soltarla, miró hacia atrás comprobando que su hijo seguía muy interesado en el pedazo de tela rasposa y volvió a ella. Pegando su polla contra el abdomen de la chica.

—Lo sé, y solo quiero que sepas que me muero por desayunarte.

Sin dejar que ella respondiera o hiciera algún otro gesto, cazó los labios entreabiertos y rosados y los poseyó con su lengua, la sujetó de la cara con una mano e inspirando, casi desesperadamente porque estaba a límite con ella, siguió comiéndosela durante unos segundos más, hasta que tuvo que cortar el beso dejándola completamente noqueada.

—¿Tú quieres desayunar? —preguntó el chico de repente haciendo que ella saliera de su estupor sonriendo.

—¿Además de lo obvio? —devolvió ella pasando las manos despacio por el pecho cubierto por la camiseta blanca impoluta de él y sintiendo sus pectorales marcados, el cuerpo de ese hombre era una oda al deseo.

—Además de eso —le sonrió cerca de la cara, mirándola con intensidad, obnubilado por como ella, con la cabeza elevada para poder verle, sonreía con esa picardía que le volvía loco, y se frotó haciéndole notar la erección bajo sus pantalones vaqueros anchos.

—Un café estaría bien —susurró en la boca del rubio—. No quiero nada para mojar… —Jax siseó y cerró los ojos apretándose contra ella de nuevo—. De momento.

Él abrió los ojos, le dio un pico y se retiró inspirando profundamente y frotándose su melenita rubia, Tara se carcajeó ante él a pesar de que ella había mojado las bragas con todo ese tonteo mañanero.

Mientras Tara tomaba su café sentada en la mesa de la cocina, Jax estaba apoyado en la mesana desde donde veía a Abel, gracias a la barra americana que separaba la cocina del salón.

El chico cruzó los brazos sobre su pecho y sonrió a la morena que soplaba en la taza y bebía pequeños sorbos. Estaba decidido, no había otra chica que le pusiera como estaba en ese momento, ni que le hiciera desconectar de cualquier mierda sobre el Club en el que andaban metidos esos días de cambios, ella estaba alrededor y dentro de él de una manera abrumadora y la quería con él.

—Forastera… —dejó caer de repente, haciendo que ella levantara la mirada y se quedara prendada de ese hombre, guapo hasta la extenuación.

—¿Rubito? —Elevó una ceja y sonrió por encima de la taza.

—Supongo que esto es simplemente una aclaración formal a lo que tenemos. —Cuando Jax comenzó a hablar, de repente, las entrañas de Tara se apretaron creando un nudo complicado de ignorar en el estómago—. Nos hemos acostado varias veces, algo que no creo que sepas pero que yo no hago en absoluto…

—¿No te acuestas con chicas? —Ella trató de aligerar lo que parecía toda una declaración de intenciones—. No me lo parecía. —Rio pero no salió tan natural como hubiera querido.

No obstante, Jax tenía algo en mente y eso no le desvió del tema, recostándose un poco más en la mesana y sonriendo ante el comentario de ella, revisó a su hijo y volvió a mirar hacia delante, cruzando las piernas por los tobillos pero sin descruzar sus brazos.

—¿Quieres que te demuestre aquí y ahora lo que conozco el cuerpo femenino? —Entrecerró los ojos y ella negó sonriendo sabiendo que era capaz de hacerle tener un orgasmo y quedarse tan ancho—. Bien, aclarado ese punto supongo que sabes que me refiero a que, excepto con mi ex, no he sido alguien que repita, y contigo… Tú eres otra historia.

Ella tragó duro y dejó la taza en la mesa. No quería que fuera por ahí, porque no podía dejarse llevar por lo que él le iba a plantear. Lo tenía más o menos claro después de que, antes de levantarse de la cama, pensara de forma racional en su situación; podía tener sexo ocasional, a pesar de que ese chico se estaba metiendo en su sistema y parecía querer quedarse a vivir allí, pero la realidad de su situación era complicada como para arrastrar a toda esa gente.

—Y con todo este momento de mierda en la que hablamos de mis relaciones anteriores quiero llegar a un punto, y ese punto eres tú.

Señaló a la morena con su índice y observó de repente el miedo y la tristeza en su mirada. Frunció el ceño sin entender por qué ella estaba cambiando su humor.

—¿Tara?

—Sé por dónde vas y… —Le dolió el alma y cerró los ojos, se elvantó despacio y dio un paso al frente—. No —dijo abriéndolos de nuevo.

—¿No? —Jax se incorporó, echó otro vistazo al niño y caminó hacia ella.

—No podemos tener algo.

—¿Qué? —La frente del chico se arrugó— ¿Y qué cojones significa eso después de que estamos juntos, en mi casa, acostándonos y que confías en mí y en mi protección?

Ella tragó de nuevo, cerró los ojos e inspiró, sí, desde luego que le había hecho un esquema exacto de su situación.

—Significa que todo esto se me ha ido de las manos. —Caminó hacia atrás hasta quedar pegada a la mesa cuando él dio un paso hacia ella—. En realidad estoy aceptando cosas que no debo —negó mientras habló e intentó centrarse en lo que era primordial. El peligro que corría la gente a su alrededor si Joshua seguía buscándola—. No voy a poder quedarme con la guardería, voy a irme, lo que significa que vayas donde vayas con esa proposición…

—Lo que significa que tú simplemente te vas —cortó su frase y la miró con intensidad.

La rabia corrió por el cuerpo de Jax porque no pensaba tener que lidiar con lo que se había encontrado ante su intento de propuesta, ni se había planteado esa posibilidad. No entendió nada de lo que ella decía porque no se correspondía con sus acciones a ningún nivel.

De repente la atmósfera en la cocina se tornó gélida. Ella asintió porque era lo mejor para los dos, dejar claro lo que no podía ser.

—De acuerdo. Puedes quedarte en casa hasta que decidas largarte.

Se dio la vuelta, salió de la cocina por el acceso al salón, cogió a su hijo en brazos y, con una bolsa colgada del brazo, que llevaba las cosas de Abel, salió de la casa.

Tara se sentó en la silla de la cocina y comenzó a llorar, no sabía lo que estaba haciendo, solo era consciente de que estaba renunciando a todo lo que podía hacerla feliz, por el miedo, y desde ahí, desde lo que acababa de crear en esa cocina, ese rechazo visceral que había visto en los ojos de Jax, se dio cuenta de que, en realidad, no sabía por dónde empezar porque no pensaba que el cambio fuera tan radical, pero lo era.

Hacía cinco minutos lo tenía todo y ahora…

Fue hasta la habitación y se quedó mirando las sábanas de la cama revueltas, evocando la noche de caricias y sexo que habían tenido después de la ducha, donde ella había olvidado propósitos y su actual situación.

Dolía, y no esperaba que fuera tan intenso.

—Qué bien, Tarada, ya estás jodiéndolo todo.

Comenzó a recoger su ropa y vio el móvil en su mesilla. Qué estupidez, no era su mesilla, aunque dado el planteamiento de Jax podría haberla sido. Cogió el teléfono y sin pensarlo llamó a su madre.

—¡Hija que alegría!

—Hola, mamá.

—Hace dos días estuve con Joshua y me dijo que estuvo contigo y que se te ve feliz con tu nuevo novio.

El corazón de Tara se aceleró. Odiaba que ese degenerado estuviera tan cerca de su familia, que estuviera con su madre como si no pasara nada.

—Mamá, creo que no deberías volver a hablar con él…

—Pero hija, —Notó la sonrisa de su madre incluso a través de la línea, como si solo con ese gesto le dijera que estaba exagerando las cosas—. Si ese chico te sigue queriendo mucho.

—Mamá… —pensó en decírselo, directamente, sin paños fríos, pero se dio cuenta de que no podía y que no sabía ni siquiera por dónde empezar.

El teléfono no era el mejor medio para hacerlo, tenía que ir allí y hablar con ellos, también con su padre. Que su madre pensara que la visita de Joshua fue de cortesía le ponía los pelos de punta.

—Te noto rara, ¿Ese chico rubio no te hace feliz? Joshua me dijo que era motero como tu padre… Ay hija ¿tú sabes dónde te estás metiendo? ¿Pero qué tonterías digo? Si tú eres igual. De alguna manera ya sabía que Joshua y tú no podíais acabar juntos cuando, desde que empezaste con él, dejaste la moto de lado, algo que  a mí me alegró, pero a tú padre no tanto… En fin, cielo, solo dime ¿estás bien?

Tara simplemente la escuchó, era fácil no delatarse con su madre, hablaba tanto y se respondía lo que preguntaba, de tal manera, que ella simplemente aportaba la oreja al otro lado.

—Sí, mamá. No es eso… —pensó con dolor que a ese chico rubio ya lo había desechado de su vida.

En ese mismo momento se dio cuenta de la información que Joshua le había dado a su madre. Les había visto juntos y estaba convencida de que había indagado más,  la decisión que había tomado se tornó más firme.

—Cuéntame, apenas me dices nada. ¿Qué tal la guardería? ¿Cómo va?

—Bien, es un local perfecto, mamá —se sentó en la cama y comenzó a llorar en silencio mientras mentía de nuevo a su madre sobre su vida, tratando de que no escuchara su nariz sorber, dejando caer las lágrimas una a una sobre la camiseta blanca de Jax.

 

Se había pasado todo el día sola y ya había caído la noche cuando escuchó la puerta de la calle.

¿Por qué no se había ido? No podía decirlo con seguridad, pero no pudo hacerlo, una parte de ella quería que Jax volviera a casa y que la obligara, de alguna manera, a decirle la verdad, que ella también quería tener algo con él, que quería dejarse caer en sus brazos, sentirse arropada por su gente, ver a diario a Abel, que estaba cansada de darle vueltas a su vida.

Necesitaba que la forzara a hablar, para explicarle su miedo, para hacerle partícipe de que no era que no quisiera algo con él, si no que no era lo suficientemente valiente para afrontar los daños colaterales que acarrearía esa relación.

A pesar del miedo y de saber que ponía a toda esa gente en peligro había asumido su cobardía y su cansancio de huir, aunque no pudiera hablarlo por sí misma.

Otra parte de ella, más pequeña, le decía que debería irse, le daba el ultimátum de la noche, si él no aparecía debía largarse de allí porque tenía que apartarse de sus vidas y que estuvieran a salvo, pero esa parte era tan débil y ella estaba tan cansada que finalmente Gemma la encontró aovillada en el sillón.

—¿Tara? —La mujer llamó desde la puerta.

—En el salón —indicó.

—Qué bien que te encuentro —dijo con Abel en brazos y entrando en la sala—. Quiero que vayas inmediatamente al Club, donde están celebrando una fiesta llena de putas y golfas, donde el alcohol y el sexo va a ser la máxima, y donde Jax, mi hijo y el chico que está por ti hasta los huesos, algo completamente recíproco, déjame avisarte por si tienes dudas, está proclamando una soltería a bombo y platillo dejando que todas las zorras de allí se lo rifen sin pudor.

Tara sintió como el cuerpo se le tensaba.

¿Qué estaba diciendo esa mujer? ¿Jax iba a follarse a otras esa misma noche?

Se sentó y parpadeó, estaba entumecida de llorar y el discurso de Gemma había hecho que se pusiera en guardia.

Ella le había rechazado, esa misma mañana, sin siquiera dejarle hablar, y ahora su madre le estaba diciendo que él estaba a punto de acostarse con unas zorras Se puso de pie, miró alrededor.

Un calor subió por sus piernas, pinchando, llegando hasta sus manos y ascendiendo por su cuello, como si no le permitiera respirar bien. Odió con furia innata a esas mujeres que iban a tocar su cuerpo.

Por encima de su cadáver.

Celos. Arrasando cada terminación nerviosa. Quemando su piel.

—Por el amor de Dios, Tara, date una ducha y ve inmediatamente al club. Despéjate porque vas a tener que reclamarlo si quieres que toda esta mierda termine.

Tardó cinco minutos y en cada uno de ellos la premura por salir se hizo patente, no hacía más que preguntarse si iba a encontrarse con algo que realmente le escupiera de Charming de una vez por todas, o esa misma situación le iba a atar a ese pueblo para siempre.

Llegó en su Fat Bob al Club y entró pasando la verja. Soslayó con la mirada a su izquierda cuando se acercó a la zona donde estaban las demás motos y pudo distinguir una parrilla, además de bastante gente sentada por las mesas de madera. No quiso ahondar más, por lo menos hasta que estuviera su moto parada y aparcada.

Desmontó, se sacó el casco y lo dejó sobre el manillar. Caminó despacio y con decisión hacia la fiesta mientras bajaba la cremallera de su chupa de cuero negra, dejando a la vista la ajustada camiseta blanca de tirantes. Agitó su pelo, que estaba mojado por la ducha, y se convenció de que lo que iba a hacer era difícil, pero no imposible.

Solo habían pasado doce horas desde que Jax había hecho intención de pedirle algo más. Si, era consciente de que ella había machacado sus propósitos, pero esperaba que su ego no hubiera sufrido mucho y con eso poder llevar a cabo sus intenciones.

—¡Pero si tenemos a la forastera-que –ya-no-es-de-Jax por aquí! —Tig gritó mientras hacía un gesto histriónico con la mano que portaba una birra, mientras el otro brazo rodeaba a una chica y otra se metía bajo su axila en movimiento.

Tara lanzó una mirada seria y retadora, él elevó las cejas y cerró los ojos en una disculpa muda, e inclinó la cabeza hacia la puerta del Club.

La motera no se lo pensó dos veces. Entró allí queriendo obviar el peso en su estómago al darse cuenta de lo avanzada que estaba la fiesta y el nivel de alcohol que corría a diestra y siniestra. Clay, el marido de Gemma, reía estruendosamente con un mejicano que no había visto nunca y que llevaba, también, un chaleco de cuero. Bobby estaba en la mesa de billar pero, en vez de jugar al mismo, besaba, o mejor dicho, devoraba los pechos a la vista a una mujer muy entregada.

Un escalofrío, y no precisamente de placer, la recorrió al darse cuenta de que ella había estado sobre esa mesa hacía un tiempo. Nunca más se subiría a esa mesa de billar, ni jugaría en ella.

Escaneó la sala, moteros con chalecos bebiendo y con mujeres alrededor, tocándolas, besándolas y… sí, prácticamente follándoselas a vista de todos, algo a lo que nadie daba importancia, por lo que parecía.

Al no ver a Jax por ningún sitio, Tara notó su cuerpo tensarse hasta el límite, la respiración se aceleró y, en un segundo, supo a donde se dirigía, alcanzó el pasillo y llegó hasta la habitación donde ya había estado un par de veces, no llamó a la puerta y entró directamente para encontrarse a una rubia tumbada en la cama y recostada sobre el cabecero, sola pero desnuda.

La sangre le quemó las venas y sujetó su grito apretando la mandíbula con fuerza. La culpa la tenía ella misma por gilipollas. Jax ya se había tirado a esa tipa, que la miraba interrogante, y todo porque ella no había sido sincera con él.

—¿Jax? —preguntó mirándola amenazante.

—Ahora mismo viene, no sabía que íbamos a hacer un trío, pero si es lo que él quiere… —dijo abriendo la cama para que ella se metiera.

Tara abrió los ojos escandalizada al verla completamente desnuda y sin una pizca de pudor, y un sensación liberadora se apoderó de ella cuando se dio cuenta de que la rubia hablaba de un futuro inmediato.

—¡Lárgate! No va a haber ni trío, ni si quiera sexo —espetó de repente sin saber de dónde venía esa territorialidad.

—¿Perdona? ¿Quién eres tú? —La rubia acompañó su pregunta con un gesto de desdén y una sonrisa de superioridad—. No te conozco y nosotras hemos venido a saciar…

—¡NADA! No habéis venido a saciar nada. —Se adelantó hasta llegar a la cama y miró toda la habitación buscando la ropa para poder echarle con algo físico, pero no vio nada, por lo que lo mismo iba desnuda por los clubs sin preocuparse de nada más que ofrecerse.

—Mira, bonita, si quieres follarte a Jax ponte a la cola. Ahora me toca a…

—¿Tara? —La voz de Jax tronó a su espalda y esta se quedó estática.

La rubia sonrió al ver la cara de susto de ella y adoptó una sonrisa taimada y una postura sugerente, mostrando sus pechos y su pierna por encima de la sábana.

—¿Qué cojones estás haciendo aquí? —No parecía contento y eso hizo temblar a la morena.

De repente él entro en su campo de visión, poniéndose delante de ella.

—¿Ha pasado algo? —El tono de voz cambió de repente y ella pudo ver, con fascinación, la preocupación en la mirada del rubio y acto seguido negó porque no quería llevarlo a una confusión, sabía a lo que él se refería.

—Lo único que no va a pasar es que te vayas a tirar a esta —dijo seria y señaló la cama.

—Tú no eres nadie para…

—¡Cállate! —Jax cortó el intento de hablar de la rubia desnuda y Tara se hinchó como un pavo.

—Vístete y lárgate —Tara espetó mirando a la chica y esta parpadeó confusa, Jax no dijo nada, parado en el centro de la habitación, observando a la morena mientras tiraba su chupa en uno de los sillones marrones—. ¿No me has oído? —Le lanzó de nuevo—. ¿Quieres que te saque arrastras?

La rubia miró a Jax que no le miraba a ella, en absoluto, pero no perdía de vista a la chica que le estaba ordenando que se fuera.

—Vete —dijo en un tono bajo y amenazador.

Salió de la cama y entró al baño, enérgica y enfadada, donde se cerró la puerta.

—¿Qué quieres? —preguntó en un murmullo sin dejar de mirarla con esos ojos azules y el semblante serio, nada de sonrisas ni bromas.

Tara se maldijo internamente.

—A ti. —Le sostuvo la mirada.

—Esta mañana no era así.

—Esta mañana he sido una gilipollas.

—¿Y ahora has venido a por mí? —el tono mudó a algo socarrón y su ceja alzada, junto con un atisbo de sonrisa, le indicaron a la morena que la atmósfera entre ellos cambiaba—. Reclámame —la retó.

Tara inspiró, con confianza, sintiendo como la tensión de su cuerpo era sustituida por la sensación del sexo líquido corriendo por sus entrañas. Él pidiendo que le reclamara con ese tono de voz, con esa mirada penetrante… Acababa de mojar las bragas.

Tara caminó hasta él, que con los brazos a cada lado no hizo ni un solo movimiento, se le acercó a la cara y se puso de puntillas, lamió los rosados labios del chico y se separó de él sonriendo, viendo cómo colgaba una sonrisa engreída permaneciendo inamovible.

—Eres mío —susurró y con las manos sobre la camisa abrió los botones de un tirón, dejando expuesto su pecho musculado y su tatuaje con el nombre de su hijo, mordiéndose los labios hambrienta y con el único pensamiento de “es para mí” en su mente.

Jax se carcajeó porque leyó su expresión y esa risa se la comió Tara con un beso demandante y salvaje que hizo que él la sujetara para no perder el equilibrio por el ímpetu.

Tara lo empujó contra la pared al lado de la puerta y deslizó las manos bajo la camisa para palpar cada músculo de su espalda sin compasión, arañó despacio su piel, volvió al frente y desbrochó los pantalones para introducir las manos bajo sus calzoncillos y acaparar con las manos abiertas el glorioso culo que le dejaba sin respiración, bajando, con ese movimiento el pantalón y dejándolo expuesto.

Jax le devolvió el beso, sujetó su cara con posesión y la separó, quedando ambos jadeantes a milímetros el uno del otro.

—¿Tuyo?

—Mío —le susurró en la boca y entonces él ladeo ligeramente la cara para atacarla sin piedad, abriendo su sabios con los propios, mordisqueando los labios, introduciendo su lengua y lamiendo la de la chica, hambriento, penetrándola con embates certeros, queriéndosela comer sin dejar rastro.

Las manos de Tara viajaron hasta la melena rubia sujetándolo con fuerza y las de Jax bajaron a su culo, alzándola y echándosela contra su cuerpo, haciendo que ella le rodeara la cintura, pegando su polla erecta al sexo caliente que ella exponía a través del vaquero.

Caminó hacia la cama, despacio y consciente de que sus pantalones podían ser una trampa,  con ella encima y la rubia, que acababa de salir del baño, vestida con un ajustado y diminuto vestido amarillo, tuvo que parar delante de ellos para que no la atropellaran. Observó cómo cayeron a la cama y miró con envidia el culo del chico contrayéndose para frotarse contra la ingle de ella.

Salió de la habitación y cerró la puerta asqueada porque se iba a perder lo que era follar con ese dios del sexo del que tanto había oído hablar.

Jax besaba sin poder parar a Tara, no esperaba este giro en su noche, ni mucho menos. Había estado todo el día cabreado y taciturno, hasta que llegó la fiesta y declaró que él lo que quería eran mujeres, necesitaba sacarse de su piel la sensación de Tara a su alrededor, de su interior..

No era de los que en las fiestas se follara a todo aquello que se le ofreciera, pero tampoco era un santo. Desde dos meses antes de conocer a Tara había pasado un periodo de celibato autoimpuesto, sin ninguna razón, quizá pensando en que tenía un hijo y tenía que dar algo de ejemplo aunque él pequeño Abel ni si quiera se enterara, pero el caso era que lo había hecho hasta que esa forastera entró en el Club, arrasando con sus barreras. Ahora, después de que ella no le hubiera dejado siquiera pronunciarse, estaba reclamándole, le había gustado, como el jodido infierno, que ella echara a la chica que había estado a punto de tirarse, si señora, con un par de huevos. De hecho eso ya le había puesto duro sin que ella se pronunciara con ese “Eres mío”.

¿Podía haber algo más caliente que una tía reclamándolo con ese talante?

Luego hablarían, largo y tendido, pero ahora, ahora la iba a marcar para él, para siempre, porque no iba a permitir que se fuera de su vida, no ahora que se había apoderado de él.

No quiso pensar más en eso porque todo indicaba que había caído en las garras de esa palabra con A, ¡pero qué demonios!, él quería todo de ella porque nunca se había sentido así con nadie, y si ella había venido hasta allí y se había enfrentado a una posible situación vergonzosa, significaba que realmente le importaba.

Desabrochó los pantalones de la chica y ella se ahuecó para que pudiera sacárselos mientras se sacaba los botines de piel vuelta con los talones. Tenía prisa por sentirla, por tenerla y cuando estuvo desnuda de cintura para abajo, procedió con la camiseta, para deshacerse del sujetador en un diestro movimiento a la espalda de la chica.

Los dos desnudos se miraron a los ojos por unos segundos, él sonrió, hasta sus ojos azules mostraron la sonrisa sin pudor, hasta que se volvieron salaces cuando el pantalón, y las bragas, acompañándolo, salieron de su cuerpo.

Tara se sintió hinchada, por dentro porque le daba la sensación de que el corazón no le cabía en el pecho; estaba con él, no quería despegarse de ese hombre y él había respondido con igual voracidad a su reclamo, y por fuera porque su sexo estaba henchido de excitación, sus pechos se sentían pesados a la expectativa de lo que él le iba a hacer, necesitaba su toque  por todos los sitios y la situación pintaba como que lo iba a recibir de inmediato.

La chica tiró de los pantalones de él, con sus propios pies, para terminar de sacarlos del todo, y la camisa de cuadros azules salió disparada en cuanto él ayudó con sus duros e impresionantes brazos a sacarla.

Jax se presionaba contra el coño caliente de Tara sin pudor, arrastraba su erección entre los pliegues resbaladizos de ella y presionaba en cuanto sentía como su nudo de nervios se encontraba en su camino. Tara jadeaba y contenía un grito cada vez que ese pase tiraba de ella un poco más.

Sin dejar de besarla, masajeó sus pechos, jugó con los pezones pequeños que se pusieron duros de rodarlos entre sus dedos y siguió frotándose contra ella. El sudor comenzó a hacer que sus cuerpos estuvieran resbaladizos, uno sobre el otro la piel se deslizaba creando una fricción y un calor entre ellos que parecían un volcán en erupción.

En un movimiento rápido, Jax se dio la vuelta, sentándose sobre la cama y haciendo que el cuerpo delgado de la chica se posicionara encima de él, abriera sus piernas y le montara como una amazona.

Guió su polla a su entrada y ella bajó lo justo para introducir la punta, jadeando al sentirle.

—Fóllame, Forastera, hazme tuyo —le dijo jadeando y sujetando con posesividad la cara desde su posición inferior.

Ella gimió por el tono, por la necesidad y porque era lo que quería hacer con él. Se deslizó hacia abajo y se ensartó en él, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, sintiéndose llena, por su tamaño, por su posesión, porque él estaba ahí protegiéndola y pidiendo más, algo que, aunque tuviera que desnudar sus miedos, le daría.

Volvió a mirarlo y se echó hacia delante, acomodándose a él, que tumbado cogió las manos de la chica y entrelazó los dedos. Se fundieron en un beso lánguido, de roces de lenguas y labios mientras ella hizo movimientos circulares con sus caderas sin sacarlo de su interior. Ambos gimieron en sus bocas y, cuando no pudieron más, ella se incorporó sin soltar las riendas de ese momento, que eran las manos de su chico, y lo cabalgó, sin dejar de mirarle, sonriendo a ratos, perdida en muecas de placer en otros, sintiendo como rozaba su interior y le hacía perder la cabeza.

—Joder… Se siente tan bien… quiero estar toda… —Jax la cortó propulsando sus caderas y cuando ella bajó para penetrarse él la mandó más profundo.

Tara ahogó un gritito de placer que al chico le volvió loco.

—Toda la vida, preciosa… déjame que te lo haga toda la vida.

El pecho de Tara se expandió y no quiso darle cabida a los pensamientos perennes que traía esa frase porque en ese momento, su clímax apretó la erección de Jax desatando un orgasmo que le quemó de dentro afuera ordeñando al chico que se vertió en su interior.

 

Tumbada sobre él, sin que hubiera salido de su interior, Tara recibía los mimos del rubio que no cesaba de tocarla por todos los sitios. Las yemas de sus dedos dejaban caricias suaves por su espalda, sus brazos, haciendo que su piel se estremeciera y se erizara a pesar del calor.

—¿Me lo vas a explicar? —la voz rota de Jax salió en un murmullo.

—Debería ¿verdad? —dejó un beso húmedo, deslizando la lengua por el pezón plano de él y este se tensó, moviéndose en el interior de la chica y consiguiendo una reacción muy similar a la suya.

—Sí, me gustaría, a menos que… —volvió a moverse dentro de ella y Tara sintió cómo ese hombre recuperaba las ganas, rio y se incorporó cruzando los brazos sobre el fornido pecho masculino, lo suficientemente cerca para sentir la intimidad, lo suficientemente lejos para que no se les cruzaran los ojos al mirarse.

—A menos que echemos otro polvo y…

— A menos que hagamos de nuevo el amor y…

Otra vez llamaba así a lo que hacían y Tara no podía evitar derretirse, y ahora que había tomado la decisión de quedarse, la sensación era demasiado placentera para obviarla, por ello se regodeó y sonrió inspirando antes de seguir hablando.

—Sí, y me quede dormida —admitió y besó los rosados labios carnosos de Jax.

—¿Por qué esta mañana no y esta noche sí? —El chico fijó sus manos en el trasero de ella apretándola contra sí mismo y ella gimió al sentirle.

—¿Puedo incorporarme? —Dijo con la voz estrangulada por la presión, demasiado bienvenida, en su vagina—. No creo poder explicarme contigo así.

Se mordió el labio inferior y fijó sus ojos verdes en los azules del chico.

—¿Es muy malo lo que me tienes que decir? —Subió una ceja sin sonreír, estaba claro que aunque esperara una explicación, saberla suya le ponía en ese estado juguetón. Nada iba a separarlo de ella.

—No… Si… No lo sé, pero no quiero hablar de ciertas cosas con tu polla dentro… ya sabes… No me apetece sentir como se deshincha… —admitió con una sonrisa con la que se disculpó.

Quitó las manos del culo de la chica y esta se levantó de él, sintiendo que la ausencia de esa parte de su cuerpo se sentía demasiado.

Tara se sentó en la cama con la espalda en al cabecero, él acompaño el movimiento y lanzó una sábana por encima de sus cuerpos, no quería que se abriera la puerta por accidente y los chicos vieran a Tara desnuda. Se acercó a ella y con su mano derecha buscó la de la chica para entrelazar os dedos.

—Me acojona que Joshua pueda haceros daño… en realidad quería huir para de alguna manera alejarlo. No puedo meterme en una relación sabiendo que hay un ser potencialmente peligroso que puede tomar represalias contra la gente que quiero. —Lo dijo del tirón, mirando al frente, empezar a titubear era absurdo. Como siempre, a lo hecho pecho.

Jax subió la mano entrelazada y besó sus nudillos. No le había pasado desapercibida cómo se había referido a ellos, esa chica estaba más en su página de lo que pensaba y eso le gustó. El miedo no, pero no iba a permitir que ese hijo de puta hiciera algo, y tenía medios, por lo que la miró directamente.

—Ahora que ya sabes que te vas a quedar conmigo y Abel, ¿has pensado en algo? —Necesitaba saber su visión, y bueno, pensó que ella tendría que saber lo que era en realidad su vida.

—Daré parte a la policía, supongo que lo del otro día se puede denunciar y puedo hablar de lo que pasé con él. Tengo que contárselo a mis padres, —le tembló la voz— pero en realidad temo ponerles en peligro… —Entraba en barrena de nuevo y la idea de que tenía que huir, para dejar a su gente a salvo, volvió a entrar en ella como una tromba, el abrazo repentino de Jax lo frenó todo, se vio contra su pecho e inspiró su olor quedándose mucho más calmada.

—Bueno, de momento estás conmigo y no pienso permitir que pase nada. Ya iremos hablándolo con calma. —Besó el tope de su cabeza.

—Si os pasara algo, Jax… Me muero, no me lo perdonaría.

—No va a pasar, te lo prometo.

Se quedaron en silencio unos minutos, Jax no dejó de acariciar la piel desnuda y ella no se apartó ni un milímetro de él.

—Entonces, Forastera… retomando la conversación de esta mañana…

La chica inspiró profundamente y sonrio sin que él lo viera, pero estaba feliz entre sus brazos, se sentía la tía más dichosa del mundo por haberlo encontrado.

—Y quitando la parte en la que yo me vuelvo una imbécil… —la carcajada de Jax le hizo levantar la cabeza y mirarlo.

—No tengo ninguna objeción a eso —dijo él y besó la punta de la nariz de la sonriente chica—. Estamos juntos.

Tara parpadeó y la sonrisa comenzó a crecer en su cara, intentó contenerla, Jax retiró un mechón de su pelo y lo colocó detrás de la oreja, despacio, esperando que hablara y dejando que también su sonrisa se extendiera en sus labios.

—Estamos juntos —susurró ella de vuelta.

Jax la sujetó por la nuca y la trajo hacia sí para quedarse rozando solo los labios de una Tara con el corazón desbocado.

—Mi chica…

El beso se hizo realidad, el roce de labios sonrientes dio paso a dos bocas ligeramente abiertas y acto seguido las lenguas salieron a su encuentro, con un ritmo cadencioso, sin ansiedad ninguna, Jax y Tara se besaron sellando el inicio de su relación.

Jax se sentía poseedor de algo preciado, no lo había pensado hasta que de repente se dio cuenta de que la tenía, e hinchó el pecho, inspirando sin romper el beso, a la vez que la hacía rodar sobre él para terminar con la espalda de la chica pegada a la cama.

Tara llena de una dicha que hacía años no sentía abrió sus piernas dejando que él se deslizara dentro de ella y dejándose llevar acto seguido por los movimientos de él hasta que juntos alcanzaron el orgasmo.

 

 

 

 

14 comentarios en “_5.

  1. Hola!
    Estuvo a punto de darme algo cuando ella lo rechazó.
    Y es q huir no es siempre la respuesta. Me parece bien q lo denuncie y que por fin hable con sus padres y si llegan a palabras mayores Jax y sus amigos creo q podrán hacerse cargo.
    Me gusta q él sea tan tierno. No es Tara la única q se derrite.
    Gracias por el capi :*

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  2. Vaya panzada te estás dando de Forastera amiga!! casi que tenías que haber esperado un poco más porque ya estoy sintiendo el cuchillo en el próximo comentario…
    Y es que Jax no mendiga nada, lo que da o da con todas las de la ley, pero no está para que le toquen los cojones. Es lo que hay 😉
    Gemma, gemma… aguantar a una suegra así no es plato de buen gusto, que una cosa es equ ayuden como en este caso , peron oha dejado de ser una jodida entrometida.
    HE dicho.
    Besoides, cielo :-*

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  3. Vaya recibimiento nada mas despertarse!!!! Mae mía!!!!!! joder si solo con la conversación pre-desayuno ya voy caliente!!! Ese ronroneo… esa exigencia: «dime que no llevas bragas aunque sea mentira…» Ohhhhh dioses… Te aseguro que las mías se han licuado!!
    Tela telita la escena de la supuesta declaración de intenciones. Y digo supuesta porque al pobre no lo ha dejado decir «esta boca es mía» y no es que no le pegue la dureza y la determinación que tiene Tara, porque pegarle le pega, es solo que la romántica que vive en mi ha sacado su cara de «El grito, de Edward Munch» Aunque me he visto recompensada con ese derrumbe tras la marcha de Jax. Joder el tío puede ser tierno pero no va andar mendigando atenciones, para muestra la jodida fiesta de putones en el club. A propósito de esto… Gemma, no es por crear mal ambiente ni nada y ya se sabe que no hay que matar al mensajero… pero que rabia de mujer, aunque le ha hecho un favor contándoselo, y ha sabido usar las palabras clave para espolearla, ahí si que tengo que agradecerle, pero por lo demás… me cae gorda.
    Me muero del gusto al ser participe desde el rincón de como Tara pone en su sitio a la jodida rubia «que te largues putón!!!!» jajajaja, que subidón llevo!!
    Y a Jax me lo como de arriba abajo, como sabe alternar el jodio esos besos y esas declaraciones de amor veladas…
    Vaya capitulazo!!!! empieza a caerme bien el Shuter de los cojones porque gracias a su no saber hacer ha conseguido que te lances cual posesa sobre el teclado y saques esta delicia adelante. Eres la ostiaca!!!!
    Ahora muero por ver que cara pone Tara cuando se entere de donde se ha metido, porque esto del club, la «mama mafias» y las rubias accesibles…. en fin que tela tenemos un rato pa cortar. Te adorooooo!!!!

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  4. pues la serie tiene todo que ver con mi historia, pero la serie aunque tiene relación de amor y sexo, sobre todo en las primeras temporadas, va más relacionada con la mafia del Club.
    Si la ves, disfruta, sobre todo del prota que está para morirse del gustazo.
    Gracias y un besoide!!

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  5. Hola de nuevo, no conozco a los personajes porque la serie esta en mis pendientes, pero desde ahora te digo que si la serie tiene algo que ver con tu historia me pongo a verla ya mismo…

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  6. Como me gusta que veas a ese Jax que hemos perdido por el camino, siempre será el Jax que nos merecíamos, y si estoy consiguiendo sacarlo aquí, pues ya me doy por contentísima. diosss… cuanta putilla y cuanto nos puteó, peeero, no soy Sutter, jajajaja!!! «La Mala»… en fin, ya veremos que nos depara la mala.
    Y sí, no puedo evitar rememorar los mejores momentazos de estos dos, para mí el arrancar la camisa a cuadros y el polvazo frente a la rubia fue uno de los mejores.
    Gracias cielo,
    Besoides.

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  7. Sabes que estoy enamorada ¿verdad?
    Este Jax me trae loca, pero loca, loca.
    Me gusta, me encanta. Nos lo has dibujado tal y como debería de haber sido, con esa relación Jax/Tara que Sutter se negó a darnos para no quedar de nenaza ante sus rudos y sangrientos seguidores.
    Y esa Tara, demostrando que los tiene bien puestos (los ovarios, claro está) y se lanza al vacío al rescate del Jax putero de antaño.
    ¡Fuera de mi vista Rubia! y no te quiero volver a ver, que bastante tuvimos en su día ¿verdad nena? no nos hagas pasar por lo mismo de nuevo, por esa angustia y desazón que nos entraba cada vez que se cruzaba una rubia, pelirroja y vuelta a la rubia otra vez, que parecía que era a nosotras a las que nos los ponía.
    Ese tierno papi mojabragas, esa escena apertura de camisa a cuadros, ese culo meneándose como solo él sabe…
    Nos descoloca la «Mala» pero si no hubiera sigo por ella…
    Que triunfe el amor! al menos de momento.
    Gracias por deleitarnos la espera con esta historia.
    Besos.

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  8. Nena, una sola cosa: Estamos juntas!!!! jjajajajajajaja y otra vez!!!! pero que les dan a estos machotes que durán más que las pilas de un consolador!!!!!!

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  9. Madre Mia…..Coño, que me voy, que te dejo, que no puedo, que tengo miedo… jajajaja…….Y tu zorra, que trio ni que ocho cuartos….que te vas porque yo lo digo y punto, que a la unica que se va a follar esta noche es a mi. !he dicho!… y tu… si es contigo Jaxito….!que si te la cojes te mato y te la corto!, joderrrrr, aiiiinnnss… Dios que me gusta esta Tara, defendiendo lo suyo con uñas y garras. Ya se dio cuenta, por fin, tuvo que ir Jax y casi cagarla para que Tara reaccionara, menos mal que la suegra le dio el pitaso, por que se iba a quedar sin su motero por miedosa. hay que me emociono Ana… disculpa mi vocabulario tan soez. besos de a dos nena, y sigue soñando, porque la inspiracion cuando te llega, !te llega! y nos dejas…. bueno mejor no te digo, jajajajajaja, con las bragas de sombrero

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  10. Jajajaja!!! Tenlojuro que me muero de la risa… ahora no me extraña que no hayas encontrado tios buenos por el metro 😉 Esos chicos del Club son un poco… así… guarros…vamos…jajajaja!!!

    Besoides y gracias!!!

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  11. POR DIOS SANTOOOOOOOOOOOOO
    tia tia tia… Iba leyendo en el metro y entre el ojo pa un lao para ver si me topaba con un tio bueno e imaginarme a Jax en accion casi me paso de parada de nuevo!!!!
    Madre mia, que capitulazo nena. Me ha encantado tenlojuro. 😜
    Al principio quería matar a Tara, pero despues a quien queria matar era a Jax por querer follarse a otra tan pronto!😫
    Pero el final…. Ese final me ha vuelto locaaaaaaaa

    Congratulations nena, de todo corazón
    😘

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